Magníficat

Magníficat, Antonio Soler

¡Feliz sábado! Me ocurre otra vez que llegamos al sábado, día de la Virgen, y también vamos a escuchar música española. Hace unos días ocurrió con una pieza de Joaquín Rodrigo y hoy con un maestro que desarrolló su carrera en los alrededores de Madrid. No pertenece a la misma época aunque sí es verdad que comparten cierta estética. En realidad la comparte Rodrigo con él porque el de hoy es anterior en el tiempo.

Antonio Soler

Nos va a acompañar hoy el padre Antonio Soler (1729-1783), compositor español nacido en la localidad gerundense de Olot. Fue monje agustino, inventor, matemático, organista y muchas más cosas. Parece que provenía de una familia de músicos, siendo su hermano Mateu intérprete de la Capilla Real de Madrid. Empezó formándose con los benedictinos de Montserrat y entre 1752 y 1757 estudió con Domenico Scarlatti, que por entonces se encontraba en Madrid. Tras pasar por Lérida, en 1752 se unió a los jerónimos de El Escorial y allí permaneció durante el resto de su vida. En 1575 fue nombrado maestro de capilla y luego primer organista. Además, se dedicó a componer ampliamente música religiosa; tuvo por estudiante a don Gabriel de Borbón, hijo de Carlos III, para quien escribió música para teclado. Su Llave de la Modulación fue un famoso tratado de armonía y que hoy día casi se sigue usando como referencia.

Este compositor universal nos trae su Magnificat. Soler hace siempre que puede un uso frecuente de los cori spezzati, es decir, de la técnica de romper el coro en dos mitades de forma que se obtengan efectos estereofónicos. Sin duda, las características del templo escurialense lo permitía, al igual que el veneciano donde nació dicha técnica. Este magníficat está orquestado para ocho voces en dos coros divididos en dos partes de cuatro. La cosa no se reduce a las voces porque están acompañadas por una orquesta con especial relevancia en los violines y el órgano, que tiene un carácter obligado. Se alternan episodios entre solistas y coro y el estilo galante de la composición está presente de principio a fin.

La interpretación es de La Grande Chapelle dirigida por Albert Recasens.

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