¡Feliz viernes! Hoy es el viernes de la última semana de agosto y es un clásico aquí que para esta ocasión te traiga un himno de acción de gracias, es decir, el Te Deum. Sobre todo para dar gracias por este verano, este tiempo en el que hemos descansado, desconectado, vivido la vida de otra forma, a otro ritmo, y en el que hemos hecho tantas cosas. Por ello, terminamos este tiempo dándole gracias a Dios por tanto bien.
La música de hoy es de Jean Langlais (1907-1991), compositor francés nacido en La Fontenelle. A los dos años de edad quedó ciego y en Instituto de Jóvenes Ciegos de París estudió composición y órgano. De este instrumento le dio clases André Marchal, también ciego. En 1930 obtuvo el primer premio en la clase de Marcel Dupré y en 1934 en la de Paul Dukas. Estudió improvisación con Tournemire y también ganó un premio en esto. Fue organista de St. Pierre de Motrouge y luego en Santa Clotilde de París, ocupando el puesto de Franck y Tournemire. Compuso no solo una gran cantidad de piezas para órgano sino también otras religiosas así como varios conciertos y sinfonías. En muchas incorpora el canto gregoriano y hace uso de armonías modales de lo más llamativas. En 1952 viajó a Estados Unidos donde dio unos trescientos recitales y clases magistrales. Un maestro prolífico, muy prolífico, y para el que la ceguera no fue un impedimento para desarrollar su carrera sino más bien una oportunidad. Un verdadero virtuoso del órgano, instrumento que no solo requiere la vista para su correcta interpretación sino casi todos los sentidos y alguno más que se tenga. En el caso de Langlais, no había barreras para él.
Maravillémonos con su Te Deum, op. 53 n.º 3, para órgano; también lo llamó Hymne d'action de grâce. En realidad, la obra pertenece a una colección de tres paráfrasis sobre temas gregorianos, compuesta entre 1934 y 1935. Aunque la obra es de composición temprana vemos en ella que ya el compositor era capaz de escribir con una gran madurez. Aquí usa Langlais una melodía muy bella, basada de forma rapsódica en este himno del siglo XIII. Destaca especialmente la sección intermedia de esta composición, que se basa en el fragmento «En ti, Señor, confié». En fin, una verdadera gozada para despedir este verano que tanto bien nos ha hecho.
La interpretación es de Cristiano Rizzotto al órgano de la National City Christian Church de Washington.