«En la larga historia que hubo desde Abraham hasta el tiempo de Jesús, una característica del pueblo hebreo era la acogida. Los israelitas siempre pensaban, en el sentido más antiguo, que la visita era siempre la visita de Dios. Cuando nos visita alguien, lo acogemos porque es Dios que nos viene a visitar», argumentó.

Esta premisa nos permite comprender la razón detrás del afán de Marta en tener todo listo para la visita del Señor. No es que haya una contradicción – explicó el arzobispo de Lima – pues la preocupación de ella es natural, quiere que el huésped se sienta cómodo, sin embargo, en ese propósito, se distrae de lo esencial: conversar y escuchar al invitado, es decir, concentrarnos en lo que nos dice el Señor.
«Ese corazón para acoger es fundamental porque nos dice mucho que el ser humano es un ser creado para ser hermano. María quiere escuchar su Palabra y contemplar el ser del Señor. Para eso se necesita intimidad, tranquilidad y, sobre todo, capacidad de contemplar el camino del Señor», indicó.

Escuchamos poco lo que nos dice el Señor en los evangelios. A veces, en la propia Iglesia, nos hemos dedicado a adoctrinar, en vez de confrontar nuestra vida con el Evangelio, con la vida de Jesús
En ese sentido, la liturgia de hoy nos recuerda que la fe cristiana «no es un conjunto de verdades que se recitan de memoria, sino es una experiencia que entra en nuestra experiencia de vida y, confrontándolas, permite encontrar muchos caminos interesantes».
Cuando se adoctrina – advirtió el Primado del Perú – estamos enseñando a hablar de paporreta, con preguntas y respuestas definitivas que no deja espacio a la novedad. Esa mala costumbre cristiana nos impide levantarnos, ayudarnos y acompañarnos. Y reiteró:
«Los escritos del Evangelio se hicieron para que, dejándonos una narración, confrontáramos la narración de nuestra vida con la narración del Señor y sacar algunas ideas sabias e inspiradoras», acotó.
Pero, ¿qué nos dice la realidad? La vida humana está marcada por una diversidad de experiencias que narran nuestra historia, en donde nos hemos encontrado con el Señor leyendo juntos el Evangelio y cada uno ha sentido de diferente manera esa inspiración que le permite caminar en su vida.
Jesús va caminando con la gente, no va arrollando, va conversando, dialogando, va comprendiendo. Y así es que vienen los discípulos, no les impone a serlo o les dice que se condenarán. Eso nunca lo escuchamos en Jesús.
El obispo de Lima recordó que los discípulos «nacen al calor de un trato de Jesús profundo con las personas. A veces con un gesto, con un milagro, con una conversación. Por eso, la conversación y la acogida es fundamental en nuestras vidas».
El Cardenal Castillo indicó que, en medio de la honda crisis de valores que vive el mundo, tenemos el deber, todos juntos «de ayudarnos a salir del entrampamiento de la arrogancia, el entrampamiento del odio, del desprecio, como lo estamos viendo en estos días, sobre todo, con los migrantes». Y añadió:
De izquierda a derecha. Cardenal Pedro Barreto, Cardenal Carlos Castillo y Monseñor Jordi Bertomeu.«En España hay un congresista que ha dicho que están “sobrando” ocho millones de migrantes. ¿Sobrando? ¿Y a dónde van a ir? ¿Son sobra, entonces? ¿Acaso no están “sobrando” algunos dirigentes que no hacen nada por la gente? Y, sin embargo, nunca decimos nosotros que sobran, también son importantes, pero tendrían que tener la misma actitud con todos aquellos que sufren y que trabajan duro para sacar adelante a sus familias», exhortó.
Retomando el caso de Marta y María, el purpurado señaló que, al concentrarnos en las palabras del Señor, podemos aprender sabiamente las cosas. Aclaró que la sabiduría «no se conquista, sino que es parte de todo ser humano que brota a partir de la experiencia, del encuentro con el Otro, leyendo nuestra vida y confrontándola con la de los demás para enriquecerla de esa sabiduría».
Que este día, entonces, sabiendo que lo principal es conversar con el Señor, nos permita encontrar una forma nueva de salir de nuestros problemas, conversando
La Eucaristía de este domingo XVI del Tiempo Ordinario contó con la presencia del Cardenal Pedro Barreto, arzobispo emérito de Huancayo; y Monseñor Jordi Bertomeu. También se hizo presente la comunidad del Milagro Eucarístico Perú 1649, al cumplirse 376 años de la aparición de Jesús en la hostia consagrada, en el distrito de la Ciudad Eten.