La vocación

Hablar hoy de vocación parece cosa de chufla; asuntos de viejos, de los tiempos de maricastaña. Y sin embargo pienso que debiéramos tenerlo en cuenta. Porque vocación es una llamada de Dios para algo; es una tendencia de cada persona hacia alguna profesión, oficio, carrera, dedicación. Y, por supuesto, aunque lo llamemos con otro nombre, a la hora de la verdad, lo tenemos muy en cuenta. ¿Por qué, si no, consiente un padre, abogado célebre, que su hijo estudie otra carrera?


Pero hoy deseo fijarme en las grandes vocaciones: la del matrimonio, vida religiosa, soltería de entrega… El tiempo de la juventud es el momento de la elección de estado. "La educación de los hijos ha de ser tal que, al llegar a la edad adulta, puedan con pleno sentido de responsabilidad seguir su vocación, aun sagrada, y escoger estado de vida. Y si éste es el matrimonio, puedan fundar una familia propia en condiciones morales, sociales y económicas adecuadas. Es propio de los padres guiar a los jóvenes con prudentes consejos... En el matrimonio hombre y mujer se comprometen mediante un inquebrantable lazo de total y mutua entrega... Es el don de uno mismo al otro. Es un amor digno de ser proclamado a los ojos de todo el mundo. Es incondicional. Ser capaces de tal amor exige una cuidadosa preparación desde la primera infancia hasta el día de la boda".
(Juan Pablo II , 31-5-82)


Con mucha frecuencia se ve claro. El hijo ha demostrado desde muy joven su tendencia al matrimonio; ni lo ha puesto en duda nunca. En este caso el problema será la elección de la persona adecuada. Hacerles ver el peligro del flechazo y de los amores prematuros. Un noviazgo antes de terminar la carrera o ejercer una profesión, será un desastre, si desde el principio no se han sentado bien las bases, y se han dejado llevar meramente por el instinto. La naturaleza humana siempre es la misma: el que juega con fuego, se quema. Por eso, si durante el noviazgo se anda por lugares lejanos y escondidos, utilizando los modernos medios de locomoción y prevención, el desastre sucederá tarde o temprano.

¡Y que digamos esto precisamente hoy, cuando numerosos jóvenes comienzan una vida cuasi matrimonial a las pocas semanas de conocerse! Pues ¡sí señor! lo decimos con claridad: no es manera digna de prepararse para el matrimonio. Además es algo contrario a la ley de Dios. Que quede claro.


José María Lorenzo Amelibia
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