Te Deum, para terminar el año



La obra del maestro que te traigo hoy es una debilidad mía así que espero que me permitas la libertad de terminar este año civil con su obra. Si siempre es bueno dar gracias a Dios, no hay mejor día que este 31 de diciembre. A Dios tenemos que agradecerle el año que termina, con sus luces y sus sombras, y pedirle que el nuevo esté lleno de salud.

Ese maestro que tanto me gusta (espero que a ti también) es Arvo Pärt (1935), compositor estonio nacido en Paide. Quiero contarte un detalle de su personalidad. Durante varios años estuvo sin componer porque no encontraba su camino ni su lenguaje. No sabía cómo aunar música, vida espiritual y vida emocional. Una mañana salió a pasear por la nieve, un poco agobiado por la situación. Se encontró con un barrendero y le preguntó. "¿Qué debería hacer un compositor?", a lo que le respondió: "Debería amar cada nota". Para Pärt eso fue una verdadera revelación ya que confiesa que ningún maestro en ningún conservatorio nunca le había dicho eso. Desde entonces, su arte musical se dirigió a componer obras en las que amase cada nota.

Entre 1984 y 1985 (con una revisión en 1992) compuso el maestro estonio su Te Deum. Está escrito para tres coros, piano preparado, orquesta de cuerdas y arpa eólica. La obra se entronca dentro de su estilo de "tintinnabuli". Sin embargo, la composición en sí hace inviable su interpretación en la liturgia ortodoxa, por lo que está orientada a la sala de conciertos. No usa melodía gregoriana alguna pero él mismo se las crea. Esas melodías flotan a lo largo de toda la obra. El timbre especial del piano preparado está a medio camino entre un clave y un clavicordio amplificado. Todo ello contribuye a una obra profunda y grandiosa en la que Pärt pretende mostrarnos los misterios de las verdades inmutables de nuestra fe.

La interpretación es del Akademisk Kor y de la Akademisk Orkester dirigidos por Nenia Zenana.

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