La castidad perfecta es buena, pero…


No me cansaré de mostrar mi pensamiento; mejor dicho, el deseo de Jesús. Nos lo recomienda en el Evangelio Mt. 19,12 “Porque hay eunucos que nacieron así del seno materno, y hay eunucos que se hicieron tales a sí mismos por el Reino de los Cielos. Quien pueda entender, que entienda.”

Estas palabras aparecen el Evangelio en un contexto en que Jesús hablaba sobre el matrimonio y su indisolubilidad; los discípulos protestaban por la gran atadura del matrimonio, ya que no permitía el divorcio, a no ser por causa de fornicación. Entonces Cristo pronunció estas palabras. Y no dijo más sobre ello. Sigue narrando el texto evangélico cómo se le acercan los niños, y otras cosas.

Hemos sí de apreciar la virginidad por el Reino de los Cielos; pero con la coletilla que después añade Jesús: “Quien pueda entender que entienda”. Lo vemos al Señor muy liberal, lo deja muy a la opción personal, no aparece de ninguna manera como añadido a un estamento o profesión; da toda la impresión de que se trata de casos muy singulares. Esa es mi opinión.

¿Cómo ha llegado a lo largo de los siglos a imponerse a los sacerdotes, a todos los del rito latino? Durante varios años, consultando fuentes muy distintas, he elaborado un estudio sobre el celibato que puede consultarse en mi web, en la sección “Mis libros”. He llegado a un conclusión después de mucho estudio. Al comienzo practicaron el celibato gente muy buena e idealista. Después creyeron que era oportuno que todos siguieran esta práctica, y fueron imponiéndolo a los demás. Cada vez resultó más fuerte la presión sobre quienes habían recibido el sacerdocio. Y en el Concilio de Trento se decidió la nulidad del matrimonio para aquellos que habían recibió el Orden del Presbiterado.

A lo largo de los siglos fueron comprobando que el celibato – aparte de las ventajas idealistas de entrega - tenía otras muchas ventajas de tipo económico, y mayor facilidad de traslado de un lugar a otro, sin esposa ni prole. También es más fácil dominar a un eunuco que a un hombre casado. Tiene pues muchas ventajas prácticas. Pero nos parece a todas las luces que la praxis – una vez más – ha sido abusiva por parte de dirigentes eclesiales.

Es hora de revisar esta ley y dejarla como opcional a quienes van a ser sacerdotes y a quienes lo son ya. Nos parece más acorde con el Evangelio y con la mentalidad de hoy.

José María Lorenzo Amelibia
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