El motu proprio de Francisco sobre el Opus (III) OPUS DEI "La Obra tratará de que su propuesta de modificación estatutaria se retrase lo más posible, incluso que se apruebe con un Papa diferente"

Escrivá
Escrivá

"El principio de temporalidad jurídica, sirve para recodar que los textos formalizados en escritura son producto de su tiempo, y el trascurso del cual, más o menos y naturalmente, los vuelve antiguos o viejos. Eso pasa con algunos aforismos de Camino, tal como el de 'la clase de tropa', pero no con todos"

"El artículo 117 'clericaliza' al Opus Dei, que es la única prelatura personal existente, o sea que destaca la importancia de los sacerdotes en la Obra frente a los laicos"

"La novedad carismática del Opus Dei es indudable, no siendo causal que ante las novedades se produzcan resistencias"

Fue mi intención dedicar en exclusividad esta 3ª Parte al esencial asunto “de los clérigos y los laicos” en la Constitución Apostólica Ad Charisma tuendum. Con carácter previo y proclamando que no soy amigo de bagatelas, incluso de las periodísticas, deseo aprovechando para hacer dos precisiones, respondiendo así a lectores valientes que me interpelan  educadamente con sus nombres y apellidos, no de bastarda o anónima procedencia. 

I.- Tempus regit actum:

Ese principio de temporalidad jurídica, sirve para recodar que los textos formalizados en escritura son producto de su tiempo, y el trascurso del cual, más o menos y naturalmente, los vuelve antiguos o viejos. Eso pasa con algunos aforismos de Camino, tal como el de “la clase de tropa”, pero no con todos.  Y también “los sacerdotes son hombres de su tiempo”, según escribe Alphonse Borras en Cuando falten los sacerdotes (Ed. San Pablo, 2020). 

Libro de Borras

El transcurso del tiempo puede hacer “pasado de modo” a casi todo, que eso es la vejez. Es preciso ser prudentes o apuntar con buen tino, pues no hay texto religioso más demodé o fuera de tiempo, que un documento papal, la encíclica Syllabus, contra la libertad de conciencia y contra todo, firmada por el Papa Pío IX y escrita por clérigos jesuitas. 

No hace mucho leí el libro Irisches Taggebuch, en castellano se tradujo por Diario Islandés, escrito por Heinrich Böll, alemán, de tradición católica, más o menos contemporáneo de San José María Escrivá y de su Camino. En aquel libro del alemán está la siguiente frase: “Aquí se ama a Dios con vehemencia”. Tal frase me pareció que bien podría estar en la puerta de un piso de la Obra como cita de San José María, bien podría ser el aforismo número 1 o el 1001 de Camino. Lo que era cita de un obsesivo alemán, podría serlo también la de un santo aragonés, de un baturro. Y pregunto: ¿Lo del amor a Dios con vehemencia es ya de moda pasada? Lo dudo.

II.- Sobre la canonización de Escrivá: 

A los que escandalizó la comparativa de la trinidad santa, de San Ignacio, Santa Teresa y San José María, de mi anterior parte, les instruyo ahora. En el año 2016, escuché a un sabio jesuita, experto en San Ignacio, el Padre Dominique Salin, explicar cómo en 1622, a San Ignacio de Loyola, muy  cuestionado, y para su canonización, hubo que “meterle en el paquete”, junto a otros santos indiscutibles, caso de San Francisco Javier y de Santa Teresa, pues en aquel tiempo había reservas y protestas sobre la santidad de Ignacio de Loyola. El pensar ahora en la diferencia entre el pensamiento de antes y el de ahora, sobre la santidad de Ignacio, debería propiciar un relativismo en lo santo, en todos los santos y santas. 

Escrivá

Es verdad que la canonización de San José María fue rápida y apresurada. Es verdad que la llamada “Congregación para la Causa de los Santos” pocas veces ha sido modélica e incorrupta, tan reclamante ella de lo incorrupto para “fabricar” santos. Acaso no lo fuera en tiempos de San Juan Pablo II, en el que la presidía el cardenal portugués Saraiva Martins, el del sambenito de la “samba”. Y fue Presidente de ese Santo Dicasterio, el cardenal Becciu, el de lo del palacete de Londres y las espías, después de Saraiva Martins, y antes del actual, el cardenal Semeraro, muy aplaudidor de los Papas en el cortile (rezador del Angelus) del Palacio de Castelgandolfo, cuando era obispo de la Diócesis de Albano.   

III.- Clérigos y laicos en Ad Charisma tuendum:

No hay duda. Los tiempos no son propicios para los clérigos, tampoco para el Papa, que es un clérigo, ni para el Vaticano, que, al parecer, es una agrupación de clérigos. Sobre la crisis de lo clerical me remito, en parte,  al libro ya indicado de Borras, y que es, la crisis, coetánea a la llamada “Teología del laicado”. Los clérigos son especialmente importantes en las religiones clericales, caso del Catolicismo y no del Judaísmo, que carece de clérigos (los rabinos no lo son). La importancia de los sacerdotes en el Catolicismo se destaca en la regulación canónica “de los ministros sagrados o clérigos” (cánones 232 a 293, inclusive) y en la función de santificar de la Iglesia, siendo ministros de los sacramentos los sacerdotes, a excepción del matrimonio, en el que los ministros son los mismos contrayentes, no el presbítero.  

El artículo 117 (“El Dicasterio para el Clero tiene competencia sobre todo lo que atañe a la Santa sede en cuanto a las Prelaturas personales”) “clericaliza” al Opus Dei, que es la única prelatura personal existente, o sea que destaca la importancia de los sacerdotes en la Obra frente a los laicos. Eso no es ninguna novedad, pues a ellos se refiere el Codex y los Estatutos vigentes hablan de ello. El núcleo de la cuestión está en el engarce preciso y canónicamente perfecto entre los clérigos y los laicos, dentro del mismo carisma del Fundador,  desplazándose la cuestión a un futuro, a una nueva redacción de los Estatutos de la Obra. Ciertamente que la Obra tratará de que su propuesta de modificación estatutaria, debiendo ser aprobada por la Santa Sede, se retrase lo más posible, incluso que se apruebe con un Papa diferente al actual.

Opus

Dos consideraciones procede hacer: 

a).- Los clérigos, Papa y el Vaticano, habrá de ser muy cuidadosos en su tratamiento de lo laical, magníficamente desarrollado por el Concilio Vaticano II y la Exhortación Apostólica Christifideles, de 1988: “carácter sacerdotal e igualdad de todos los bautizados”. Especialmente en unos tiempos en los que lo clerical está muy en crisis, y el llamado clericalismo no deja de ser azotado y jaleado por el Papa mismo. ¿Han de permanecer callados los laicos cuando los clérigos tomen decisiones a su arbitrio que a aquéllos afecten? Y no me refiero a un planteamiento simplistamente democrático de la cuestión, en clave cuasi/política.

b).- La novedad carismática del Opus Dei es indudable, no siendo causal que ante las novedades se produzcan resistencias. Ya paso con Paulo III o Alejandro Farnesio, cuyos dos nietos menores de edad nombró cardenales, y que aprobó en 1540 la Compañía de Jesús. En aquel tiempo no era entendible que fuese “orden religiosa” el conjunto de sacerdotes, de una individualidad semejantes a los sacerdotes seculares y no conventuales, como los dominicos o franciscanos. Acaso para dicha aprobación, y transmitir al Papa seguridad, fuese necesario el llamado “cuarto voto”. En esas salvadas las distancias, volvemos a estar. Lo cual no quiere decir que ciertos excesos no puedan ser rectificados por la Sede Apostólica, que para eso también está. 

Historia del Opus
Historia del Opus

Hubiese querido concluir aquí con los tres artículos sobre el Motu Proprio de Francisco y el Opus Dei, pero no puedo hacerlo (asunto de inspiración y de traspiración), pues el tema sacerdotal en la Obra es esencial (aforismo número 74 de Camino), y si el Motu Propio lleva la fecha de 19 de marzo de 2022, en la contraportada del libro Historia del Opus Dei se indica que la 3ª edición se terminó de imprimir el 22 de marzo de 2022. 

Continuará.    

Libro Historia del Opus
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