Soñar despierto a la luz de la luna



Hay músicas que parece que siempre van ligadas a un nombre. Hay músicas que logran tocarnos en nuestro interior, hacernos experimentar una escala de sensaciones que a la vez se relacionan con recuerdos, con pensamientos fugaces y nostálgicos. Hay músicas que, sepamos o no sepamos de la técnica musical, sabemos que tienen que ser de calidad porque producen un efecto en nosotros que nada es capaz de producir. La de hoy lo hará, y su autor seguro que te evocará todo aquello que solo en lo más interior podemos vivir.

¿Estás de acuerdo conmigo en que Fryderyk Franciszek Chopin (1810-1849) siempre ha tenido como una varita mágica que es capaz de producir en nosotros las más intensas ensoñaciones? Nació en Zelazowa-Wola, cerca de Varsovia y murió en París. Está considerado como uno de los poetas musicales más importantes. Fue un niño prodigio del piano así como de la composición. A la vez que estudiaba en el conservatorio empezó a apreciar la música popular polaca. Debido a unos disturbios contra Rusia tuvo que refugiarse en París donde encabezó el movimiento romántico junto a Liszt, Berlioz y otros.

Las obras de Chopin son extraordinariamente difíciles de tocar, si se pretende hacerlo con el rubato necesario. En tiempo de Chopin prácticamente solo él y Liszt eran capaces de interpretar sus obras, así que imagínate el grado de dificultad. Pero afortunadamente la técnica pianística ha evolucionado tanto que hoy día las piezas de Chopin las interpretan (y maravillosamente bien) muchos pianistas. La relación creativa Chopin-Liszt era muy curiosa: Chopin envidiaba el virtuosismo de Liszt y este envidiaba el talento creativo de Chopin... ¡Cosas de genios!

Escoger algo de Chopin no es fácil porque todo es muy bueno. Pero me he decidido por algo que te gustará. Es el segundo movimiento, Romance-Larghetto, del Concierto para piano y orquesta número 1, Opus 11, en mi menor. Fue escrito en 1830 y ese mismo año lo estrenó el propio Chopin en una serie de conciertos que dio antes de despedirse de Polonia. Lleva el número 1 porque fue el primero en publicarse pero cronológicamente fue el segundo (Chopin solo compuso dos). Está dedicado al pianista Friedrich Kalkbrenner.

Se podría decir mucho de este concierto pero tampoco es el lugar (ni tengo capacidades para ello). Sin embargo, Chopin habló de este segundo movimiento y digo: Es como soñar despierto en una hermosa noche de primavera a la luz de la luna. Ante esta descripción sobran las palabras y falta la música.

Espero que te guste la interpretación, a cargo del recientemente fallecido Alexis Weissenberg junto con la Orquesta de la Sociedad de Conciertos del Conservatorio de París dirigidos por Stanislaw Skrowaczewski.

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