María-José Peña: España les saluda: ¡salve, bárbaros!

Hoy, jugando, jugando, hemos perdido la democracia. Pero hemos ganado un circo. Quizá no debiéramos jugar...

María-José Peña: "ANTE EL ESPEJO: TESTIGOS Y VIOLENCIA", 06/03/2019.

Habiendo seguido día tras día, hora tras hora y minuto tras minuto el juicio por el Tribunal Supremo del Procès, me hago las mismas preguntas que Maria Jose Peña :

No sé con qué espíritu mañana los Jueces van a seguir juzgando. Y si aún sacan fuerzas para ello, que espero que las saquen, qué sentimiento de inutilidad de lo que hacen les acompañará. Si hoy en las Cortes se han atrevido a todo esto y nadie les ha parado los pies, ¿cómo no se va a pensar que sea cual sea la Sentencia se va directo al indulto?.

El lector encontrará aquí el texto del aviso de ayer por María-José Peña de lo que iba pasar en el Palacio del Congreso y la triste confirmación, en el subtítulo, de lo que efectivamente ha pasado hoy.

Salvador García Bardón

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María-José Peña

SALVE, BÁRBAROS

Ya están aquí. Ya llegaron. Después de tanto tiempo de anunciar su llegada, aquí están; y España les saluda: salve, bárbaros.

Para empezar: el recibimiento que se le ha dispensado al asesor de Puigdemont nos habla de la enorme gravedad de la enfermedad nacionalista. Y de la que aqueja a los que no lo son: la pasividad. Esta sociedad está podrida. No tiene arreglo. Los que mandan están enfermos de odio y aversión a los españoles y a lo español, y los españoles de Cataluña se han acostumbrado a vivir así, están hartos y ya se inmutan poco; tampoco tienen mayores apoyos; sencillamente, pasan. 


Ante ese pasotismo, el golpismo cobra fuerza, pretende que lo ocurrido le salga gratis y quiere seguir en el poder hasta que esté fuerte para la próxima intentona. Y lo logrará.

Hoy, parte de ese golpismo, el que hoy está enjuiciado, da un paso más y se presenta allí, en aquel lugar que ha pretendido dinamitar, para hacer lo mismo pero desde dentro. Le ampara una democracia mal entendida y una legislación que no previó el embate ni supo reaccionar cuando se produjo.

Hoy recogen sus Actas como representantes de todos esos españoles a los que han querido hacer extranjeros. Acuden al Parlamento de la Nación que han querido destruir, cuyas leyes han violentado y a cuyas autoridades desprecian y ofenden. Y España les pagará generosamente por todo ello.

La primera demostración de lo que será su actuar ya la han dado hoy mismo burlando con triquiñuela la obligación impuesta por el TS de no comparecer ante la prensa. Los nuevos diputados separatistas, los que no tienen causas con la Justicia, comparecen festivos ante una prensa española sumisamente deslumbrada.

Mañana, a los que están siendo Juzgados hoy se les permitirá acudir de nuevo a la Constitución de las Cámaras. Allí estarán los golpistas, entre todos, como todos, aceptados por todos, para destruir lo que aquel lugar representa: la soberanía nacional. Con sus lazos amarillos que afrentan a la Justicia y a todo el Estado, se darán la mano con todos los que facilitaron las cosas. En el momento del juramento o promesa jurarán o prometerán falsamente o inventarán otra fórmula, que desgraciadamente se les tolerará, para convertir el formalismo en una reivindicación de lo suyo. Ya han llegado al centro mismo del Estado los que quieren destruir este Estado.

El domingo, otros muchos de ellos serán elegidos alcaldes y concejales en ciudades y pueblos, sin que ninguna otra candidatura alternativa haya podido formarse en muchos de esos pueblos pues el insulto, el asedio, el hostigamiento, y la amenaza han sumido a los ciudadanos que piensan distinto en el silencio y el miedo. También el domingo algunos de ellos resultarán elegidos para acudir a Europa; allí se dedicarán a denigrar al país que representan, allí aplicarán posición e influencia al objetivo, también tolerado desde España, de ensuciar su nombre, su democracia y sus leyes.

Por asombroso que parezca, todo eso ocurre porque parece estar así decidido, porque los Gobiernos de España y muchas de sus instituciones se han aplicado a su gestión o han permitido que se apliquen otros, porque la oposición no ha estado a la altura exigida, porque el poder legislativo ha permanecido entretenido en refriegas menores y ajeno a la debilidad normativa de su democracia, y porque una sociedad narcotizada y abúlica ha acabado aceptándolo.

Sólo la Justicia española prosigue en soledad y, posiblemente perpleja, su camino recto. A su lado, como parte de esas estructuras que la componen, está también sentado parte del nacionalismo separatista aunque lleve togas españolas.

Todo discurre sin tensión, sin crispación, con entendimiento, con tolerancia, entre todos. Todo en calma. Ya llegaron.


¡Salve, bárbaros!.

Fuente: ¡Salve, bárbaros!

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