"El Cristianismo es gracia, es sorpresa, y necesita un corazón capaz de sorprenderse" Francisco: "Jesús ha muerto pero ¡ha resucitado! La fe nace de la Resurrección"

(Jesús Bastante).- "El Cristianismo no es una ideología, no es un sistema filosófico, es un camino de fe, que parte de un acontecimiento, testimoniado por los primeros discípulos de Jesús. ¡Jesús está vivo!, éste es el núcleo del mensaje cristiano". El Papa Francisco levantó la bandera de la Resurrección de Jesús frente a aquellos que, dos mil años después, siguen pensando que el final estuvo en la Cruz.

Mañana soleada, aunque fría, en Roma. El Papa Francisco, abrigado con la dulleta, realiza el habitual recorrido por la plaza de San Pedro en el jeep móvil. Besando niños, saludando con una sonrisa a todos, probando el mate que se le ofrece, intentando recoger gorras, banderas, caricias, perdiendo el solideo por el golpe del viento en la Ciudad Eterna... La alegría de quien sabe que Cristo ha resucitado, y que se proclama con los gestos, con la felicidad que transmite el rostro del argentino más universal.

Una alegría que se transmite también, a través de sus palabras, que giraron en torno a la carta de San Pablo a los Corintios. Desde el comienzo de su intervención: "Jesús resucitado es nuestra esperanza", recalcó Bergoglio, quien insistió en que "la Resurrección es el último argumento afrontado en la carta de San Pablo, pero en el orden de importancia era el primero. Todo sale desde este presupuesto".

Y es que "Pablo da un dato inopinable, que no es fruto de una reflexión de cualquier sabio. Un hecho, un simple hecho, que ha intervenido en la vida. El cristianismo nace de aquí", de la Resurrección de Jesús. "Pablo lo resume de este modo: Jesús ha muerto por nuestros pecados, fue sepultado, al tercer día resucitó y se apareció a Pedro y los doce. Este es el hecho".

"Jesús está vivo. Este es el núcleo del mensaje cristiano", volvió a proclamar Francisco, porque "éste es el último elemento del Misterio Pascual, el núcleo central de la fe. Jesús ha resucitado. Si todo hubiera terminado con la muerte, no podría generar nuestra fe, es un error".

"No, ha muerto pero ¡ha resucitado! La fe nace de la Resurrección", incidió el Papa, quien apuntó que "aceptar que Cristo ha muerto crucificado no es un acto de fe, es un hecho histórico. Pero creer que ha resucitado, sí. Nuestra fe nace la mañana de Pascua".

El ejemplo de Pablo es paradigmático, para todos los creyentes, pues "Pablo era un perseguidor de la Iglesia, orgulloso de su convicciones. Se sentía un hombre con ideas limpias... pero en este cuadro perfecto, porque todo era perfecto en Pablo, un día ocurrió algo absolutamente impredecible. El encuentro con Jesús Resucitado en el camino de Damasco".

Un hecho que "no fue tanto que un hombre cayera a la tierra, sino el de una persona que se aferró a un acontecimiento que le cambió la vida por completo", señaló el Papa. Y, entonces, "el perseguidor se convierte en apóstol, porque ha visto a Jesús vivo, ha visto a Jesucristo Resucitado: éste es el fundamento de la fe de Pablo, de los apóstoles, de la Iglesia, y de nuestra fe".

"Qué hermoso pensar que el Cristianismo es, esencialmente, esto. No tanto nuestra búsqueda de Dios, sino que Jesús te aferra, te ha conquistado para no dejarte jamás. El Cristianismo es gracia, es sorpresa, y por eso necesita un corazón capaz de sorprenderse". Porque "un corazón racional es incapaz de sorprenderse, y no puede aceptar en su interior al Cristianismo. La gracia se percibe, se encuentra, en el estupor del encuentro", añadió el Papa.

Y, para ello, no importa que seamos pecadores, "todos los somos", sino "ser como las personas de las que habla el Evangelio". Por ello, Francisco pidió a los presentes "id camino del sepulcro, mirad la piedra, y pensad que Cristo está preparando para mí, para todos, un futuro inesperado".

"Caminemos a nuestro propio sepulcro, todos tenemos algo dentro, en el corazón. Miremos dentro, y veremos cómo Dios es capaz de resucitarnos", añadió el Papa. "Esto es felicidad, es alegría, vida, donde todos pensaban que sólo habría tristeza tenebrosa. Dios ha hecho florecer sus flores más bellas en mitad de las piedras más áridas".

"Ser cristiano significa no partir de la muerte, sino del amor de Cristo por nosotros, que ha vencido a la gran enemiga. A Dios solo le basta una candela para vencer la oscuridad de la noche", concluyó Bergoglio, quien se sumó al grito de Pablo: "¿Dónde está muerte, tu victoria? Nosotros, ahora, podemos responder que Jesús está ahora aquí, que continúa estando vivo entre nosotros. Jesús está aquí, en la plaza, con nosotros, vivo y resucitado".

Texto completo del Papa Francisco:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Nos encontramos hoy, en la luz de la Pascua, que hemos celebrado y continuamos celebrándola en la Liturgia. Por esto, en nuestro itinerario de catequesis sobre la esperanza cristiana, hoy deseo hablarles de Cristo Resucitado, nuestra esperanza, así como lo presenta San Pablo en la Primera Carta a los Corintios (Cfr. cap. 15).

El apóstol quiere resolver una problemática que seguramente en la comunidad de Corinto estaba al centro de las discusiones. La resurrección es el último argumento afrontado en la Carta, pero probablemente, en orden de importancia, es el primero: de hecho todo se apoya en este presupuesto.

Hablando a los cristianos, Pablo parte de un dato indudable, que no es el éxito de una reflexión de algún hombre sabio, sino un hecho, un simple hecho que ha intervenido en la vida de algunas personas. El cristianismo nace de aquí. No es una ideología, no es un sistema filosófico, sino es un camino de fe que parte de un advenimiento, testimoniado por los primeros discípulos de Jesús. Pablo lo resume de este modo: Jesús murió por nuestros pecados, fue sepultado, resucitó al tercer día y se apareció a Pedro y a los Doce (Cfr. 1 Cor 15,3-5). Este es el hecho. Ha muerto, fue sepultado, ha resucitado, se ha aparecido. Es decir: Jesús está vivo. Este es el núcleo del mensaje cristiano.

Anunciando este advenimiento, que es el núcleo central de la fe, Pablo insiste sobre todo en el último elemento del misterio pascual, es decir, en el hecho de que Jesús ha resucitado. Si de hecho, todo hubiese terminado con la muerte, en Él tendríamos un ejemplo de entrega suprema, pero esto no podría generar nuestra fe. Ha sido un héroe. ¡No! Ha muerto, pero ha resucitado. Porque la fe nace de la resurrección. Aceptar que Cristo ha muerto, y ha muerto crucificado, no es un acto de fe, es un hecho histórico. En cambio, creer que ha resucitado sí. Nuestra fe nace en la mañana de Pascua. Pablo hace una lista de las personas a las cuales Jesús resucitado se les aparece (Cfr. vv. 5-7). Tenemos aquí una pequeña síntesis de todas las narraciones pascuales y de todas las personas que han entrado en contacto con el Resucitado. Al inicio de la lista están Cefas, es decir, Pedro, y el grupo de los Doce, luego "quinientos hermanos" muchos de los cuales podían dar todavía sus testimonios, luego es citado Santiago. El último de la lista - como el menos digno de todos - es él mismo, Pablo dice de sí mismo: "como un aborto" (Cfr. v. 8).

Pablo usa esta expresión porque su historia personal es dramática: pero él no era un monaguillo, ¿eh? Él era un perseguidor de la Iglesia, orgulloso de sus propias convicciones; se sentía un hombre realizado, con una idea muy clara de cómo es la vida con sus deberes. Pero, en este cuadro perfecto - todo era perfecto en Pablo, sabía todo - en este cuadro perfecto de vida, un día sucedió lo que era absolutamente imprevisible: el encuentro con Jesús Resucitado, en el camino a Damasco. Allí no había sólo un hombre que cayó en la tierra: había una persona atrapada por un advenimiento que le habría cambiado el sentido de la vida. Y el perseguidor se convierte en apóstol, ¿Por qué? ¡Porque yo he visto a Jesús vivo! ¡Yo he visto a Jesús resucitado! Este es el fundamento de la fe de Pablo, como de la fe de los demás apóstoles, como de la fe de la Iglesia, como de nuestra fe.

¡Qué bello es pensar que el cristianismo, esencialmente, es esto! No es tanto nuestra búsqueda en relación a Dios - una búsqueda, en verdad, casi incierta - sino mejor dicho la búsqueda de Dios en relación con nosotros. Jesús nos ha tomado, nos ha atrapado, nos ha conquistado para no dejarnos más. El cristianismo es gracia, es sorpresa, y por este motivo presupone un corazón capaz de maravillarse. Un corazón cerrado, un corazón racionalista es incapaz de la maravilla, y no puede entender que cosa es el cristianismo. Porque el cristianismo es gracia, y la gracia solamente se percibe, más: se encuentra en la maravilla del encuentro.

Y entonces, también si somos pecadores - pero todos lo somos - si nuestros propósitos de bien se han quedado en el papel, o quizás sí, mirando nuestra vida, nos damos cuenta de haber sumado tantos fracasos. En la mañana de Pascua podemos hacer como aquellas personas de las cuales nos habla el Evangelio: ir al sepulcro de Cristo, ver la gran piedra removida y pensar que Dios está realizando para mí, para todos nosotros, un futuro inesperado. Ir a nuestro sepulcro: todos tenemos un poco dentro. Ir ahí, y ver como Dios es capaz de resucitar de ahí. Aquí hay felicidad, aquí hay alegría, vida, donde todos pensaban que había sólo tristeza, derrota y tinieblas. Dios hace crecer sus flores más bellas en medio a las piedras más áridas.

Ser cristianos significa no partir de la muerte, sino del amor de Dios por nosotros, que ha derrotado a nuestra acérrima enemiga. Dios es más grande de la nada, y basta sólo una luz encendida para vencer la más oscura de las noches. Pablo grita, evocando a los profetas: «¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está tu aguijón?» (v. 55). En estos días de Pascua, llevemos este grito en el corazón. Y si nos dirán del porqué de nuestra sonrisa donada y de nuestro paciente compartir, entonces podremos responder que Jesús está todavía aquí, que continúa estando vivo entre nosotros, que Jesús está aquí, en la Plaza, con nosotros: vivo y resucitado.

Palabras del Papa en castellano:


Queridos hermanos y hermanas:
Nos encontramos hoy, en el contexto de la Pascua, que hemos celebrado y seguimos celebrándola en la liturgia. Cristo resucitado es nuestra esperanza. El cristianismo es un camino de fe que nace de un evento, testimoniado por los discípulos de Jesús. Como nos dice San Pablo: Cristo murió por nuestros pecados, fue sepultado, resucitó al tercer día y se apareció a Pedro y a los Doce. Si todo hubiese terminado con la muerte de Jesús, sólo tendríamos en él un ejemplo de entrega y generosidad, pero no sería suficiente para generar nuestra fe, porque la fe nace en la mañana de Pascua.
San Pablo, al relatarnos la experiencia de las personas que han entrado en contacto con el Resucitado, hace referencia primero a Cefas, luego a los Doce, después a más de quinientas personas, a Santiago y por último se cita a sí mismo. Jesús quiso salir al encuentro de Pablo, perseguidor de la Iglesia, cuando iba camino de Damasco, y para el Apóstol ese fue un acontecimiento que cambio su vida. También el Señor quiere hacerse presente en nuestras vidas para conquistarnos y no abandonarnos jamás. Ser cristianos significa reconocer y abrazar el amor que Dios tiene por
nosotros, que vence el pecado y la muerte.
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Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los venidos de España y Latinoamérica. Los invito a llevar a todos el gozo de la resurrección del Señor. Que podamos comunicar con nuestra vida que él está aquí y vive en medio de nosotros. Muchas gracias.

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