Conversión de los criminales
Los criminales representan el lado más oscuro de nuestro pueblo y nuestra cultura, pero no podemos dejar que apaguen la luminosidad de la mayoría de quienes quieren construir una sociedad •
Editorial / SIAME. 07 de abril.- La Iglesia Católica, durante el tiempo de Cuaresma, tiempo penitencial, tiempo de conversión, nos invita a todos a revisar nuestra vida para reconocer lo que no está de acuerdo con el bien y con la verdad; es decir, todo aquello que nos aleja de Dios.
Nadie puede sentirse excluido de esta llamada a ser mejores y a vivir con mayor felicidad y paz interior. Sin embargo, esta llamada adquiere motivo de urgencia para aquellos que han hecho de su vida una opción consciente por el mal, causando una degradación a su propia persona e infinidad de problemas a los demás.
Nuestro país vive desde hace algunos años una de sus más severas crisis de delincuencia y criminalidad, reflejo de la decadencia social y moral en la que nos encontramos. Lo más grave no es la imagen que se tenga en el mundo de nosotros los mexicanos, sino lo que sucede dentro de nuestro propio país: una sociedad invadida por la inseguridad y la corrupción galopante.
El Papa Francisco se ha reunido hace unos días en Roma con numerosos familias que han sido víctimas de la mafia italiana, para manifestarles su cercanía y orar juntos a fin de superar las heridas que se llevan en el alma y el corazón. Pero junto a esto ha hecho una fuerte llamada a los mafiosos –como se les llama a los criminales italianos–, para que dejen su maldad.
La vida siempre es el tiempo oportuno para dejar de hacer el mal. Se pueden burlar de la justicia humana, pero no escaparán de la justicia divina. El camino para los criminales –ha dicho el Papa– es el infierno.
Nuestros obispos, comenzando por los de Michoacán, han denunciado este pecado social donde están involucrados los propios delincuentes y muchas autoridades corruptas y, sin duda, una parte de la sociedad que colabora o que es indiferente: es tiempo de conversión.
La Iglesia en México es la primera que debe ponerse en camino de conversión para ser un signo más claro del Evangelio y, desde allí, toda la sociedad. Los criminales representan el lado más oscuro de nuestro pueblo y nuestra cultura, pero no podemos dejar que apaguen la luminosidad de la mayoría de quienes quieren construir una sociedad.
De cara a la gran fiesta de la Resurrección, la Iglesia en México hace suyas las palabras del Papa Francisco y les recuerda a los hombres y mujeres que trabajan para el crimen organizado que la vida que llevan, “no les dará placer, no les dará alegría, no les dará felicidad”, y que el poder, “el dinero que ahora poseen de tantos negocios sucios, de tantos crímenes mafiosos, es dinero ensangrentado, es poder ensangrentado, y no podrán llevarlo a la otra vida… ¡Por favor, cambien de vida, conviértanse, dejen de hacer el mal! Y nosotros rezamos por ustedes: conviértanse. Lo pido de rodillas. Es por su bien”.
Editorial / SIAME. 07 de abril.- La Iglesia Católica, durante el tiempo de Cuaresma, tiempo penitencial, tiempo de conversión, nos invita a todos a revisar nuestra vida para reconocer lo que no está de acuerdo con el bien y con la verdad; es decir, todo aquello que nos aleja de Dios.
Nadie puede sentirse excluido de esta llamada a ser mejores y a vivir con mayor felicidad y paz interior. Sin embargo, esta llamada adquiere motivo de urgencia para aquellos que han hecho de su vida una opción consciente por el mal, causando una degradación a su propia persona e infinidad de problemas a los demás.
Nuestro país vive desde hace algunos años una de sus más severas crisis de delincuencia y criminalidad, reflejo de la decadencia social y moral en la que nos encontramos. Lo más grave no es la imagen que se tenga en el mundo de nosotros los mexicanos, sino lo que sucede dentro de nuestro propio país: una sociedad invadida por la inseguridad y la corrupción galopante.
El Papa Francisco se ha reunido hace unos días en Roma con numerosos familias que han sido víctimas de la mafia italiana, para manifestarles su cercanía y orar juntos a fin de superar las heridas que se llevan en el alma y el corazón. Pero junto a esto ha hecho una fuerte llamada a los mafiosos –como se les llama a los criminales italianos–, para que dejen su maldad.
La vida siempre es el tiempo oportuno para dejar de hacer el mal. Se pueden burlar de la justicia humana, pero no escaparán de la justicia divina. El camino para los criminales –ha dicho el Papa– es el infierno.
Nuestros obispos, comenzando por los de Michoacán, han denunciado este pecado social donde están involucrados los propios delincuentes y muchas autoridades corruptas y, sin duda, una parte de la sociedad que colabora o que es indiferente: es tiempo de conversión.
La Iglesia en México es la primera que debe ponerse en camino de conversión para ser un signo más claro del Evangelio y, desde allí, toda la sociedad. Los criminales representan el lado más oscuro de nuestro pueblo y nuestra cultura, pero no podemos dejar que apaguen la luminosidad de la mayoría de quienes quieren construir una sociedad.
De cara a la gran fiesta de la Resurrección, la Iglesia en México hace suyas las palabras del Papa Francisco y les recuerda a los hombres y mujeres que trabajan para el crimen organizado que la vida que llevan, “no les dará placer, no les dará alegría, no les dará felicidad”, y que el poder, “el dinero que ahora poseen de tantos negocios sucios, de tantos crímenes mafiosos, es dinero ensangrentado, es poder ensangrentado, y no podrán llevarlo a la otra vida… ¡Por favor, cambien de vida, conviértanse, dejen de hacer el mal! Y nosotros rezamos por ustedes: conviértanse. Lo pido de rodillas. Es por su bien”.