#sentipensar Cuando lo vi por primera vez en nuestra puerta…

A nivel de iglesia, estamos invitados a vivir la experiencia sinodal, en otras palabras, a caminar juntos, pero me surgen muchas preguntas y de pronto pensaba que hasta en nuestro deseo de caminar juntos, estamos esquematizados, ¿con quién caminamos o queremos caminar juntos?

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Cuando lo vi por primera vez en nuestra puerta…

Cuando toco por primera vez en nuestra puerta y lo vi, jamás pensé que se iba a quedar, a convertir en un amigo diferente, en alguien que se preocupaba por mí. Él me dice monita…

Al ver su aspecto, me imaginé que me iba a pedir, pero extendió su mano para saludarme y eso me impactó… después me acompañaba en mi ruta… me esperaba cuando llegaba tarde de la universidad… se sacudía las manos de la basura y se limpiaba como podía para saludarme… me preguntaba ¿cómo estaba?, ¿cómo me había ido? Y bueno… por mi parte, yo intentaba motivarlo a que hiciera algo diferente, algunas veces me decía que sí… en navidad quería que fuera a su casa para que la decoráramos y hasta lo intentamos… pero él no tiene casa, duerme debajo de un puente… y un día nos separamos… después de muchos años nos hemos encontrado pocas veces y para mí siempre es una alegría cuando lo veo, él tiene algo especial y diferente que me llena el alma. Hoy lo vi, estaba feliz con su mascota “Flamingo” … me sigue diciendo monita… sé que no soy yo quien tiene algo para ofrecerle, es él quien me recarga a mí. Se llama Juan.  

A nivel de iglesia, estamos invitados a vivir la experiencia sinodal, en otras palabras, a caminar juntos, pero me surgen muchas preguntas y de pronto pensaba que hasta en nuestro deseo de caminar juntos, estamos esquematizados, ¿con quién caminamos o queremos caminar juntos? Con los de nuestra casa, parroquia o trabajo. Tal vez haya otros lugares en los que las personas ya están caminando a nuestro lado o a quienes no les hemos permitido hacerlo, porque no se trata de un momento puntual, se trata de una vida, de renunciar a nuestro tiempo, de darnos un poco a los demás, de detenernos en la prisa de nuestros días que nos absorbe y nos impide hacernos conscientes de aquel que va a nuestro lado.

Comunión, participación y misión, desde las entrañas, dese un amor profundo y sincero que nos une, nos integra y nos permite darnos. Entonces, pienso en Juan, en las personas que están en situaciones similares y ¿cómo puedo hacerlo participe de esta experiencia? No me veo haciéndole la pregunta de consulta, Juan ¿cómo se realiza hoy este “caminar juntos” en la propia iglesia particular? Y como ya lo he dicho anterior mente, siento que es él quien me recarga y no al contrario.

Que, en este tiempo de preparación a la venida del Espíritu Santo, nos dispongamos para que sea Él, quien nos enseñe a “caminar juntos” y a hacerlo desde el corazón.

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