"De los ucranianos he aprendido que la esperanza no se improvisa: se cultiva" Cincuenta y todos (59) años de vida: Gratitud, resistencia y esperanza

Este año es especial. Coincide mi cumpleaños con la presentación del documental “Ucrania. Resistencia y esperanza”, una obra nacida desde las heridas de la guerra y la ternura de un pueblo que no se rinde. De los ucranianos he aprendido que la esperanza no se improvisa: se cultiva
A lo largo del camino me he encontrado con personas maravillosas, fieles, leales, comprometidas. Seres humanos que han sido un espejo del Evangelio: que me han enseñado la compasión, la constancia, la entrega. Gracias a ellos soy lo que soy. Gracias a ellos sé que la vida tiene sentido cuando se hace don
Esta semana cumplo cincuenta y todos —(59)— años. Y no quiero que pase como un cumpleaños más. Porque en este tramo del camino tengo miles y millones de razones para dar gracias: a Dios, a mis padres, a mis hermanas de comunidad, y a todos los que comparten conmigo esta aventura de buscar la verdad, el bien y la bondad.
He aprendido que vivir no es solo pasar los días, sino entregarse cada día. No es tener una vida perfecta, sino una vida con sentido. Y en este sentido, me siento profundamente afortunada: he recibido tanto, que no tengo ningún motivo para no estar bien, para no seguir dando, para no seguir amando.
Este año es especial. Coincide mi cumpleaños con la presentación del documental “Ucrania. Resistencia y esperanza”, una obra nacida desde las heridas de la guerra y la ternura de un pueblo que no se rinde. De los ucranianos he aprendido que la esperanza no se improvisa: se cultiva. Es una decisión que se toma cada mañana cuando uno elige seguir amando, seguir sirviendo, seguir creyendo.

A lo largo del camino me he encontrado con personas maravillosas, fieles, leales, comprometidas. Seres humanos que han sido un espejo del Evangelio: que me han enseñado la compasión, la constancia, la entrega. Gracias a ellos soy lo que soy. Gracias a ellos sé que la vida tiene sentido cuando se hace don.
Mientras tenga fuerzas, quiero seguir haciendo el bien, seguir rodeada de amigos y amigas fieles, seguir construyendo fraternidad
Cumplir cincuenta y todos es, sobre todo, celebrar la gratitud. Celebrar la vida, amarla y compartirla. Porque —lo digo alto y claro— ese es el secreto de la felicidad.
Mientras tenga fuerzas, quiero seguir haciendo el bien, seguir rodeada de amigos y amigas fieles, seguir construyendo fraternidad.
Y si me preguntan cómo quiero que me feliciten, la respuesta es simple: No me enviéis whatsapps ni correos ni regalos: Cuando os acordéis de mí, preguntad cómo me podéis ayudar para que sigamos ayudando. Y si me recordáis, rezad por mi, enviadme fuerza, energía, vida.
Eso será, sin duda, el mejor regalo.
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