#triduopascualfeminista2025 DOMINGO DE RAMOS: ME GUÍAS, TE SIGO

DOMINGO DE RAMOS: ME GUÍAS, TE SIGO
DOMINGO DE RAMOS: ME GUÍAS, TE SIGO

"Y le seguía gran multitud del pueblo, y de mujeres que lloraban y hacían lamentación por él. 28 Pero Jesús, vuelto hacia ellas, les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloren por mí, sino lloren por ustedes mismas y por sus hijos. 29 Porque he aquí vendrán días en que dirán: Bienaventuradas las estériles, y los vientres que no concibieron, y los pechos que no criaron. 30 Entonces comenzarán a decir a los montes: Caigan sobre nosotros; y a los collados: Cúbranos. 31 Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco, qué no se hará?" Lc 23, 27-31

Sangre, sudor, llanto, desesperanza, moscas, impotencia, calor,... el Rabí con paso lento trastabillando camina, mientras ellas ven a este varón de dolores, que apenas unos días antes acariciaba a los niños, a ellas las acogía con mirada tierna y hablándoles las confiaba al amor de la Madre/Padre misericordioso. Haciéndoles sentir que eran valiosas, escuchando sus pesares, las restituía como creaturas amadas de la divinidad celestial. Su voz potente, les hablaba del consuelo de saberse creadas con amor eterno por el Creador. Pero ahora, el rostro desfigurado, la túnica desgarrada, las moscas posándose sobre la llaga sanguinolenta que era su espalda lacerada, mientras gruesas gotas de sudor resbalaban lentamente desde sus sienes donde las espinas habían perforado su piel, no obstante apenas teniéndose en pie, dio unos pasos hacia ellas que sostenían en sus brazos a chiquillos andrajosos, otros enfermos, que veían con desconsuelo que Aquél que les trasmitía paz y esperanza, ahora era un guiñapo sanguinolento, despojo viviente que se encaminaba a la muerte, y una de las más cruentas. No obstante se detuvo a consolarlas, para hacerles saber, para hacerles sentir que no estaban solas, que Él la reconocía y las llevaba con sigo mismo.

Pero también con sus palabras, les advertía de lo que vendría y entonces tendrían la capacidad de superarlo por y con la enseñanza recibida, por tanto ellas necesitan trasmitirla a sus hijas, a sus hijos, para estar preparados para cuando sucediera.

Esta escena que es desgarradora, es una de varias de cuidado, amor, protección,  consuelo, esperanza, misericordia que Jesús varón de dolores, realizó camino y en el Gólgota.

Sabe del dolor físico, emocional, discriminatorio que las mujeres viven, y aún con las pocas fuerzas que le quedan, les advierte de lo por venir, porque sabe que ellas poseen la fuerza que muchos varones de su cultura machista y patriarcal no ven y menos reconocen. Sabe de las capacidades tanto físicas como emocionales para sobrevivir ante tanta discriminación que aquéllas viven. Conoce del duro trabajo que tienen que desarrollar en ese entorno precario no solo maltratadas por muchos hombres de su raza, sino también sometidas por los romanos imperialistas. Y ahí entre tanto desconsuelo y pareciendo que la aridez y la muerte avasallan todo, ahí están el pobre de Nazaret y ellas, mirándose a los ojos en su dolor, sabiéndose identificados en su humillación, queriendo encontrarse una vez más en la desesperanza, el maestro va a la muerte, él lo sabe, ellas también. Pero entonces, qué ha pasado, pues aunque el encuentro es doloroso, queda en el ambiente un cerco de esperanza, consuelo doloroso que sólo una mujer de su cultura puede entender, aunque las palabras parecieran que como lozas caen en ellas, aun entre tanto dolor está la advertencia, la señal de cuidado protector que el Maestro les otorga, porque sabe de su capacidad resiliente y perseverante para cuidar a los suyos, aún de ellos mismos. Y Jesús en sus palabras, se los dice, les hace saber que confía en que ellas sabrán proteger a los suyos basándose en las enseñanzas que mutuamente se han prodigado.

 Porque así es, ellas primero enseñaron a Jesús, lo que para Él como verdadero hombre de su tiempo y de su cultura era lo habitual, pero no lo correcto. Apelaron a su buen juicio y Jesús discerniendo a través de la oración, captó lo que no era correcto para entonces asumir el papel de guía para ellas, y conducirlas por el camino del amor y misericordia hacia la Madre/Padre celestial.

Así que aunque la despedida era dolorosa, había esperanza, pues Él sereno, aceptando lo que vendría, les pide que no lloren por Él, que sepan que vendrán tiempos arrolladores con sumo dolor para todos, pero que si ellas son capaces de recordar y seguir sus enseñanzas y enseñar a otros, podrán una vez más superar el dolor y encontrar la fortaleza de saberse hijas de la Altísima/del Altísimo celestial.

Martha Eugenia,

Mujer Mariposa.

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