Hambre en El Quijote. Reedic.2016

El hambre atraviesa el Quijote como necesidad por antonomasia, lo cual hace que en la fraseología esté obsesivamente asociada con la muerte.
Texto ilustrado por Gustave Doré:
Localización diegética en El Quijote: Se muestra cómo se portaba Sancho Panza en su gobierno.
"Cesó la música, sentóse Sancho a la cabecera de la mesa porque no había más de aquel asiento, y no otro servicio en toda ella. Púsose a su lado en pie un personaje, que después mostró ser médico, con una varilla de ballena en la mano. "
El Q. II.47.2.
Légende de l'édition française :
[Tome II. Seconde partie. Pl. en reg. p. 368 : Le médecin de "l'île" de Sancho Panza interdit à celui-ci toute nourriture.]
Contexto del texto ilustrado:
Capítulo Cuarenta y siete. Donde se prosigue cómo se portaba Sancho Panza en su gobierno.
" 2. Cesó la música, sentóse Sancho a la cabecera de la mesa porque no había más de aquel asiento, y no otro servicio en toda ella. Púsose a su lado en pie un personaje, que después mostró ser médico, con una varilla de ballena en la mano. Levantaron una riquísima y blanca toalla con que estaban cubiertas las frutas y mucha diversidad de platos de diversos manjares; uno que parecía estudiante echó la bendición, y un paje puso un babador randado a Sancho; otro que hacía el oficio de maestresala, llegó un plato de fruta delante; pero apenas hubo comido un bocado, cuando el de la varilla tocando con ella en el plato, se le quitaron de delante con grandísima celeridad; pero el maestresala le llegó otro de otro manjar. Iba a probarle Sancho, pero antes que llegase a él ni le gustase, ya la varilla había tocado en él, y un paje alzádole con tanta presteza como el de la fruta. Visto lo cual por Sancho, quedó suspenso, y mirando a todos, preguntó si se había de comer aquella comida como juego de maesecoral. A lo cual respondió el de la vara:
3. —No se ha de comer, señor gobernador, sino como es uso y costumbre en las otras ínsulas donde hay gobernadores. Yo, señor, soy médico, y estoy asalariado en esta ínsula para serlo de los gobernadores della, y miro por su salud mucho más que por la mía, estudiando de noche y de día, y tanteando la complexión del gobernador, para acertar a curarle cuando cayere enfermo; y lo principal que hago es asistir a sus comidas y cenas, y a dejarle comer de lo que me parece que le conviene, y a quitarle lo que imagino que le ha de hacer daño y ser nocivo al estómago; y así, mandé quitar el plato de la fruta, por ser demasiadamente húmeda, y el plato del otro manjar también le mandé quitar, por ser demasiadamente caliente y tener muchas especies, que acrecientan la sed; y el que mucho bebe, mata y consume el húmedo radical, donde consiste la vida.
4. —Desa manera, aquel plato de perdices que están allí asadas, y a mi parecer, bien sazonadas, no me harán algún daño. A lo que el médico respondió:
5. —Esas no comerá el señor gobernador en tanto que yo tuviere vida.
6. —Pues ¿por qué?—dijo Sancho. Y el médico respondió:
7. —Porque nuestro maestro Hipócrates, norte y luz de la medicina, en un aforismo suyo, dice: Omnis saturatio mala, perdices autem pessima. Quiere decir: «Toda hartazga es mala; pero la de las perdices, malísima.»
8. —Si eso es así—dijo Sancho—, vea el señor doctor de cuantos manjares hay en esta mesa cuál me hará más provecho y cuál menos daño, y déjeme comer dél sin que me le apalee; porque por vida del gobernador, y así Dios me le deje gozar, que me muero de hambre, y el negarme comida, aunque le pese al señor doctor y él más me diga, antes será quitarme la vida que aumentármela.
9. —Vuestra merced tiene razón, señor gobernador—respondió el médico—, y así es mi parecer que vuestra merced no coma de aquellos conejos guisados que allí están, porque es manjar peliagudo. De aquella ternera, si no fuera asada y en adobo, aún se pudiera probar; pero no hay para qué. Y Sancho dijo:
10. —Aquel platonazo que está más adelante vahando me parece que es olla podrida, que por la diversidad de cosas que en las tales ollas podridas hay, no podré dejar de topar con alguna que me sea de gusto y de provecho.
11. —Absit! —dijo el médico—. Vaya lejos de nosotros tan mal pensamiento: no hay cosa en el mundo de peor mantenimiento que una olla podrida. Allá las ollas podridas para los canónigos o para los retores de colegios o para las bodas labradorescas, y déjennos libres las mesas de los gobernadores, donde ha de asistir todo primor y toda atildadura; y la razón es porque siempre y a doquiera y de quienquiera son más estimadas las medicinas simples que las compuestas, porque en las simples no se puede errar y en las compuestas sí, alterando la cantidad de las cosas de que son compuestas; mas lo que yo sé que ha de comer el señor gobernador ahora para conservar su salud y corroborarla, es un ciento de cañutillos de suplicaciones y unas tajadicas subtiles de carne de membrillo, que le asienten el estómago y le ayuden a la digestión. Oyendo esto Sancho, se arrimó sobre el espaldar de la silla y miró de hito en hito al tal médico, y con voz grave le preguntó cómo se llamaba y dónde había estudiado. A lo que él respondió:
12. —Yo, señor gobernador, me llamo el doctor Pedro Recio de Agüero, y soy natural de un lugar llamado Tirteafuera, que está entre Caracuel y Almodóvar del Campo, a la mano derecha, y tengo el grado de doctor por la universidad de Osuna. A lo que respondió Sancho, todo encendido en cólera:
13. —Pues señor doctor Pedro Recio de Mal Agüero, natural de Tirteafuera, lugar que está a la derecha mano como vamos de Caracuel a Almodóvar del Campo, graduado en Osuna, quíteseme luego delante, si no, voto al sol que tome un garrote y que a garrotazos, comenzando por él, no me ha de quedar médico en toda la ínsula, a lo menos de aquellos que yo entienda que son ignorantes; que a los médicos sabios, prudentes y discretos los pondré sobre mi cabeza y los honraré como a personas divinas..."
El Q. II.47.2-13.
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hambr-: hambre: 59: [grandísima hambre: 1; me muero de hambre: 1; mucha hambre: 3; muerto de hambre: 3; muertos de hambre: 1; traspasado de hambre: 1]; hambrientas: 1; hambriento: 2; hambrientos: 2
hambre (doc. ±980, del ant. fambre, del lat. vg. *faminem, lat. famem.) f. 'necesidad de comer'
Refrán: «A hanbre, no ai pan duro, ni falta salsa a ninguno.», Corr. 28.a.
«De todo hay en el mundo, y esto de la hambre tal vez hace arrojar los ingenios a cosas que no están en el mapa.», NovelEjemp., p. 1.b.
El hambre atraviesa el Quijote como necesidad por antonomasia, lo cual hace que en la fraseología esté obsesivamente asociada con la muerte.
|| la hambre y la continua necesidad: ® necesidad
|| La mejor salsa del mundo es la hambre: fr.proverb. La única salsa que se menciona en el Quijote es el hambre (dos veces); con ella aderezan sus alimentos los pobres de finales del s. XVI y comienzos del XVII, época de grandes hambres, en particular en Andalucía, como lo recuerda el refranero: «Líbrete Dios de la enfermedad ke baxa de Kastilla, i de la hanbre ke sube de la Andaluzía.», Corr. 215.b.
«Los efectos de la competencia extranjera, la disminución de la demanda, los dañinos resultados del alza de precios, se habían dejado sentir ya sobre la artesanía y el comercio castellanos durante el último tercio del siglo XVI; pero la ruina definitiva de los negocios no sobreviene hasta la última década de la centuria, cuando la peste, las malas cosechas y el hambre extienden sus efectos a las ciudades y éstas se muestran incapaces de subsistir en un país devastado.», Salazar Rincón, p. 291-292.
He aquí la traducción de esta situación sobre el privado: «Dábase muy poca limosna y no era maravilla, que en general fue el año estéril y, si estaba mala la Andalucía, peor cuanto más adentro del reino de Toledo y mucha más necesidad había de los puertos adentro. Entonces oí decir: «Líbrete Dios de la enfermedad que baja de Castilla y del hambre que sube del Andalucía… nunca pudieron ser amigos la hambre y la vergüenza» », MA, Guzmán, vol. I, p. 130 y 131.
En 1631, Miguel Caxa de Leruela señala que los labriegos: «...cuando se hallan quebrantados, y envejecidos del trabajo de la labranza, son forzados a salir de sus aldeas a mendigar por no morir de hambre en ellas».
Tras la aventura del cuerpo muerto, don Quijote y Sancho: «con la salsa de su hambre, almorzaron, comieron, merendaron y cenaron a un mesmo punto, satisfaciendo sus estómagos con más de una fiambrera que los señores clérigos del difunto—que pocas veces se dejan mal pasar—en la acémila de su repuesto traían.», I.19.47.
La glotonería de Sancho, «vicio en apariencia, es consecuencia de una alimentación deficiente, producto del hambre acumulada durante años, de lo cual da testimonio la frase lapidaria de su mujer hablando de las pretensiones de gobierno de su marido y del porvenir de sus hijos: «La mejor salsa del mundo es la hambre; y como ésta no falta a los pobres, siempre comen con gusto», II.5.12.», Salazar, c. III, p. 164 y ss.
Pero, ¿qué decir del hambre de los hidalgos como don Quijote? Él mismo recuerda con detalles particularmente precisos las servidumbres y miserias a las que estaban sujetas las gentes de su condición, en un monólogo que le viene a los labios al soltársele los puntos de las medias en su aposento del palacio de los Duques: «¡Miserable del bien nacido que va dando pistos a su honra, comiendo mal y a puerta cerrada, haciendo hipócrita al palillo de dientes con que sale a la calle después de no haber comido cosa que le obligue a limpiárselos! ¡Miserable de aquél, digo, que tiene la honra espantadiza, y piensa que desde una legua se 1e descubre el remiendo del zapato, el trasudor del sombrero, la hilaza del herreruelo y la hambre de su estómago!», II.44.24.
El lugar del monólogo no es indiferente, ya que la concentración de la propiedad territorial en manos de los grandes y caballeros (el duque lo es, mientras que don Quijote pretende serlo, pero no lo es) acabó de arruinar a estos nobles de medio pelo (Salazar) que son los hidalgos como don Quijote, cuyas propiedades habían pasado ya a estas manos o a las de los burgueses y letrados de la ciudad. «El afán de lucro de los poderosos se vio estimulado durante el siglo XVI por el alza de precios, por las crecientes posibilidades de ampliar y diversificar los negocios, y también por la merma relativa de los ingresos que podía ocasionar la inflación. Todo ello empujó a los nobles a desprenderse de escrúpulos morales, a enriquecerse con el hambre y la carestía, apropiarse de los bienes comunales de los lugareños para dedicarlos al cultivo, y a emplearse en actividades tradicionalmente incompatibles con la nobleza», Salazar, p. 30.
El Obispo de León explicaba, en una carta dirigida a Felipe III en 1602, que a la capital de su diócesis: «...acudían gran número de pobres bien nacidos, limpios y nobles, de las montañas de Asturias y Galicia, que, para no perecer de hambre, se repartían en las casas de los eclesiásticos y seglares y en monasterios. En las grandes necesidades andaban a su ventura descalzos y desnudos, durmiendo en mayor rigor del frío en las calles, con notable peligro de su salud y vidas», (Salazar).
Don Quijote tiene hambre, aunque recién salido de su lugar no se atreve a declararlo abiertamente sino con litote; así que dice a las mozas de la venta, que le han preguntado si quería comer alguna cosa: «—Cualquiera yantaría yo -respondió don Quijote-, porque, a lo que entiendo, me haría mucho al caso»,», I.2.25.
Don Quijote ya no tiene reparos en proclamar en público, aunque con eufemismo muy propio de hidalgo, que siente el hambre: «acabe presto maese Pedro; que se hace hora de cenar, y yo tengo ciertos barruntos de hambre.», II.26.48.
|| muertos de hambre: ® menesteres naturales
|| padecía hambre Sancho: El gobernador SP tiene hambre en la ínsula Barataria, porque el médico que cuida de su salud le niega la comida:
«Con esta sofistería padecía hambre Sancho, y tal, que en su secreto maldecía el gobierno y aun a quien se le había dado; pero con su hambre y con su conserva se puso a juzgar aquel día», II.51.3.
Para Sancho Panza, el doctor Pedro Recio de Agüero, doctor por la Universidad de Osuna, es un médico ignorante y malo porque le hace pasar hambre; ahora bien, matar a un mal médico, verdugo de la república, es hacer servicio a Dios. En cuanto a sí mismo, Sancho Panza prefiere renunciar al gobierno, si no puede comer:
«Y denme de comer, o si no, tómense su gobierno; que oficio que no da de comer a su dueño no vale dos habas.», II.47.13.
Una carta del Duque a SP le indica que han entrado en el lugar cuatro personas disfrazadas para quitarle la vida, por lo cual le aconseja: «no comáis de cosa que os presentaren», II.47.20.
SP infiere que la persona que quiere matarle es el doctor Recio, su médico, puesto que le mata de hambre, y que, en consecuencia, conviene meterlo en un calabozo: «—Lo que agora se ha de hacer, y ha de ser luego, es meter en un calabozo al doctor Recio; porque si alguno me ha de matar ha de ser él, y de muerte adminícula y pésima como es la de la hambre.», II.47.23.
Hay un doble un poco más abajo, también sobre el tema del hambre:
«Negociante necio… no vengas a la hora de comer ni a la de dormir; que los jueces son de carne y de hueso, y han de dar a la naturaleza lo que naturalmente les pide, si no es yo, que no le doy de comer a la mía, merced al señor Doctor Pedro Recio Tirteafuera, que está delante, que quiere que muera de hambre, y afirma que esta muerte es vida, que así se la de Dios a él y a todos los de su ralea, digo, a la de los malos médicos; que la de los buenos palmas y lauros merecen.» II.49.2.
Sancho Panza quiere aprovechar la ausencia de su médico para comer algo de peso y substancia:
«—¿Sería posible—dijo Sancho—, maestresala, que agora que no está aquí el doctor Pedro Recio, que comiese yo alguna cosa de peso y de sustancia, aunque fuese un pedazo de pan y una cebolla? », II.47.30.
El labrador que viene a visitar al Gobernador Sancho Panza mientras éste se preocupa de su hambre, le dice que a su mujer se la mató un mal médico, que la purgó estando preñada», II.47.40.
|| su mucha hambre y necesidad ® necesidad ® toros… animales inmundos y soeces

Artista: Diego Velázquez (1599–1660)
Título:
Español: Vieja friendo huevos.
English: An old woman cooking eggs.
Fecha: c. 1618.
Técnica: óleo sobre lienzo • Barroco
Dimensiones: 100.5 × 119.5 cm
Ubicación actual: Galería nacional de Escocia, National Gallery of Scotland, Edimburgo, Reino Unido
Fuente/fotógrafo: Google Art Project: Home - pic Maximum resolution.
La Vieja friendo huevos es un cuadro de juventud de Velázquez, pintado en Sevilla en 1618, sólo un año después de su examen como pintor. Se encuentra en la National Gallery of Scotland en Edimburgo desde1955, adquirido a los herederos de sir Francis Cook por 57.000 libras.
Explicación del Cuadro:SaGaBardon
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Fuentes de los textos:
Salvador García Bardón, Taller cervantino del “Quijote”, Textos originales de 1605 y 1615 con Diccionario enciclopédico, Academia de lexicología española, Trabajos de ingeniería lingüística, Bruselas, Lovaina la Nueva y Madrid, 2005. Este artículo apareció en diferentes soportes virtuales el 27 de octubre de 2005.
Salvador García Bardón, El Quijote para citarlo, Skynet, 2005.