Bach, preludio y fuga BWV 533



¡Feliz domingo! De nuevo vienen a nuestro oídos los increíbles e inmortales sonidos bachianos de su instrumento favorito, el órgano. Era un virtuoso del instrumento así que ¿te lo imaginas interpretando estas obras? A mí casi me resulta imposible, dada su categoría a los teclados. El público seguro que asistiría boquiabierto a su forma de extraer el sonido de los teclados del órgano y de sus registros. ¡Debía ser algo impresionante!

Un domingo más vamos a estar en compañía de Johann Sebastian Bach (1685-1750), compositor alemán nacido en Eisenach. Cuando el maestro se sentaba al órgano no solo demostraba su sabiduría con las manos y los pies sino también su arte a la hora de combinar los registros del instrumento. Su elección de ellos eran tan inusual que muchos organeros ponían el grito en el cielo cuando conocían la mezcla pero cuando escuchaban los resultados obtenidos por Bach no podían sino maravillarse. Igualmente era formidable cuando improvisaba. De hecho, fuera de los oficios religiosos es lo que hacía habitualmente. Elegía un tema de su agrado y sobre él iba construyendo catedrales musicales de calidad fuera de serie. Parece ser que era capaz de estar tocando el órgano durante dos horas sin detenerse, solo por el placer de hacerlo y con las más altas cotas de calidad.

Nos toca hoy disfrutar del Preludio y Fuga en mi menor, BWV 533. Es muy posible que fuese compuesto en la época de Arnstadt, es decir, entre 1703 y 1707. En esta época, a partir de 1705, comenzó a estudiar las obras de Buxtehude y esto se aprecia en la de hoy. El preludio de abre en un maravilloso "stylus fantasticus", lleno de fantasía, de momentos tranquilos y otros turbulentos. El dramatismo se mantiene a lo largo de este preludio que, casi sin solución de continuidad en cuanto al tempo, conduce a la fuga. El sujeto de esta solo tiene dos compases y está construido a partir de notas repetidas, en un estilo que recuerda mucho al del maestro Buxtehude.

La partitura de esta obra puedes descargarla aquí.

La interpretación es de Ton Koopman al órgano Müller de la Waalse Kerk en Ámsterdam.

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