La salve

Salve Regina, Bull

¡Feliz sábado! Casi siempre solemos rezar la salve o incluso cantarla pero escuchada en forma de música instrumental suele ser algo más raro (aunque no algo inusual). La obra de hoy es un ejemplo genuino de la música que viene de las islas británicas, de ese renacimiento tan poderoso que hubo allí y que incluyó también decisivamente en lo que se componía en todo el continente europeo.

John Bull

Vamos a estar en compañía de John Bull (1562 o 1563-1628), compositor británico del que no se sabe bien dónde nació. Dado que durante su vida viajó mucho, puso conocer de primera mano lo que se cocía por Europa, sobre todo en Holanda. Con solo veintidós años ya estaba empleado en la catedral de Hereford y a la misma edad en la capilla real de Londres. En 1613 fue acusado de adulterio y tuvo que huir a Holanda con lo que mucha música suya se perdió. Presiones diplomáticas hicieron que no lo pasase bien y terminó de organista de la catedral de Amberes. Aunque por nacimiento se enclava en el renacimiento su música, llena de una inusual libertad, se entronca directamente con el barroco y su contrapunto tiene una complejidad que casi se iguala a la de Bach.

Disfrutemos de su Salve Regina para órgano. Aquí apreciamos todo el arte de Bull a la hora de variar y demostrar cómo usar el contrapunto. Es muy posible que fuese compuesta en la Bruselas o Amberes justo cuando se exilió. Los cinco versos están pensados para alternarse con el canto llano y en la obra, a pesar del estilo maduro de Bull podemos comprobar que absorbió la influencia continental, especialmente la de Pieter Cornet. Incluso Bull parece que usa en algunos momentos un tipo de registro en la mano derecha y otro en la izquierda (lo que en España sería un teclado partido), aprovechando toda la riqueza que el órgano es capaz de ofrecer.

La interpretación es de Pier Damiano Peretti al órgano Sieber de la iglesia de San Miguel de Viena.

Volver arriba