Mensajeros de la Paz-Perú acoge 180 niños de los cerros de Lima El hogar de los niños de los cerros

(José Manuel Vidal, Lima).- Entre dos bellas palmeras, por encima de la puerta en una pared color teja, un rótulo que reza así: "Centro de Día Meridional. Mensajeros de la Paz Perú". Es la sede peruana de la Fundación del Padre Ángel, en pleno corazón de Lima, en la línea divisoria de los barrios de Barranco y Chorrillos. El hogar de 180 niños de los asentamientos de los cerros que rodean la capital peruana.


El centro, dirigido por Adalberto Azevedo Jiménez, ofrece un programa de desarrollo integral, involucrando no sólo a los 180 niños, sino también a sus padres. Los pequeños, los "niños de los cerros", tienen entre 6 y 12 años y pertenecen a familias muy pobres y en riesgo.


Como explica Azevedo, "en la azotea de la comodidad está la pobreza". Una pobreza severa. Porque los niños que acoge Mensajeros de la Paz viven en chozas de estera (paja y caña) o cartón. La mayoría de ellos en familias desestructuradas y víctimas, a menudo, del alcohol o de las drogas.


Mensajeros Perú dispone de dos pequeñas camionetas para recoger a los niños y bajarlos desde los cerros al centro. A otros los traen sus padres. "Muchos llegan con hambre y sin haber cenado la noche anterior", matiza Azevedo.


Por eso, lo primero que hacen en Mensajeros es darles un buen desayuno. Desayunados, se van a sus colegios y regresan a almorzar. Y ya se quedan en las clases de refuerzo, donde los profesionales y voluntarios de la Fundación del Padre Ángel les ayudan en sus tareas escolares, sobre todo en refuerzo de su comprensión lectora, de la inteligencia emocional y del pensamiento matemático.


Pero no sólo atienden a los niños, sino que, además, involucran a los padres. El padre, en concreto, se compromete a asistir a talleres de formación, donde le ponen tareas y metas para cumplir en el hogar. Es decir, "aprenden a ser padres", como matiza el director del centro.



Y así, poco a poco, van transformando las chozitas del cerro y convirtiéndolas en hogares limpios y ordenados, "con un rinconcito para estudiar los niños e, incluso, con alguna planta", dice Azevedo.


Además de las clases "obligatorias", los padres van a trabajar voluntariamente al centro tres horas al mes por cada niño. "Mensajeros te ayuda y tú ayudas a Mensajeros", es la filosofía del compartir, que aquí se vive con total naturalidad.


Con el paso del tiempo y el seguimiento de los trabajadores de Mensajeros, las familias se van convirtiendo en comunidad. De hecho, para ir formando un círculo de calidad, cada familia invita a otra para entrar en el mismo proceso y plantearse metas concretas y revisables.


"Con esa comunidad, a la que visitamos a diario en los cerros, tenemos lectura, talleres para los padres, al tiempo que realizamos campañas contra la violencia familiar, el alcoholismo y las drogas", explica el director.


Más aún, Mensajeros de la Paz Perú está pensando en dar un paso más en esta atención integral a las familias de los cerros y poner en marcha un programa de capacitación laboral y de desarrollo de habilidades del hogar para las mujeres. De esta forma, esperan encontrarles trabajo de empleadas de hogar.


Y todo este milagro con los niños de los cerros lo realiza Mensajeros de la Paz Perú con financiación absolutamente privada: "Tenemos un equipo de 'ángeles', una docena de señoras que nos financian prácticamente todo, asi como el apoyo que recibimos del Centro meridional de España". A eso, hay que sumarle la subasta de arte que realizan todos los años, aunque últimamente casi no les aporta beneficios. Y de hecho, como dice Azevedo, "en estos momentos tenemos 170.000 dólares en números rojos".


De ahí que no puedan darle una mano de pintura a las instalaciones, limpias y bien cuidadas. Ni hacer otro centro en Apurimac, una zona de los cerros mucho más deprimida todavía. Eso sí, no pierden la esperanza de poder ponerlo en marcha algún día.


Para más información: https://es-es.facebook.com/mensajerosdelapazperu


www.mensajerosdelapaz-peru.org/

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