Crece devoción a San Benito ante el ascenso del ocultismo



Carlos César Montiel González / Presidente del Consejo de Analistas Católicos de México. 03 de octubre.-Existe un absurdo colectivo, por ignorancia o malicia, donde la sociedad ha cambiado los milagros por la superchería, la religión por las sectas, incluso la tecnología y modernidad por lo sobrenatural. Hombres y mujeres buscan desesperadamente experimentar y acercarse a la frontera de lo desconocido para descubrir cambios en su vida social y quehacer económico-político, romper con la monotonía o la dificultad por ser alguien.

La terrible ignorancia continua llevando a las personas a caer en el engaño o en la seducción de practicar el ocultismo, entendido como el conjunto de conocimientos y prácticas rituales con las que se pretende penetrar y dominar fuerzas poco conocidas de la naturaleza.

Para superar sus males personales, el ocultismo (del latín occultus) entra en una nueva etapa de auge empleando las tradicionales prácticas esotéricas, de brujería, hechicería, como de satanismo, magia y adivinación.

Ante la creciente ocultista, la devoción a San Benito va en aumento (principalmente el uso de su modelo de cruz-medalla, aprobada en el año 1742 por el Papa Benedicto XIV), utilizada como “amuleto” por los supersticiosos, y como devoción o protección por creyentes.

Quienes se dedican a realizar limpias o alejar las “malas vibras”, solicitan a sus clientes adquirir la cruz-medalla para realizar el trabajo con éxito; en otras palabras, para poder alejar el mal en la persona que supuestamente lo padece. Curanderos o chamanes, magos o brujos, consideran de gran valor la cruz-medalla porque a San Benito se le atribuyen milagros en los cuales tiene poder para alejar el mal. Sin embargo, para ellos es sólo un instrumento que complementa su ritual.

El Papa San Gregorio Magno –biógrafo del santo- narra que cierta ocasión “un vaso que contenía veneno se quiebra cuando San Benito hace la señal de la cruz sobre el”. También se narra que “uno de sus discípulos se siente perturbado por el maligno, y el santo le manda hacer la señal de la cruz sobre su corazón para verse librado”. Cabe recordar que la Cruz simboliza la pasión salvadora de Cristo, que venció el poder del mal y la muerte. Otro ejemplo, por el año 1647 “durante un proceso judicial, unas mujeres consideradas hechiceras declararon que no habían podido dañar a la cercana abadía de Metten, porque estaba protegida por el signo de la cruz”.

A lo largo de este 2010, la devoción a San Charbel y San Judas Tadeo, dieron paso a la devoción a San Benito. Actualmente, se comercializan en diversos metales (chapa, plata y oro) medallas de diversos tamaños, así como cruces y dijes en forma de llave con la medalla incrustada, todas con la leyenda en latín: “CRUX SANCTA SIT MIHI LUX, NON DRACO SIT MIHI DUX, VADE RETRO SATANA, NUMQUAM SUADE MIHI VANA, SUNT MALA QUAE LIBAS, IPSE VENENA BIBAS”. Traducida al español: “La Santa Cruz sea mi luz, no sea el demonio mi guía. ¡Apártate, Satanás! No sugieras cosas vanas, maldad es lo que brindas, bebe tú mismo el veneno”.

Los santos no son quienes por su poder realizan el milagro, sino Dios a través de ellos; afortunadamente la medalla de San Benito es recomendable para los católicos y de gran utilidad para alejar el mal, solicitar la intercesión y misericordia de Jesús (Salvador del género humano) para vencer tentaciones, dudas y miedos.
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