Sobre el celibato, un libro muy curioso.

El sacerdote que se dejó tentar
El mundo (2-5-05)
En la época de la Inquisición, a José Guillermo Mariani lo hubieran achicharrado en la hoguera. No por sucumbir a las tentaciones de la carne - la Iglesia siempre ha tolerado esa debilidad en sus varones -, sino por defender el derecho de los frailes a practicar el sexo.
Sin tapujos, como se titula el libro en el que el jesuita de 77 años relata sus propias incursiones en el territorio de los instintos.
El párroco de Villa Belgrano, Córdoba (Argentina), escribió su libro (dentro de poco saldrá en España) sin más expectativas que vender algunos ejemplares a sus hermanos y acaso a los feligreses que acuden los domingos a escucharle atronar desde el púlpito contra el celibato, a su juicio la mayor hipocresía católica.
Pues bien, la primera edición del libro ya se agotó y la segunda lleva vendidos más de 26.000 ejemplares y Mariani se ha convertido en una celebridad. Además, el Canal 10 de la televisión cordobesa le contrató para conducir el espacio de cierre en el que se debaten temas de actualidad, como la miseria, el aborto o los embarazos infantiles. Mariani no cae en vulgaridades en su libro cuando describe la frustrada experiencia homosexual que tuvo con un ingeniero forestal, o el fogoso romance con una joven catalana en un trasatlántico de regreso de un seminario en España, o la turbulenta historia con una voluntaria de Acción Católica, a quien sus parientes desterraron a Buenos Aires para evitar el escándalo.
Atormentado por las incongruencias de su vida, José Guillermo trató de redimirse mediante una disciplina estoica y fustigando a su grey como lo haría un sacerdote preconciliar. Sistemáticamente le negaba la absolución a los homosexuales y en más de una oportunidad expulsó de la Iglesia a una dama por vestir la falda por encima de la rodilla. Olfateando los dilemas que atormentaban al brillante seminarista, sus superiores le enviaron a Roma a que estudiara Filosofía.
El remedio fue peor que la enfermedad. Mariani regresó asqueado de la corrupción que imperaba en el Vaticano. Los pilletes comenzaron a llamarle San Gabriel Arcángel al verle ruborizar cuando le mostraron la galería secreta por donde las mujeres de la vida entraban y salían de la Santa Sede. «Estaba a punto de colgar la sotana y de buscar una novia para casarme cuando unos hermanos comenzaron a difundir por Sudamérica los principios de la Teología de la Liberación».
De la mano del obispo Enrique Angelelli, asesinado por los agentes de la dictadura militar en 1978 y de Raúl Primatesta, que llegó ser ungido arzobispo de Córdoba, el inquieto párroco descubrió que la fe de Jesucristo se practica compartiendo las penas y las alegrías de la gente humilde igual que Jesús. Mariani se inscribió en el departamento de Psicología de la Universidad de Córdoba y comenzó a trabajar como mecanógrafo para el Grupo de Obreros Cristianos.
Con el viaje que hizo a Cuba, donde fue recibido por Fidel Castro, terminó de ganarse la reputación de sacerdote rojo. Pero los tiempos han cambiado también para los sectores más conservadores de la Iglesia, y lo único que monseñor Carlos Ñáñez ha podido hacer es pedirle al cura díscolo que «modere» el tono de sus intervenciones públicas.
LO DICHO Y HECHO «Muy poca gente cree que los curas seamos castos y en eso aciertan» 1912: Nace el 12 de agosto en Villa Rosario (Argentina). 1923: Ingresa en el colegio religioso Lasalle. 1931: Con 19 años tiene su primera experiencia sexual con una voluntaria de Acción Católica. 1946: Acude al seminario de los jesuitas en Córdoba. 1951: Se ordena sacerdote. 1955: El derrocamiento de Perón despierta su interés por la política. 1977: Perseguido por la dictadura, se refugia en Brasil. 2004: Publica su libro Sin tapujos.
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