La célula fundamental de la sociedad padece cáncer

El primer domingo de marzo se celebra en México “El día de la Familia”, una iniciativa impulsada en el sexenio del presidente Vicente Fox Quesada, por organizaciones empresariales y el Consejo de la Comunicación. El objeto de este día es el redescubrimiento de los valores familiares y promover la defensa de la familia ante los ataques que están vulnerando su integridad.
El día de la Familia, de acuerdo al decreto presidencial publicado en el Diario Oficial de la Federación el 1 de marzo de 2006, tiene sus antecedentes en la organización espontánea de la sociedad civil, con la participación del gobierno federal, para conmemorar el primer domingo de marzo de cada año el día de la familia, por lo que se eleva a nivel de decreto del Ejecutivo Federal para preservar los principios que siempre han caracterizado a la nación mexicana.
Y ¿cuáles son los principios que siempre han caracterizado a la sociedad mexicana? Seguramente son aquéllos que afirman que la familia se constituye teniendo al matrimonio como base de la llamada “célula fundamental”, la familia tradicional con valores religiosos radicados en la doctrina católica.
Sin embargo, la sociedad mexicana ha venido cambiando y los paradigmas de esta familia ideal se han transformado. La insuficiente educación sexual de los adolescentes han provocado la presencia de madres solteras que, a tierna edad, están obligadas a criar y educar a sus hijos o el impulso que han hecho los grupos de izquierda de este país para constituir, legalmente, las uniones de hecho entre personas del mismo sexo.
Por otro lado, hay otros problemas que se presentan en las familias, particularmente la violencia y maltrato a la mujer y a los hijos. El cardenal arzobispo primado de México ha afirmado que el día de la familia es una ocasión propicia para reflexionar en las tinieblas en las cuales se puede encontrar la familia de cada católico... Tinieblas que envuelven a la comunidad familiar cuando hay falta de respeto entre cónyuges, la infidelidad y el adulterio, los golpes y la violencia, el maltrato moral a los hijos, la falta de comunicación, el alcoholismo y la drogadicción. El prelado ha afirmado, por otro lado, que sólo la persona de Jesús, la Luz del mundo, vence estas tinieblas, “hace falta la presencia de Jesucristo en medio de la familia para salir adelante. Los esposos cristianos tienen el sacramento del matrimonio, que con la presencia del Señor en medio de su relación, puede vencer al pecado y al mal que por la fragilidad humana se hace presente en el hogar”. (Homilía 2 de marzo 2008).
El pasado Encuentro Mundial de las Familias quiso llamar la atención de la sociedad mexicana sobre los riesgos que se ciernen sobre las familias. Quizá el Encuentro aportó los elementos que dieron luz a las familias católicas para perseverar en la lucha. Sin embargo, México vive tiempos que cimbran la estructura familiar: los hijos tienen escasas oportunidades, los ingresos del hogar se ven, cada día, minimizados ante la carestía y la inflación en los precios de la canasta básica; la juventud es acechada por la delincuencia organizada para reclutar a los menores, principalmente, quienes andan en búsqueda de dinero; los divorcios se han incrementado; el sector salud tiene como obligación otorgar la píldora del día siguiente a las mujeres... La familia mexicana, más que nunca, necesita de la luz de Cristo. Sobre ella, se ha construido la identidad de este país; nos guste o no, los mexicanos aún se sienten profundamente cohesionados en la llamada "célula fundamental" que sufre de cáncer.