Salve, generosidad



¡Feliz sábado! Falta la música compuesta por una mujer, ¿verdad? Como además estamos en sábado voy a aprovechar las dos circunstancias para disfrutar de una obra impresionante de una mujer que, tengo que confesarlo, actúa como comodín puesto que su música es de tan amplio espectro que tiene obras para casi todas las circunstancias. Sea como fuere, su música siempre es sorprendente y, a pesar de su antigüedad, también siempre nos parece nueva, llena de nuevos matices.



Seguro que has acertado al pensar que es santa Hildegarda de Bingen (1098-1179), compositora, abadesa, visionaria, naturalista, mística y muchas más cosas, alemana nacida en Bermersheim vor der Höhe. Puesto que era la décima de los hijos, sus padres la vieron como diezmo y la consagraron a Dios. A los seis años comenzó a tener visiones que la acompañaron durante toda su vida. A los quince entró como monja en el monasterio de Disibodenberg, lugar del que luego sería abadesa. Sus obras musicales fueron escritas en torno a 1150 y de ella nos han llegado unas setenta obras, tanto con letra como con música. Así, hallamos antífonas, himnos y responsorios, recopilados sobre todo en «Symphonia armoniae celestium revelationum» y que luego se publicaron en forma casi de auto sacramental de título «Ordo virtutum». La santa afirma (ella misma sorprendida) que componía melodías sin haber recibido nunca formación musical y sin conocer el mecanismo de la notación neumática y el canto. Estamos pues en presencia de una persona de formación autodidacta.

Escuchemos el himno Ave generosa. Como casi todas sus obras, está compuesta para una sola línea vocal bajo la que se añaden diversos acompañamientos. Su texto latino es inusual porque la Virgen María es descrita como una mujer sensual que pretende atraer al Padre Dios. Esta música puede sonar mística pero también algo repetitiva y con una estructura algo pobre. Las frases se suceden en forma de arcos, infundiendo energía a este himno que discurre con movimiento tranquilo. Se alcanzan diversos clímax que poco a poco van conduciendo a la serenidad o el éxtasis. Una maravilla, como todas las que siempre nos tiene preparadas esta gran mujer.

La interpretación es del conjunto Estampie.

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