Viña mía elegida

¡Feliz sábado! En este día escuchamos aquí siempre música dedicada a la Madre de Dios, que es muy abundante como puede suponerse. Hoy vamos a volver a un maestro que de vez en cuando aparece por aquí y siempre nos deja boquiabiertos con su exquisita música.

Una vez más nos visita Carlo Gesualdo (1566-1613), príncipe de Venosa y conde de Conza, compositor italiano nacido en la localidad de la que era príncipe. Algunos críticos sostienen que su música no era tan avanzada para su tiempo como otras figuras (tales como Stravinsky o Schoenberg) se empeñaron en hacernos ver. Se le ha comparado con Tintoretto o El Grego y ese estilo manierista que emergía en aquellos años. Sin embargo, Gesualdo, con sus osadas armonías y ese intenso uso del cromatismo, fue más allá del manierismo. Esto incluso destacó en la ya avanzada corte de Ferrara a la que el compositor se mudó tras su segundo matrimonio. Su audaz cromatismo fue sería escuchado de nuevo hasta que casi fuese retomado en los siglos XIX y XX, gracias a Schenberg y los serialistas.
Hoy disfrutaremos de su responsorio Vinea mea electa, para el Viernes Santo, publicado en 1611; el texto está tomado del profeta Jeremías. Gesualdo hace uso de seis voces. El diseño armónico elegido por Gesualdo está hecho a base de tríadas con sus disonancias haciendo que la polifonía se aleje de la tonalidad principal. Por ejemplo, un momento destacable es el uso de las mismas en la palabra amargura. Todo va fluyendo de una forma casi podríamos decir milagrosa, gracias a la capacidad inventiva del italiano, que no cae en el aburrimiento. La angustia llena esta pieza nostálgica y oscura, propia para el día de la Semana Santa en la que se presagia la muerte de Jesús.
La interpretación es del conjunto vocal TENET.