#sentipensares INSTRUIDA AÚN EN EL SUEÑO
| Martha Eugenia, Mujer Mariposa
"Bendigo a Yahveh que me aconseja; aun de noche mi conciencia me instruye" Sal 16, 7
Escuchaba la predicación del sacerdote y vino a su mente la cita del salmista, en esos momentos sonrió contenta y siguió poniendo atención, mientras se ejercitaba.
Su voz la despertó totalmente, era clara, contundente. Estaba en dos espacios, era el momento antes del alba, acostada, tenía aún cerrados los ojos, pero la mente lúcida y su voz sonora no paraba, hasta que terminó diciendo: Para gloria de Dios, mientras también, se sabía en el templo testimoniando. Estaba dormida hasta unos momentos antes. Lo que la había despertado de manera cabal, fue escucharse.
El templo estaba lleno, había muchas familias, el grupo coral, estaba compuesto por una familia numerosa que en los momentos precisos invitaban a la feligresía a entonar alabanzas, durante la celebración eucarística.
Entonces el joven sacerdote, en un momento dado, invitó a los participantes, para que dieran testimonio de la presencia del Señor en sus vidas. Motivada, había alzado la mano, pero el presbítero aunque la vio, la omitió. No solo eso, sino que públicamente le hizo saber, que tendría que esperar, y le cedió la palabra a otro feligrés. Mientras, impaciente esperaba. El sacerdote, cuando terminó el primer testimonio, esperó a que otro más se animara y al ver que sólo ella seguía manteniendo la mano levantada, no tuvo más remedio que cedérsela.
Había muchos oyentes, el grupo de niños inquietos y juguetones, acompañados por sus catequistas que se esforzaban por seguir el rito litúrgico, también las familias que silentes que atentas escuchaban al joven sacerdote. Era de esas veces en que el templo estaba muy concurrido. Entonces recordó que eso que pasaba ya lo había vivido. Era como un déjà vu (fenómeno psicológico que consiste en la sensación de haber vivido antes una situación nueva, pero que en realidad nunca ocurrió).
Sabía que en el grupo de alabanza faltaba un joven integrante, pues había muerto. No obstante, la familia seguía participando en el ministerio de canto, en las celebraciones eucarísticas. Solo ella y la familia del joven, sabían el porqué de su ausencia.
Cuando le permitieron la palabra, se levantó, tomó el micrófono y empezó a testimoniar invitando a la feligresía al servicio para con el otro, poniendo de ejemplo al joven cantante, que hasta su muerte, lo hizo con alegría, pues con su actuar testimonió la presencia del Señor en su vida, ya que a eso éramos llamados los bautizados. "Ustedes son la sal del mundo. Si la sal pierde el sabor, ¿para qué va a servir? ¡Sólo para que la boten y la pisoteen por inservible!" Mat 5, 13.
Entonces se daba cuenta que varios lugares empezaban a desocuparse, la gente se iba yendo. Para muchos la predicación de una laica como ellos no les era importante, así que mejor se retiraban. No obstante, seguía. El micrófono en algunos momentos fallaba, pero ella continuaba. Percibía que algunos atentos estaban, entonces enfocaba su mirada en ellos, queriendo establecer contacto más sentido. En eso vio a su Mam y aunque la sabía ya con la Madre/Padre celestial, veía que la escuchaba con atención. Se sintió contenta de verla, y con mayor ímpetu prosiguió. Su Mam había sido la que la había invitado a realizar ese crucial encuentro con el Señor, hacía ya casi 33 años. Ese hecho había sido un parte aguas en su vida para sumo bien.
Y ahora en el templo, ella seguía invitando a los demás a en el servicio por el otro, a encontrar y a llevar la presencia del Señor. No se desanimaba al ver los lugares vacíos, se concentraba en los que atentos escuchaban, y prosiguió, hasta que su voz nítida y decisiva la sacó del sueño, no podía parar, necesitaba finalizar. Se escuchó por varios momentos, mientras completaba su testimonio, y al terminar, se despertó cabalmente.
Asombrada sonrió, pues comprobó una vez más lo que el Señor le había enseñado en su Palabra: "Aun de noche mi conciencia me instruye" Sal 16, 7b.