El clarinete clásico

Ayer podíamos recordar una obra cumbre en la historia de la música de un compositor no menos fundamental. Haciendo memoria caí en la cuenta de que esta joya inmortal no la habíamos escuchado aquí así que esto vamos a hacer hoy. Lo mismo con el título del post puedes intuir por dónde van los tiros. Prepárate para pasar un rato intenso a más no poder, con una música soñadora y escalofriantemente bella.

Ayer 16 de octubre se conmemoraba el aniversario del estreno del Concierto para clarinete y orquesta en en La Mayor, K. 622. Fue en 1791 y estuvo a cargo del clarinetista Anton Stadler. Gracias a este virtuoso instrumentista Mozart llegó a conocer el aterciopelado sonido del instrumento. Stadler se portó de forma infame con el compositor. Era un jugador y bebedor empedernido y no le dolieron prendas de pedir a Mozart un dinero prestado que no tenía. Cuando este murió el clarinetista aún tenía una deuda con él. Volviendo al concierto, te diré que Mozart crea una orquesta que en todo momento arropa al solista, sin oboes y con solo trompas entre los metales. La obra está llena de melancolía, que ya era vital porque moriría pocos meses después. Está escrita en tres movimientos, y de ellos destaca el segundo, famoso donde los haya.
Estos movimientos son:
1. Allegro.
2. Adagio.
3. Rondo, Allegro.
La partitura de la obra puedes descargarla aquí.
La interpretación es de Benny Goodman (clarinete) y la Orquesta Sinfónica de Boston dirigida por Charles Munch.