#pascuafeminista2025 10 de mayo: Honrar a las Madres del Desierto

10 de mayo: Honrar a las Madres del Desierto
10 de mayo: Honrar a las Madres del Desierto


En México, este día celebramos a las madres. Hoy quiero hacer memoria de unas madres distintas, antiguas y sin embargo vigentes: las Madres del Desierto, mujeres del siglo IV y V que buscaron en el silencio del desierto una libertad radical, un modo otro de estar con Dios, más allá de los moldes impuestos por la cultura patriarcal de su tiempo.

Se les llamó "madres" Ammas no por los hijos nacidos de su vientre, sino por la sabiduría que engendraron, por el consuelo que ofrecieron y por las comunidades que nutrieron desde el amor, la oración y el discernimiento.

Amma Sara eligió la soledad para cultivar su libertad espiritual. Fue fuerte frente a las críticas, firme en su autonomía.
En tiempos donde tantas mujeres defienden su dignidad frente a juicios sociales o eclesiales, el llamado ignaciano a "buscar y hallar a Dios en todas las cosas" nos impulsa a buscar a Dios también en nuestras decisiones valientes y solitarias.

Amma Sinclética provenía de una familia noble y renunció a todo para acompañar a mujeres en búsqueda de sentido.
Ella supo acompañar sin imponer, sanar sin dominar. Hoy nos recuerda que el acompañamiento espiritual no nace del poder, sino de la compasión encarnada.
Amma Teodora fue consejera de muchas mujeres y hombres. Su sabiduría, tejida desde la experiencia, promovía una espiritualidad de proceso, no de perfección. En el camino del discernimiento, acogemos nuestros deseos más hondos no como errores que corregir, sino como brújula que nos guía hacia la plenitud. Amma Teodora nos invita a habitar nuestra fragilidad como espacio de gracia.

Hoy, quiero nombrar como madres del desierto contemporáneo a tantas mujeres que atraviesan desiertos reales y simbólicos:

•⁠ ⁠A las madres buscadoras, que remueven la tierra con sus propias manos para encontrar a sus hijas e hijos desaparecidos.
•⁠ ⁠A las madres que enfrentan la violencia institucional, que bajo el invento patriarcal de la violencia vicaria, les arrebata injustamente la custodia, el cuidado y el vínculo con sus hijas/os
•⁠ ⁠A las madres migrantes, separadas de sus familias por políticas crueles, muros y fronteras.
•⁠ ⁠A las mujeres desplazadas por la violencia, que viven lejos de sus raíces, buscando reconstruir la vida en tierra ajena.
•⁠ ⁠A las que viven el desierto del cuerpo enfermo
•⁠ ⁠A las madres de hijos e hijas con discapacidad, que día a día enfrentan el mundo capacitista con una ternura combativa que también es profecía.
•⁠ ⁠A las mujeres que acompañan a víctimas de violencias machistas, sosteniendo con sus cuerpos y palabras los procesos de sanación, justicia y dignidad.
•⁠ ⁠A las mujeres religiosas que luchan contra el clericalismo, fieles al Evangelio y a la justicia, incluso cuando eso implique cuestionar estructuras dentro de su propia Iglesia.
•⁠ ⁠Y a todas las mujeres de Iglesia, profetas de este tiempo, que construyen comunidades igualitarias, conscientes de los signos de los tiempos, sembrando con esperanza una espiritualidad que libera y humaniza.

Estas mujeres, como las ammas del siglo IV, nos enseñan que el desierto no es sólo un lugar de soledad y prueba, sino también de revelación y comunión. Son madres de esperanza, madres de justicia, madres de consuelo.

Que sus huellas sigan inspirando a quienes buscamos no un dios patriarcal que impone desde el trono, sino al Dios Padre y Madre, a la Ruah —soplo de vida, consuelo y rebeldía—, que alienta nuestras resistencias, nos acompaña en la intemperie y nos llama con ternura desde lo más hondo.

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