Marchemos…

La abundante nieve caída imprime aún fuerza y caudal al Urederra. Apenas da señales de vida la primavera, pero entre la roca muda y la arboleda desnuda avanza una marcha alegre y colorida, cargada de esperanza. Recién estrenada la tarde, tras la gran furgoneta con la megafonía, el grupo desborda coraje y entusiasmo. Camino de Zudaire, pequeños y mayores sudan en un mismo empeño. No faltan abuelas orgullosas enfundadas en sus chandals. “Ttipi, ttapa, ttipi, ttapa… Korrika!”

Cuando los que corren se cansan, los ciclistas ceden a los primeros sus bicis y ellos bajan al asfalto y así se van turnando y así el pelotón avanza con el mínimo esfuerzo. Todas las marchas de elevadas metas son necesarias. Ahora la “Korrika” a favor del euskera, mañana, entre el 2 de octubre y el 2 de Enero, la marcha mundial a favor de la paz (www.theworldmarch.org).

Esta marcha planetaria, que unirá a las gentes de todos los continentes en un mismo clamor itinerante de cese de toda violencia, no tiene precedentes. Desde Nueva Zelanda hasta los Andes, la columna, abierta a personas, grupos y organismos, discurrirá a lo largo de 160.000 kms. y pretende llegar a la mayor parte de la población mundial. Unos por su lengua, otros por la paz, podríamos mencionar también las marchas por la tierra, por la libertad, por los derechos humanos en tantos rincones del mundo…, todos los pasos son imprescindibles.

Lo importante es ir tras intangibles, salir unos al paso de los otros y correr, correr a través de las curvas de nuestros días, sin parar hasta el alba. Lo importante es movernos, ayudarnos, no quedarnos quietos en medio de este invierno de sobrepregonada crisis; mantener la visión amplia para hacer nuestros los empeños de otros hombres y mujeres que caminan; desterrar para siempre el supremo error del “sálvese quien pueda”...

Lo importante son las gentes y los pueblos que se olvidan de sí mismos y se responsabilizan del bien de todos. Todas las marchas son importantes, sobre todo las que abren alta y ancha su mirada. Lo importante es atravesar juntos la noche, cediéndonos bicicletas, compartiendo pan, sudor, niebla y lluvia…

Quien mueve las piernas, mueve el corazón. La tierra, la paz, la fraternidad planetaria, la lengua y las tradiciones de los pueblos… son sobrados motivos para calzar zapatillas. ¡Unidos en generosos propósitos, solidarios en medio de un mundo urgido, nunca nos detendrá la noche, nunca nos congelarán inviernos tardíos!
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