La directora de Cáritas Diocesana de Valencia, Aurora Aranda, subraya que “el verdadero corazón de Cáritas ha estado en el territorio” "Cada día ha sido 29 de octubre": un año después de la dana, Cáritas sigue al pie del cañón
Un año después de la dana, Cáritas Diocesana de Valencia ha preparado tres actos sencillos para conmemorar la tragedia
"Tras la experiencia, todos hemos cambiado", afirma la directora, Aurora Aranda. "Ha cambiado la mirada, la manera de enfrentarnos a la realidad, porque ahora sabemos qué puede pasar, y que puede volver a pasar"
"El 29 de octubre es una fecha grabada a fuego. Ha habido mucha resiliencia, a pesar de las adversidades. Pero será un día difícil. Aún hoy, cuando llueve un poco más de lo normal, vuelve el miedo"
"El 29 de octubre es una fecha grabada a fuego. Ha habido mucha resiliencia, a pesar de las adversidades. Pero será un día difícil. Aún hoy, cuando llueve un poco más de lo normal, vuelve el miedo"
| Xavier Pete
(Agencia Flama).- Una gran lona preside la fachada principal de la sede de Cáritas Diocesana de Valencia. Muestraun corazón de barro con grietas. Es duro, pero no está roto. Este corazón, explica la organización, representa la fuerza de la esperanza y la fragilidad de la vida a la vez. Y sigue allí, un año después de la dana que golpeó duramente la Comunidad Valenciana.
En el despacho de Aurora Aranda, directora de Cáritas Diocesana de Valencia, dos objetos reflejan el vínculo emocional con aquel episodio y el compromiso de la entidad: una tarjeta regalada por el prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral de la Santa Sede, el cardenal Michael Czerny —que visitó las zonas afectadas pocos días después del temporal— y un dibujo enmarcado del ilustrador Paco Roca, Premio Nacional del Cómic, en el que un joven camina por el barro con una escoba y una cesta en las manos. Es una escena sencilla pero contundente, como tantas de las que dejó aquel 29 de octubre de 2024. Aranda recibe a Flama en este primer aniversario, rodeada de recuerdos y convicciones.
-¿Qué representa la lona que sigue colgada en la fachada de la sede?
-Hemos mantenido la lona todo el año expuesta. En ella se ve un corazón de barro, endurecido, que representa el corazón de Cáritas: el de las personas que atendemos y acompañamos; el de los voluntarios; el de la Iglesia; el de todas aquellas personas que estuvieron en primera línea, pero también el de las que no estuvieron, y que ayudaron igualmente con su oración u otras formas de apoyo. Es un corazón que salió para dar esperanza en un momento muy difícil, y que sigue recordándonos que todavía estamos aquí, y que seguiremos estando.
-Este corazón parece frágil, pero sigue entero. ¿Qué simboliza realmente?
-Es un corazón que no está roto, porque sigue firme. A pesar de los momentos de dolor, dureza e impotencia, las Cáritas parroquiales han estado al lado de la gente, con una presencia constante en los barrios y pueblos, y lo están aún hoy. Quizás la parte más difícil de detectar ha sido la herida emocional, como pasa con la vida misma. Pero también eso se está trabajando y acompañando.
-¿Qué acciones conmemorativas ha preparado Cáritas para este primer aniversario?
-Serán tres actos sencillos, pero muy significativos. El lunes 27 haremos un acto de reconocimiento al voluntariado y a todas las personas que dieron apoyo, en La Rambleta, donde también presentaremos un documental. Aquella misma semana inauguraremos una exposición fotográfica en la Facultad de Teología, abierta durante todo el mes. Y el 27 de noviembre celebraremos un acto de agradecimiento a las empresas que colaboraron, tendiendo la mano en aquel momento.
-Desde el punto de vista personal, ¿cómo vivió usted aquella emergencia?
-Llevaba muchos años trabajando en Cáritas, pero solo un año como directora cuando llegó la dana. Fue un golpe duro, paralizó todo. Más que las acciones que hice, creo que lo más importante fue la disponibilidad. Ha sido un año complicado, y hubo momentos en los que pensé en tirar la toalla. Pero la fe me ha sostenido. Puedo decir que, si estoy aquí, es porque alguien ha querido que esté. Mi trayectoria ha pasado por muchos servicios: acogida a migrantes, animación comunitaria, secretaría general… pero este año me ha hecho entender lo que realmente significa dirigir una entidad como Cáritas en tiempos de crisis.
-¿Qué ha cambiado dentro de Cáritas tras esta experiencia?
-Todos hemos cambiado. Ha cambiado la mirada, la manera de enfrentarnos a la realidad, porque ahora sabemos qué puede pasar, y que puede volver a pasar. Hemos vivido una transformación a nivel de estructuras y organización, tanto interna como externa. Muchos hemos pasado de la impotencia a la sanación personal en muy pocos meses. Las Cáritas parroquiales han incorporado la mirada de emergencia y han mostrado una respuesta ejemplar, rompiendo barreras y sumándose a un objetivo común. El verdadero corazón de Cáritas ha estado en el territorio.
-Después de un año, ¿cuál es la situación ahora? ¿Qué valoración hacen del camino recorrido?
-Ahora vivimos con más serenidad. Aquellos primeros meses estaban marcados por la angustia, la preocupación, la incertidumbre. Pero el espíritu solidario es el mismo. Seguimos con la misma energía, reorientando nuestro papel, acompañando otras realidades, trabajando con nuevas claves. Estábamos allí porque ya estábamos antes, y estaremos el próximo año, y el siguiente. El plan de acción, que se reconfigurará en 2027, ha llegado a más de 20.000 personas, con un colchón de 20 millones de euros en ayudas directas. Todo esto ha sido posible gracias a la colecta más grande de la historia en una emergencia en España. La solidaridad fue realmente impresionante.
-¿Cómo se organizó la respuesta inicial en un momento tan caótico?
-Tuvimos que ampliar la red de almacenes. Tradicionalmente trabajábamos con uno, pero empezamos a usar iglesias como puntos logísticos. La parroquia de la Torre se convirtió en un centro neurálgico gracias al apoyo del ejército y los ayuntamientos. Lo mismo pasó en Paiporta, Catarroja… Fue muy emotivo ver cómo personas sin ningún vínculo previo con la Iglesia encontraban en Cáritas un lugar donde ayudar.
-¿Qué recuerdo personal guarda del 29 de octubre de 2024?
-El 29 de octubre es una fecha grabada a fuego. Ha habido mucha resiliencia, a pesar de las adversidades. Pero será un día difícil. Aún hoy, cuando llueve un poco más de lo normal, vuelve el miedo. Durante todo este año, para muchas personas implicadas, cada día ha sido 29 de octubre. Lo ves desde que sale el sol hasta que se pone. Y hemos tenido una mirada especial hacia los más vulnerables: niños, personas mayores, migrantes, personas sin hogar…
-¿Qué esperanza conserva de todo esto para el futuro?
-Quiero poder mirar atrás con esperanza. Hemos encontrado espacios de diálogo para construir un mundo más humano. Esta experiencia nos ha enseñado el valor de la fortaleza y de la compañía. Al final, lo más importante es estar: estar presente, acompañar, no abandonar.
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