Asociación de Sacerdotes Casados de España (ASCE) "La misa como sacrificio impuso el celibato obligatorio y la exclusión de la mujer del sacerdocio" R.D. 2ª parte

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"La misa como sacrificio impuso el celibato obligatorio y la exclusión de la mujer del sacerdocio" R.D. 2ª parte

Los sacerdotes acaban adquiriendo un poder sagrado, divino: el de «traer a Cristo a la tierra» realizando el milagro de la transubstanciación del pan y el vino. Si se casan, quedan «reducidos» al estado laical, como si ser clérigo fuera un estado más noble dentro de la Iglesia. En esta declaración del cardenal Robert Sarah en la homilía de la celebración jubilar de su ordenación sacerdotal, quedan claros todos los peligros de la ordenación sagrada: «Un sacerdote es un hombre que ocupa el lugar de Dios, un hombre que está revestido de todos los poderes de Dios. ¡Mira el poder del sacerdote! La lengua del sacerdote hace de un trozo de pan un Dios".

Esta es la raíz del clericalismo y, contra la voluntad de Jesús que dijo: «todos sois hermanos», la Iglesia con dos clases: el clero y los laicos.

Y la Eucaristía dejó de ser una celebración festiva en la que todos concelebraban, para convertirse en un sacrificio objetivo autónomo, que el sacerdote podía incluso celebrar a solas y ofrecer por las almas del purgatorio y otras intenciones. Se podía ir a Misa y no comulgar, porque se estaba allí, pero desde fuera, olvidando que celebrar la memoria de Jesús debe implicar una conversión real a su plan.

Sí, los católicos creemos que en la Eucaristía, en la celebración como tal de su memoria, vida, muerte, resurrección..., Jesús está realmente presente. Pero fíjate que en la Cena, «Esto es mi Cuerpo», «Este es el cáliz de mi Sangre», el «es» tiene un significado funcional: esto representa mi vida entregada por amor a todos.

«Tomad y comed, tomad y bebed»: este comer y beber no es un acto biológico-gastronómico, sino acoger a la persona de Jesús como amigo determinante en la vida y en la muerte. Para evitar incluso la acusación de teofagia, hay que distinguir entre presencia física y presencia espiritual-personal: se puede estar físicamente presente y realmente ausente. Hegel vio el peligro de objetivación en la Eucaristía cuando escribió que, según la representación católica, «la hostia es, mediante la consagración, Dios presente - Dios como cosa».

Anselmo Borges:

 José María Lorenzo Amelibia

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