Un santo para cada día: 5 de enero S. Simeón Estilita (Prototipo del anacoreta)

San Simeón Estilita
San Simeón Estilita

Colgado de esta columna entre el cielo y la tierra el Estilita iba a pasar los últimos 37 años de su vida sin apenas comer, sin apenas dormir, ratos en pie y otros postrado, en constante oración

En los dos mil años que llevamos de cristianismo hemos podido asistir a diversas manifestaciones de religiosidad, digamos que la búsqueda de la santidad se ha intentado por caminos diferentes. En los primeros siglos nos encontramos con los mártires y una vez que pasaron las persecuciones aparece el anacoretismo que es otra forma de seguir a Cristo muy en consonancia con el espíritu de la época. Los siglos IV y V van a ser unos tiempos en los que ser anacoreta era lo más normal del mundo, se les podía ver sobre todo en la parte oriental del mediterráneo.

A finales del siglo IV vemos a Simeón pastorear sus ganados por los alrededores de Sisan, el pueblo donde él había nacido y que estaba situado entre los límites de Cilicia y Siria.  La vida del zagal no era otra que recorrer  los prados de las cercanías soportando las inclemencias del tiempo, convirtiéndole en un  espartano, rudo, pero cristiano tal y como le habían enseñado a ser sus padres, personas humildes y sencillas de los que a duras penas había aprendido a rezar; pero hete aquí que una mañana cuando se disponía a sacar el ganado se encontró con que el campo estaba totalmente cubierto de nieve y entonces se decidió a entrar en la iglesia donde estaba un sacerdote predicando . Esto sería el comienzo de un cambio de rumbo que le llevaría a las puertas de un convento para solicitar su ingreso cuando andaba por los catorce años.

La vida conventual no le supuso grandes sacrificios y esfuerzos para lo que estaba acostumbrado, al contrario, le parecía blanda por lo que se cambió a otro convento con reglas más exigentes que él mismo endurecería aún más con sus penitencias y ascetismos, hasta el punto de que llegó a ser un problema para la comunidad que veía en él a un tipo excéntrico y perturbador, por lo que muchos monjes comenzaron a mirarle con malos ojos. Ante la situación creada, el abad le invitó amablemente a abandonar la vida conventual, lo que le llevó a vivir en solitario.  Fuera ya del convento, busca un lugar idóneo lejos del mundo, encontrando un monte cerca de Telaniso y fue allí donde emprendió una vida de penitencia y austeridad excepcionales, que pudo soportar porque solo tenía 23 años y aún era muy vigoroso. Después de consultar a un anciano sacerdote llamado Baso, intentó pasar la cuaresma entera sin beber una gota de agua y sin probar bocado. En previsión por lo que pudiera pasar, la prueba se llevaría a cabo teniendo preparado diez panes y un recipiente de agua por si acaso.  Simeón se encerró en una gruta y allí no hizo otra cosa que rezar y meditar. Al término de la cuaresma, Baso fue a visitarle y le encontró extenuado y moribundo, pero pudo recuperarlo. Esto sería solo el comienzo.

Internándose en los montes encontró un lugar todavía más agreste y solitario donde se construyó un recinto enclaustrado y allí se encadenó a una roca para poder vivir en contacto permanente con Dios apartado totalmente del exterior; pero para disgusto suyo al lugar comenzó a acudir gente de toda condición. Hay que tener en cuenta que en estos tiempos los anacoretas gozaban de un gran prestigio y reconocimiento social. La gente les tenía por personas excepcionales con una enorme capacidad de influir en la vida y las decisiones de los ciudadanos. No sabía ya que hacer para encontrar ese lugar de retiro que el buscaba, donde la gente no le molestara y pudiera vivir su íntima relación con Dios de forma ininterrumpida. Hasta que se le ocurrió lo de la famosa columna, una elevada plataforma con un espacio de apenas veinte metros, donde pasar los días y las noches. Leyendo la vida de este anacoreta pareciera que estamos asistiendo a un relato novelado, pero no, todo está bien documentado por el monje Teodoreto que le conoció bien y lo que nos dice de él es absolutamente creíble.

San Simeón Estilita
San Simeón Estilita

Colgado de esta columna entre el cielo y la tierra el Estilita iba a pasar los últimos 37 años de su vida sin apenas comer, sin apenas dormir, ratos en pie y otros postrado, en constante oración.  Semejante hecho tan insólito suscitó una expectación inusitada. De todas partes acudían buscando sus oraciones, sus milagros o que hiciera de mediador en sus pleitos. Desde lo alto de su columna como en un púlpito predicaba, exhortaba, bendecía, aconsejaba a la concurrencia donde había de todo, gentes sencillas e importantes. Un día del año 459 la muerte puso fin a la vida del que fuera posiblemente el más grande asceta del cristianismo de todos los tiempos                     

Reflexión desde el contexto actual:

Los secretos de la vida espiritual son inescrutables. El cristianismo ha sido es y será siempre el mismo, no así la forma de vivirlo, que va cambiando con los tiempos. Hoy no nos serviría el modelo de vida de Simeón Estilita, pero nos seguiría valiendo su actitud humilde y su inquebrantable decisión de dar un trato preferente a las exigencias del espíritu. Aquí está el mensaje de estos hombres que vivieron una vida heroica, soportando todas las inclemencias y negaciones corporales, precisamente porque estaban convencidos de que sobre las ruinas del cuerpo podían construir un templo para el espíritu. La espiritualidad ha ido cambiando y hoy al cuerpo  más que un enemigo se le ve como compañero inseparable del espíritu, pero aun así hay que atarle corto.

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