D. 4º Cuaresma B 2ª lect. (11.03.2018) Dios nos regala la vida y la salvación
Comentario: “Por pura gracia estáis salvados... Somos, pues, obra suya” (Ef 2, 4-10).
Esta es la buena noticia que anuncia hoy la segunda lectura. El texto es de la carta a los Efesios, una meditación sobre la unidad de la humanidad. En Jesús, Dios ofrece una vida realizada, salvada del sin sentido y de la muerte, una vida en fraternidad. Leemos un fragmento de la primera parte (Ef 1, 3 - 2, 10). El texto leído podemos dividirlo en dos apartados para comprender mejor su sentido.
a) El amor de Dios nos salva por medio de Jesús (Ef 2,4-7)
El texto es una oración gramatical compleja:
El sujeto activo viene expresado en el versículo 4: “Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó”. El amor de Dios es el origen de la creación y de la salvación que revela Jesús.
El núcleo verbal lo forman tres verbos predicativos: “estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo -por pura gracia estáis salvados-” (v. 5), “nos ha resucitado con Cristo Jesús y nos ha sentado con él en el cielo” (v. 6). Acciones en aoristo (pasado indefinido) describen la solidaridad de Jesús con la humanidad. En Jesús se revela, pues, el “juicio de Dios, su justicia”, es decir, su amor incondicional, por el que nos acoge tal como somos y nos atrae a la fraternidad universal, su proyecto de amor.
El complemento directo -sobre quienes cae directamente la acción divina- somos los cristianos, de quienes, dice: “estando nosotros muertos por los pecados” (v. 5a). En versículos anteriores (Ef 2, 1-3), nos ha desdoblado en “vosotros” (no judíos) y “nosotros” (judíos):
- “Vosotros [que estabais muertos por vuestras culpas y pecados, pues tal era antes vuestra conducta, siguiendo el genio de este mundo, siguiendo al jefe que manda en la región del aire, el espíritu que actúa ahora en los rebeldes] (vv. 1-2).
- “Nosotros [de ellos éramos también nosotros, pues todos vivíamos antes sujetos a los bajos deseos, obedeciendo a los caprichos del instinto y de la imaginación, y, naturalmente, estábamos destinados a la reprobación como los demás (v.3)].
Este “estar muertos por vuestras ofensas y pecados” es la situación de la que habla también Rom 3, 9-24; 5, 12-21. La tradición lo ha llamado “pecado original”. Descrito como “un corazón curvado sobre sí mismo” (Lutero), “el amor de sí mismo hasta el desprecio de Dios” (san Agustín), “pretensión humana de alcanzar el propio fin al margen de Dios” (GS 13), “carácter `pecador´ del deterioro humano” (González Faus: “Proyecto de hermano. Visión creyente del hombre”. Sal Terrae 1987, pp. 366-380)., “empecatamiento de la estructura”, “pecado del mundo”, “pecado estructural”, “ámbito de pecado”, ausencia de Dios, “hamartiosfera” en que nacemos y vivimos” (J. M. González Ruiz: “El evangelio de Pablo”. 2ª ed. Sal Terrae. Santander 1988. P. 190-191), “manifestaciones de nuestra impotencia creatural, dimensiones diversas de la `tristeza de nuestra finitud´: la `alienación existencial y económica, psicológica y cultural, social e histórica, moral y religiosa´” (A. Torres Queiruga: “Recuperar la salvación”. Sal Terrae 1995, pp. 159-170).
Complemento circunstancial de finalidad:
“Así muestra a las edades futuras la inmensa riqueza de su gracia, su bondad para con nosotros en Cristo Jesús” (v. 7). Para mostrar el Amor divino en la vida de Jesús y en sus seguidores.
b) Conclusiones lógicas: “somos obra suya” (2,8-10)
- “Porque estáis salvados por su gracia y mediante la fe. Y no se debe a vosotros, sino que es un don de Dios (v. 8), y tampoco se debe a las obras, para que nadie pueda presumir (v. 9).
- Pues somos obra suya (su “poema”). Nos ha creado en Cristo Jesús, para que nos dediquemos a las buenas obras, que él nos asignó para que las practicásemos” (v. 10).
Homilía hecha oración (Ef 2,4-10)
Hoy contemplamos, Jesús, tu vida solidaria:
“vivimos contigo, resucitamos contigo, nos sentamos contigo en los cielos”;
“somos obra divina... por pura gracia estamos salvados”.
Lo que intuía nuestro corazón lo confirma tu vida:
nuestra naturaleza cósmica, evolutiva, es don del Padre;
el despertar progresivo de nuestros deseos es don del Padre;
como el deseo ilimitado de verdad y de gozo;
el Padre, que nos ha hecho así, colmará nuestro inquieto corazón.
Hoy Pablo nos recuerda el inmenso amor de Dios:
“siendo rico en misericordia, por el gran amor que nos tuvo...;
estáis salvados por pura gracia y mediante la fe;
no se debe a vosotros, es el don de Dios;
somos, pues, obra suya, “poema, creación suya”.
El Amor del Padre, manifestado en tu vida, Jesús, no tiene límites:
a pesar de nuestra conducta inspirada en el egoísmo;
siguiendo al “poderoso caballero”: poder, dinero, honores...;
movidos por un espíritu incrédulo de fraternidad;
esclavizados por los deseos del cuerpo o del espíritu:
- gula, lujuria, pereza, avaricia, envidia, venganza, soberbia...;
abrazados a los malos funcionamientos que siembran infelicidad;
“muertos por los pecados”, es decir, deshumanizados por la soberbia;
sin vida auténticamente humana, sin sentido, sin futuro;
enzarzados en el acaparamiento desalmado que produce hambre;
dominados por la venganza o el odio dictador...
A pesar de todo esto, el gran amor del Padre:
nos hace vivir contigo, Cristo Jesús: al darnos tu mismo Espíritu;
Espíritu que llama a Dios ¡Padre – Madre!;
Espíritu que dice a nuestro espíritu que somos hijos de Dios y hermanos;
Espíritu que nos resucita a tu misma vida (Rm 8)
Espíritu que nos da un amor que responde a su amor (Jn 1,16);
Espíritu que nos sentará en el trono de gloria donde Dios habita:
- “seremos semejantes a él, porque le veremos tal cual es” (1Jn 3, 2).
Este amor gratuito, que nos habita, es nuestra salvación:
nos salva de las trampas del poder, del dinero, de la soberbia de este mundo:
- que pretende “limitar, disminuir, prohibir o anular las posibilidades
y energías de lo humano que Dios ha puesto en nuestras vidas” (J. M. Castillo:
“Curas casados. Historias de fe y ternura”. Moceop. Albacete 2010, pág. 353).
- que viene impuesto por los fuertes y hábiles según sus intereses;
- que se mantiene con violencia e hipocresía;
- que margina a los críticos y diferentes...;
nos salva de caer en la esclavitud de nuestras pasiones sin control;
nos salva ayudándonos a encontrar la plenitud humana:
- en la oración atenta al Espíritu que inspira e ilumina;
- en tu “memoria”, la reflexión y el trabajo;
- en el amor gratuito a todos;
nos salva del miedo a la muerte física, que es humana,
y abre la puerta de tu gloria.
Rufo González
Leganés (Madrid)
Esta es la buena noticia que anuncia hoy la segunda lectura. El texto es de la carta a los Efesios, una meditación sobre la unidad de la humanidad. En Jesús, Dios ofrece una vida realizada, salvada del sin sentido y de la muerte, una vida en fraternidad. Leemos un fragmento de la primera parte (Ef 1, 3 - 2, 10). El texto leído podemos dividirlo en dos apartados para comprender mejor su sentido.
a) El amor de Dios nos salva por medio de Jesús (Ef 2,4-7)
El texto es una oración gramatical compleja:
El sujeto activo viene expresado en el versículo 4: “Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó”. El amor de Dios es el origen de la creación y de la salvación que revela Jesús.
El núcleo verbal lo forman tres verbos predicativos: “estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo -por pura gracia estáis salvados-” (v. 5), “nos ha resucitado con Cristo Jesús y nos ha sentado con él en el cielo” (v. 6). Acciones en aoristo (pasado indefinido) describen la solidaridad de Jesús con la humanidad. En Jesús se revela, pues, el “juicio de Dios, su justicia”, es decir, su amor incondicional, por el que nos acoge tal como somos y nos atrae a la fraternidad universal, su proyecto de amor.
El complemento directo -sobre quienes cae directamente la acción divina- somos los cristianos, de quienes, dice: “estando nosotros muertos por los pecados” (v. 5a). En versículos anteriores (Ef 2, 1-3), nos ha desdoblado en “vosotros” (no judíos) y “nosotros” (judíos):
- “Vosotros [que estabais muertos por vuestras culpas y pecados, pues tal era antes vuestra conducta, siguiendo el genio de este mundo, siguiendo al jefe que manda en la región del aire, el espíritu que actúa ahora en los rebeldes] (vv. 1-2).
- “Nosotros [de ellos éramos también nosotros, pues todos vivíamos antes sujetos a los bajos deseos, obedeciendo a los caprichos del instinto y de la imaginación, y, naturalmente, estábamos destinados a la reprobación como los demás (v.3)].
Este “estar muertos por vuestras ofensas y pecados” es la situación de la que habla también Rom 3, 9-24; 5, 12-21. La tradición lo ha llamado “pecado original”. Descrito como “un corazón curvado sobre sí mismo” (Lutero), “el amor de sí mismo hasta el desprecio de Dios” (san Agustín), “pretensión humana de alcanzar el propio fin al margen de Dios” (GS 13), “carácter `pecador´ del deterioro humano” (González Faus: “Proyecto de hermano. Visión creyente del hombre”. Sal Terrae 1987, pp. 366-380)., “empecatamiento de la estructura”, “pecado del mundo”, “pecado estructural”, “ámbito de pecado”, ausencia de Dios, “hamartiosfera” en que nacemos y vivimos” (J. M. González Ruiz: “El evangelio de Pablo”. 2ª ed. Sal Terrae. Santander 1988. P. 190-191), “manifestaciones de nuestra impotencia creatural, dimensiones diversas de la `tristeza de nuestra finitud´: la `alienación existencial y económica, psicológica y cultural, social e histórica, moral y religiosa´” (A. Torres Queiruga: “Recuperar la salvación”. Sal Terrae 1995, pp. 159-170).
Complemento circunstancial de finalidad:
“Así muestra a las edades futuras la inmensa riqueza de su gracia, su bondad para con nosotros en Cristo Jesús” (v. 7). Para mostrar el Amor divino en la vida de Jesús y en sus seguidores.
b) Conclusiones lógicas: “somos obra suya” (2,8-10)
- “Porque estáis salvados por su gracia y mediante la fe. Y no se debe a vosotros, sino que es un don de Dios (v. 8), y tampoco se debe a las obras, para que nadie pueda presumir (v. 9).
- Pues somos obra suya (su “poema”). Nos ha creado en Cristo Jesús, para que nos dediquemos a las buenas obras, que él nos asignó para que las practicásemos” (v. 10).
Homilía hecha oración (Ef 2,4-10)
Hoy contemplamos, Jesús, tu vida solidaria:
“vivimos contigo, resucitamos contigo, nos sentamos contigo en los cielos”;
“somos obra divina... por pura gracia estamos salvados”.
Lo que intuía nuestro corazón lo confirma tu vida:
nuestra naturaleza cósmica, evolutiva, es don del Padre;
el despertar progresivo de nuestros deseos es don del Padre;
como el deseo ilimitado de verdad y de gozo;
el Padre, que nos ha hecho así, colmará nuestro inquieto corazón.
Hoy Pablo nos recuerda el inmenso amor de Dios:
“siendo rico en misericordia, por el gran amor que nos tuvo...;
estáis salvados por pura gracia y mediante la fe;
no se debe a vosotros, es el don de Dios;
somos, pues, obra suya, “poema, creación suya”.
El Amor del Padre, manifestado en tu vida, Jesús, no tiene límites:
a pesar de nuestra conducta inspirada en el egoísmo;
siguiendo al “poderoso caballero”: poder, dinero, honores...;
movidos por un espíritu incrédulo de fraternidad;
esclavizados por los deseos del cuerpo o del espíritu:
- gula, lujuria, pereza, avaricia, envidia, venganza, soberbia...;
abrazados a los malos funcionamientos que siembran infelicidad;
“muertos por los pecados”, es decir, deshumanizados por la soberbia;
sin vida auténticamente humana, sin sentido, sin futuro;
enzarzados en el acaparamiento desalmado que produce hambre;
dominados por la venganza o el odio dictador...
A pesar de todo esto, el gran amor del Padre:
nos hace vivir contigo, Cristo Jesús: al darnos tu mismo Espíritu;
Espíritu que llama a Dios ¡Padre – Madre!;
Espíritu que dice a nuestro espíritu que somos hijos de Dios y hermanos;
Espíritu que nos resucita a tu misma vida (Rm 8)
Espíritu que nos da un amor que responde a su amor (Jn 1,16);
Espíritu que nos sentará en el trono de gloria donde Dios habita:
- “seremos semejantes a él, porque le veremos tal cual es” (1Jn 3, 2).
Este amor gratuito, que nos habita, es nuestra salvación:
nos salva de las trampas del poder, del dinero, de la soberbia de este mundo:
- que pretende “limitar, disminuir, prohibir o anular las posibilidades
y energías de lo humano que Dios ha puesto en nuestras vidas” (J. M. Castillo:
“Curas casados. Historias de fe y ternura”. Moceop. Albacete 2010, pág. 353).
- que viene impuesto por los fuertes y hábiles según sus intereses;
- que se mantiene con violencia e hipocresía;
- que margina a los críticos y diferentes...;
nos salva de caer en la esclavitud de nuestras pasiones sin control;
nos salva ayudándonos a encontrar la plenitud humana:
- en la oración atenta al Espíritu que inspira e ilumina;
- en tu “memoria”, la reflexión y el trabajo;
- en el amor gratuito a todos;
nos salva del miedo a la muerte física, que es humana,
y abre la puerta de tu gloria.
Rufo González
Leganés (Madrid)