"Putin es el anticristo, un Napoleón esquizofrénico" Un violinista ucranianio busca la paz en el monasterio de Estíbaliz

"Estoy preparando un postre para los abuelos. Acompáñame a la cocina y así no te quedas sola". Los "abuelos" son los cinco monjes benedictinos con los que Andrii Maruda, un ucraniano de 42 años, convive a doce kilómetros de Vitoria, en el santuario románico de Estíbaliz, un precioso y sereno cerro desde el que, en días despejados, se divisan hasta ochenta pueblos de la Llanada alavesa, según cuenta Icíar Ochoa en El Correo.

El revoloteo de su hábito negro nos conduce al sótano del austero monasterio, donde se aloja la cocina. Allí, el novicio extrae del horno una especie de bizcocho rectangular que humea gloria bendita. "Se llama 'Rizado', una receta de mi madre. Está relleno de manzana y frutas del bosque". Lo emplata y lo coge en una mano. En la otra, una jarra con café.

Hasta hace poco más de cinco años, este hombre con cara de niño cansado y su violín vivían a bordo de un avión para recibir ovaciones en los mejores auditorios del mundo junto a sus camaradas de la prestigiosa Orquesta Sinfónica Chaikovski de la Radio de Moscú -de la Televisión y Radio Estatal de la URSS, en la época soviética-. "Durante veinte años siempre estuve de gira. Era una vida loca. Mucho ruido, mucha discoteca... Ya sabe, la clásica del músico... Quería escapar de todo y curarme. Ya estoy mejor". Sus palabras reverberan en la rústica y espartana sala de visitas en donde ha desplegado el sabroso desayuno. Maruda, algo así como "culo de mal asiento" en su idioma, habla y ríe.

DISCO EN MEMORIA DE LOS BEATLES

Hace unos meses salió al mercado 'Like the Beatles', un homenaje a la mítica banda de Liverpool realizado por The Coburn Brothers, considerado el grupo con el sonido más parecido a sus vecinos de ciudad. Andrii Maruda hizo los arreglos de cuerda y tocó su violín para ese trabajo. La grabación se hizo en Sonora Estudios de Vitoria.

¿Qué hace un ucraniano, virtuoso del violín, metido a monje en un santuario vasco?

Pues, vivir. Llevaba desde el año 2000 pensando en apartarme de los viajes, del alcohol, de todo. Ucrania es un país muy frío como para irte a vivir a un monasterio. Allí los inviernos son a treinta grados bajos cero. Pensé en algo más templado, como Italia o España. Resultó que un amigo ucraniano, un luthier, estaba en Vitoria, y me vine. No hablaba ni un palabra de castellano. Me ganaba la vida tocando en los tanatorios. A los cinco o seis meses, una amiga me habló de Estíbaliz. Vine y el 1 de mayo de hace cinco años entré.

¿Así de fácil es ingresar en una comunidad religiosa?

Sí. Bueno, durante los seis primeros meses, los abuelos me estuvieron mirando a mí y yo a ellos. Todos queríamos saber si yo realmente quería ser monje. Luego seguí como postulante. Ahora he empezado un año de noviciado. Cuando acabe, ellos votarán si me quedo o no.

Entonces, ¿quiere quedarse?

Sí, sí, sí. Aquí he encontrado la paz. Estoy tranquilo y feliz. Y mi salud está mejor. Tengo arterioesclerosis.

El presidente Putin, ¿es el diablo en la tierra?

Sí. Es el anticristo. A mí me parece un esquizofrénico, un pequeño Napoleón. Ahora, como ocurrió en los siglos XII y XIII, la nación rusa se está degradando mucho y necesita sangre nueva.

¿Qué le cuenta su familia de la situación que atraviesa su país?

Uno de los chicos que mataron en la plaza de Kiev de un tiro en la cabeza era hijo de un amigo mío. Eso golpeó mi corazón y el de mi familia, que vive lejos de eso, en la zona más occidental, en los Cárpatos. Aunque si Putin entra en el país a los primeros que matará será a ellos. Allí es donde viven los verdaderos ucranianos, los que queremos a nuestro país, nuestra cultura, nuestra lengua. Por eso nos odian los otros ucranianos, los pro-rusos. No lo entiendo...

¿Cómo cree que va a terminar el conflicto?

Quiero pensar que sin guerra, pero no lo creo. Lo ucranianos de verdad no van a poder aguantar todo lo que les están haciendo.

¿Y si estallara, qué haría?

No sé... Tal vez coger un kalashnikov e ir a matar rusos. No. No tengo ganas ni posibilidad. Con mi salud duraría poco. Matar no es cosa buena. ¿Qué podría hacer? ¿Escribir libros? ¿Tocar mi violín contra Rusia?

¿Qué les cuenta usted de esta tierra?

Que el paisaje de aquí es muy parecido al nuestro y que hace mucho menos frío. Aunque en invierno también lo sufrimos porque no tenemos calefacción. No tenemos dinero. Pero, mire, nunca cogemos ningún catarro. Y, luego, Vitoria me recuerda a mi ciudad, Ivano-Frankivsk. También es la más verde y limpia.

¿Qué ha averiguado en este tiempo de la naturaleza de los vascos?

Que son felices. Les gusta comer, la fiesta. Son buena gente. Me gustan. No veo la crisis en sus caras, ni pobres por las calles. Sois muy amables. Muy parecidos a los ucranianos, corazón abierto y generosidad.

El separatismo vasco y el ucraniano, ¿comparten algún salmo?

Bueno, nosotros no hemos matado a nadie aún por eso. Eso sí, nosotros somos ucranianos y tenemos un país. ¿Por qué tenemos que ser Rusia? ¿Por qué los franceses no tienen que hablar ruso y nosotros sí? Pero nos quieren por Crimea. El mar es estratégico para su ejército. Y porque su mentalidad sigue siendo muy comunista. Quieren volver atrás, a estos setenta años de después de Lenin, cuando juntaron quince repúblicas para hacer la Unión Soviética. ¿Para qué? Georgianos, ucranianos o moldavos somos tan distintos... En aquella época vivíamos como zombies, con miedo. Una palabra y adiós. A mi abuelo, un ucraniano nacionalista que quería la independencia, lo mandaron a Siberia.

Los políticos de aquí, ¿le parecen diferentes?

Pobres hombres los políticos. Viviendo todo el día entre mentiras. ¿Cómo se sentirán por la noche? ¿Cómo dormirán?

Igual se las acaban creyendo y no tienen remordimientos.

No, no. Esos hombres no son tontos. Seguro que cuando se acuestan su conciencia se despierta. La política es cosa sucia. Por ejemplo, mi hermano. Tiene dos aviones.

¿Tiene dos aviones privados?

Sí, claro. Tiene mucha relación con los políticos. Es abogado de la mafia. Anda siempre con pistolas y con guardaespaldas porque tiene miedo de salir de casa. Mi padre siempre me dice "¿ves tu hermano? Él tiene dinero. Tú podrías tener un Ferrari y lo que quisieras y sin embargo prefieres estar ahí, con cuentos de judíos". Pero yo no veo a mi hermano nada feliz.

Pertenece a la orden de San Benito de Nursia, patrón del Viejo Continente. Además de en Dios, ¿cree también en Europa?

Europa, la Unión Europea, no es algo natural, no es una hermandad. Se ha construido para generar riqueza para unos cuantos. Quién gana ahora, no lo sé. En América, los judíos, que son los que tienen diamantes. Dicen que Europa pide dinero a América y que América lo pide a China. Todo lo que es natural no puede durar mucho tiempo.

¿Y en la Iglesia católica, cree más en ella desde que el Papa Francisco está al mando?

Sí. Tiene un corazón más generoso, más abierto y estoy convencido de que va a hacer reformas y de que va a extender el amor. Es el Papa que más se parece a San Pedro.

El Vaticano acaba de revelar a la ONU que ha descubierto 3.420 curas pederastas en diez años. ¿Hay relación entre esta aberración y el voto de castidad?

No lo sé. Tal vez para algunos sí y para otros no. Tendríamos que meternos en sus cabezas. Pero lo que está claro es que deben ser castigados. Si en una persona normal es un problema, en un cura mucho más. Yo no tengo este problema. No echo de menos el sexo. Todavía.

Uno de los mayores desastres nucleares ocurrió en Chernóbil, en su país. ¿Le inquieta la posibilidad de que se reanude la actividad de la central de Garoña, que se encuentra a solo 64 kilómetros de Vitoria?

Recuerdo que cuando ocurrió aquello yo estaba en el río con otros chicos y de repente empezó a caer una lluvia de color azul. Nuestros pantalones se quedaron duros como la piedra. Cuando me los quité se quedaban de pie. Después de aquello tuvimos muchas migrañas...

Según internet, su ciudad está a más de seiscientos kilómetros de la central...

O más. Pero ya pasó.

Ha escogido vivir en estricta sencillez, apartado de la sociedad, replegado hacia dentro. ¿Qué espera de esta etapa?

Yo lo que espero de este monasterio es que me cambie de malo a bueno. Quiero ser mejor persona. Quiero ser más honrado, más generoso, más amable, más solidario, más ejemplar, con más corazón.

'Ora et labora', rige en su comunidad. ¿Qué recomienda a los ciudadanos que no encuentran dónde laborar?

Dios habla con cada uno de nosotros. Nos manda señales. Hay que aprender a escucharle y creer en él, claro. Porque existe.

¿Por qué está tan seguro?

Primero, por mi abuela. Era una mujer santa. Y, segundo, verá. Por mi enfermedad me operaron de los pies. Tengo bypass en las arterias. Los médicos me dijeron "si sigues fumando, te tendremos que cortar los pies". Yo les hacía caso pero, cuando me sentía bien, empezaba de nuevo. Y cada vez que cogía un cigarro, en la tele o en la calle veía a alguien sin pies. A veces, bromeaba con mis amigos. ¿Quieres ver un hombre sin pies? Dame un cigarro.

¿Aquí lo ha visto, en Estíbaliz?

¿A Dios? Aquí está en cada persona. Éste es un lugar de mucha energía. Los monjes tienen mucha fuerza. Física y mental. Antes a los monasterios mandaban a los hijos de familias pobres, los ignorantes. Pero estos monjes son sabios. Son auténticos. Tengo mucha suerte de estar con ellos. No soy maduro y estoy aquí para madurar con los abuelos.

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