Conozco a Joan Godayol, obispo, le quiero y respeto. Me consta que el Cardenal Bertone ha pedido que se le respete, y que ha prohibido a su sucesor en Ayaviri, que hable mal de él y de su gobierno al frente de la diócesis.

Conocedora de la reunión del Cardenal Bertone con un grupo de agentes de pastoral y obispos, donde se habló de Godayol, y en la que todos éstos se quejaban de su marcha, pregunté al obispo Joan: “-¿Por qué no hablas con Bertone? Tienes la puerta abierta, es hermano tuyo y….” El obispo no me dejó seguir y me dijo: “- Lucía, no voy a entrar en estrategias humanas. Vivo con paz y sin resentimiento el momento presente, soy obispo de la Iglesia de Cristo a la que amo, y tengo una alegría profunda y serena. Estoy en paz”.

No quisiera polemizar sobre la persona de este Padre y Pastor, al que amo y respeto, no sólo por ser un Pastor de la Iglesia, sino porque conozco su cercanía y ayuda a personas, familias y pueblos, en los que no se ahorró el peligro de su propia vida con tal de anunciar a Jesucristo, y éste Crucificado, porque sabe bein que es el Viviente y el Resucitado.

Pediría que quien quiera hablar con él, se dirija al Tibidabo de Barcelona, es un obispo de puertas abiertas, con el corazón acogedor y sobre todo con una palabra de esperanza en sus labios, en sus gestos y en su acogida. Él dará razones de su fe, de su esperanza y sobre todo veréis su CARIDAD y su CALIDAD humana y espiritual.

No escuché a Joan hablar mal de nadie; siempre justifica a los que le hacen el mal y dice: “-Dejadlos, cada uno piensa lo que piensa y tendrá sus motivos.”.

No hablo de oídas: Hablo de un Padre y Pastor al que quiero de verdad y que sé me quiere, también de verdad.

Aclaro que el obispo Joan estaba en una diócesis, en la que no podía permanecer debido a la altura y a que su corazón comenzaba a darle unos llamados de atención. Renunció a su diócesis por prescripción médica.

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