23 de diciembre, Reconciliación

TIEMPO DE ADVIENTO – PALABRAS DE ESPERANZA
23 DE DICIEMBRE: (Mlq 3, 1-4. 23-24; Sal 24; Lc 1, 57-62)

RECONCILIACIÓN

“Mirad: os enviaré al profeta Elías antes de que llegue el día del Señor, grande y terrible.
Convertirá el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, para que no tenga que venir yo a destruir la tierra.»

RECEPCIÓN DE LA PALABRA

A lo largo de los días, en la convivencia familiar y comunitaria, por motivo de la diversidad de caracteres y diferentes modos de pensar, puede suceder el distanciamiento entre los miembros.

De vez en cuando se necesita alguna reunión, que obligue a acortar distancias y a superar diferencias. Suele ser buen momento la fiesta de algún cumpleaños, o de alguna celebración más significativa, como una boda o bautizo; y más todavía si se viven momentos dolorosos.

La Navidad es, de manera especial, una de las fechas que invita a la reconciliación. La tradición del alguna comida en familia fuerza las posibles resistencias, y con un poco de sensibilidad y buena voluntad, se llega a poder convivir en armonía.

Si en estos tiempos es un regalo muy especial el que se mantengan las familias unidas, también lo es que nos sintamos llamados a reconciliarnos con Dios, a que la paz habite en lo profundo de la conciencia.

Tanto para la restauración de las relaciones humanas, como para abrirse a la misericordia divina, es necesaria la humildad, el saber reconocer la propia debilidad, y sentir la necesidad del perdón.

La propia justificación, los puntos de honra, que diría Santa Teresa de Jesús, el amor propio, la mala memoria que reaviva los motivos dolorosos, son obstáculos que hay que vencer, para que pueda dominar la armonía y la serenidad.

No deberíamos conformarnos con salir del paso, con una especie de protocolo social o con formalismos externos. Se trata de cultivar en el corazón los sentimientos que nacen del acontecimiento que nos disponemos a celebrar, que Dios ha tenido misericordia con nosotros, haciéndose uno de los nuestros.

La paz es bendición para los corazones sencillos, y brota de la tierra que recibe con la puerta abierta la justicia del cielo, la santidad, la bondad de Dios.
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