Los escándalos y la verdad de la Iglesia hoy

Marcial Maciel era muy amigo de Juan Pablo II, y sin duda le engañó, como engañó a sus mismos hermanos e hijos. Me explicaba un cardenal que al secretario del Papa cuando a éste lo hicieron obispo, los Legionarios le organizaron una gran fiesta, ya que él era polaco y no tenía un entorno,- como si lo tenía Piero Marini- para agasajarlo en esa oportunidad. Más de una vez –me comentaba- que Don Estanislao se cogía la cabeza y decía: Aceptar aquella fiesta significó para mi un no parar de pedidos, exigencias, reclamos, entradas para actos, etc. El Cardenal Ratzinger se reconocía incapaz de abrir el caso, porque Juan Pablo II se fiaba ciegamente de Maciel. Dicen que al final, la confianza ya no era tan ciega ni incondicional, porque Juan Pablo II comenzaba a darse cuenta que allí había gato encerrado.
Una vez muerto Juan Pablo II, el Cardenal Ratzinger dio luz verde parar aclarar los hechos y tomó medidas. Después de un año de negar las evidencias, los Legionarios hoy con un dolor tremendo –totalmente comprensible- reconocen los hechos, y me imagino que viven un auténtico calvario. Tal vez están como los de Emaús: desconcertados, fracasados…-. Pero la carta de Corcuera, demuestra espíritu de fe, y hay que apoyarles. Me parece infame que alguien se alegre de esta desgracia, y creo que nos ha de confirmar a todos que sólo seguimos a Jesús, Aquel que no puede engañarse ni engañarnos, porque es el Hijo de Dios.
Una realidad similar, aunque no tan escandalosa vivieron los miembros de Lumen Déi, que fueron intervenidos por Roma, hace unos meses. Unos se resisten, y otros están con Roma. El proceso parece que está en sus comienzos… y los asuntos de Roma, siempre son lentos…. Y mejor que sea así, aunque nos “desesperemos”, porque sino, pasa lo que pasó con la readmisión de los Lefebvrianos en la que no todo estaba bien atado.
Si a estas intervenciones, sumamos la tolerancia cero del Papa Ratzinger en temas de corrupción y abuso de menores, como los casos de los EEUU, debemos reconocer que también en las filas de la Iglesia hay un esfuerzo positivo por aclarar los escándalos que tanto daño nos hacen a todos.
Vivimos momentos complicados. La Iglesia necesita gente comprometida de verdad, y aunque estos hechos sean tan lamentables y provoquen vergüenza en los cristianos, debemos reconocer que son un buen signo de que se está queriendo practicar una política de transparencia.
Todos estos escándalos no pueden hacernos olvidar el servicio generoso, desinteresado y constante de tanta gente de Iglesia, que con absoluta transparencia y espíritu de servicio está entregando su vida a la causa de los más pobres y que trabaja por una sociedad mejor. Tantos cristianas y cristianos que en todo el mundo viven el Evangelio como auténticos seguidores de Jesús.
Meternos a todos en el mismo saco, es injusto, y es no reconocer la verdad. Meter a todos los Legionarios en la misma culpa que a su Fundador, es injusto. Por eso, porque la verdad nos hace libres, que la verdad salga a la luz, y que TODOS vivamos con transparencia y fidelidad.
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