Maria-José Peña: ¡Malos vientos, para Cataluña y para España!

Comportamiento ejemplar de quien se retiró de la vida pública tras haber sufrido una "moción de censura", cuya conclusión era tan previsible como la crónica de una muerte política tan anunciada como complotada. Los electores hemos asistido perplejos a un abuso de los Artículos 113 y 114 de la Constitución mediante el ninguneo de la mayoría electoral real existente y su sustitución por una mayoría complotada, resultante de la suma de minorías separaristas, cuyos propósitos antiespañoles, repetidamente declarados y probados, son anticonstitucionales.
Repetimos aquí, para todos los que nos hacéis el honor de prestar atención a nuestros puntos de vista como especialistas de la Ética, que no apoyamos ni votamos a ninguno de los partidos políticos implicados en esta "moción de censura". Ni a los "agentes" del complot ni a "su paciente" actual. Por deontología política tampoco votamos a los partidos que no cumplen sus promesas electorales.
Desde Bruselas compartimos y agradecemos el punto de vista de la excelente analista socio-política Maria-José Peña: "Para los ciudadanos de España y, especialmente, para los españoles de Cataluña, no es sólo que corran malos vientos, que también, ¡es que en el horizonte se adivinan tempestades!."
-oOo-
Maria-José Peña
¡MALOS VIENTOS!
15 de junio a las 22:19
Apenas dos semanas desde que se apeó al anterior Gobierno de la propia función mediante la Moción de Censura las cosas empiezan a cambiar. No vamos a detenernos en la improvisación de los nombramientos que casi enseguida dieron lugar a alguna pronta dimisión que nos libró de mayores males; vamos a ir a lo fundamental.
Apenas dos semanas y el horizonte empieza a cambiar de la manera que temíamos.
Si el anterior Gobierno concitó nuestra exasperación y nuestra desesperación por su parsimonia inaudita, por su inacción, por su reticencia a emplear la vía política, la del ejecutivo, para solventar un alzamiento que llevó a Cataluña a la quiebra legal, económica y social, el actual se ha aprestado a “apaciguar” a los autores del furor levantisco y a rendirles de nuevo los beneficios que, el tenuemente aplicado art.155 de la CE, les arrebató.
Así, todo es poco para congraciarse con el secesionismo militante: desde el reconocimiento del “derecho” a mantener las “embajadas” antes cerradas, hasta el reconocimiento de que se podría estudiar “la aproximación de los detenidos preventivos a prisiones próximas a su lugar de residencia”; desde la prisa en devolver la llave de los caudales, hasta el silencio al advertir que el primer destino que se da a dichos caudales es el de regar de nuevo en abundancia la televisión pública que jamás perdieron y que siempre usaron en la misma dirección. ¡Malos vientos!.
En definitiva, todo perdido. Lo poco que quedaba. Y ello sin que cuente que el Sr.Torra y su Gobierno autonómico persisten en mantener su horizonte en la situación que dio origen a la intervención judicial en la cuestión, el ilegal referéndum del 1 de Octubre y las actuaciones posteriores del mismo Gobierno regional.
Y es que el secesionismo de las autoridades autonómicas, la última fase del nacionalismo, no es sólo una cuestión política de naturaleza ilegal e inmoral, es, sobre todo un gran negocio que sostiene a media Cataluña. Por eso goza de tal predicamento entre la mitad de Cataluña, porque es más, mucho más, que una posición política aunque ésta sea ilegal e inmoral:
→ es el sostén económico de la Administración que durante años han ido creando no para gestionar sino para sostener la “identidad”;
→ es el sostén económico de la Educación que se ha ido configurando no para enseñar sino para adoctrinar;
→ es el sostén económico de una televisión creada no para informar sino para deformar la verdad;
→ es el sostén económico de una clase política sin empleo anterior ni expectativa posterior de tenerlo que fundamenta su supervivencia económica en su deslealtad política al Estado;
→ es el sostén económico de un segmento empresarial y financiero que goza de prebendas y subvenciones ligados a su aplauso al secesionismo, aunque en ocasiones se acobarde ante la fuerza del Estado y juegue a la “equidistancia” y al “diálogo”.
Eso es el secesionismo en el fondo, un gran negocio del que viven muchísimos y que deben recuperar al precio que sea so pena de que la Empresa quiebre y se hundan todos. ¡Malos, malísimos vientos!.
Y frente a ese negocio, nos hallamos con la predisposición manifiesta del nuevo Gobierno socialista a entenderse con sus gestores, con los causantes de la mayor crisis que ha vivido y sigue viviendo la España democrática. Ello contrasta con la absoluta ajeneidad con que se trata a la ciudadanía catalana, más de la mitad de la población total de Cataluña, que ha sufrido los desmanes del secesionismo. Es más, se la entrega de nuevo al arbitrio del secesionismo renovado que no ha renovado más que los nombres que ahora lo dirigen.
¿Qué decir del silencio con que desde el Gobierno se admite lo que se lleva tantos años denunciando: la imposición lingüística?.
¿Qué decir de la tolerancia con que se acepta el menosprecio con que se trata “lo español”, se trate del nombre de una calle, del uso de la lengua, del ostracismo en la TV pública o de las dificultades de acceso a la función pública?
Y ¿qué no decir de la abierta y ofensiva pretensión de ignorar la figura del Jefe del Estado o de tratar de rebajar su figura y su dignidad constitucional llamándole, simplemente, “el Borbón”?.
Ante todo ello el reciente Gobierno de Pedro Sánchez calla, como si esta realidad no existiera, como si ignorándola la pudiera borrar. Sólo hay respuesta del nuevo Gobierno para las exigencias del secesionismo inconstitucional; ninguna para los ofendidos por el mismo.
Mire usted, Sr.Pedro Sánchez y miembros de su Gobierno que se autodenomina “socialista”, desgraciadamente
→ no han venido ustedes a mejorar la situación de los privados de derechos y libertades en Cataluña, sino sólo a ser el nuevo y predispuesto interlocutor del secesionismo;
→ no han venido ustedes a reparar el daño causado sino a entenderse con el causante del mismo;
→ no han venido ustedes a cambiar nada sino a entender, disculpar y aceptar lo que el secesionismo impone;
no han venido a dar amparo y protección legal a los ofendidos sino a someterles de nuevo al arbitrio del secesionismo oficial;
→ no han venido ustedes a restituir derechos sino a permitir que sigan conculcándose;
→ no han venido ustedes a hacer respetar la Ley en esta parte de España sino a entregarla al poder de la secesión, y a reconocer sus derechos mientras ignora los nuestros.
En definitiva, están ustedes aquí para mostrar su buena voluntad hacia los que quiebran la Ley, desprecian a los españoles y anuncian día tras día su objetivo independentista. ¡Malos vientos!
Por eso, ni los rasgos de humanidad de acoger a seres humanos con vidas a la deriva, como es el caso del Aquarius; ni la eliminación de las indignas e inhumanas concertinas en la frontera de Ceuta y Melilla que estableciera otro socialista en el Gobierno; ni el recuperado y necesario reconocimiento del derecho universal a la salud, que todo ello celebro, pueden hacer olvidar que se trata de gestos para la galería, o, en el mejor de los casos, de gestos incoherentes, pues, ¿cómo entender que se protejan derechos de algunos colectivos cuando se hace negación de los que debieran asistir a los ciudadanos de media Cataluña?
Y es que mientras en la Autonomía se aprestan a levantar de nuevo el sostén económico de todos ellos que les fue brevemente quebrado, y en el Gobierno a amansar por un tiempo el levantamiento para conquistar de nuevo el poder político nacional largos años escapado, para los ciudadanos de España y, especialmente, para los españoles de Cataluña, no es sólo que corran malos vientos, que también, ¡es que en el horizonte se adivinan tempestades!.
Fuente: Maria-José Peña: ¡MALOS VIENTOS!