Tres responsorios de tinieblas



¡Feliz Miércoles Santo! La Semana Santa va avanzando y ya estamos a la mitad. Espero que esté transcurriendo bien y tranquila. El lunes te traía una inmensa obra de Tomás Luis de Victoria escrita para la Semana Santa y hoy voy a hacer lo mismo. Bueno, como puedes comprobar por el título, son tres, pero no nos vamos a marchar de la Península Ibérica. Nuestro vecino Portugal también tiene verdaderos maestros digno de tenerse en cuenta.

Uno de ellos seguro que es desconocido para ti. Se llama Francisco Martins (c. 1620 o c. 1625-1680), maestro portugués nacido en Évora. Fue niño de coro de la catedral de su ciudad natal donde su tío, Domingos Martins de Almeida, había sido maestro de coros en la primera quincena del siglo XVII. Parece que también allí pudo estudiar con Manuel Rebello o António Rodrigues Vilalva. En 1650 ya era sacerdote y fue nombrado "mestre de capela" de la Catedral de Elvas, puesto que mantuvo durante el resto de su vida, hasta su fallecimiento. Su obra es muy expresiva y está llena de inflexiones cromáticas. Martins demuestra una habilidad componiendo fuera de lo normal para un músico de una catedral que no era de las importantes. Por esas inflexiones y por su adecuación al texto, a mí por lo menos en algunos aspectos y en ciertos retazos me recuerda a la música de Carlo Gesualdo, Príncipe de Venosa.

Pruebas de todas estas características son estos tres responsorios de tinieblas: Omnes Amici Mei, Velum Templi y Caligaverunt. Ponte en situación: el templo solo iluminado por quince velas que representaban a Cristo, los once apóstoles y las tres mujeres y que se iban apagando conforme avanzaba el oficio; solo la mayor, representando al Maestro es la última que se apagaba. Todo este dramatismo, cargado de símbolos, contrasta con la música sencilla de Martins, pero también cargada de intención. La suntuosidad del templo contrasta con la desnudez de la música del maestro, perfecta para estos días.

La interpretación es del Grupo Vocal Olisipo.

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