"Un hombre tan recio y sobrio como esa tierra de vino y ventisca de la Valencia castellana, su patria natal" Cañizares, un hombre de Dios y de la Iglesia

Hace diez años, escribí un artículo sobre el Cardenal Cañizares, que me gustaría recordar de manera resumida en estos momentos, con mis mejores deseos de una recuperación, como nos pide Enrique Benavent, el Arzobispo de Valencia, que recemos por ello.
En la foto de portada, Cañizares en Perú con los obispos Prevost de Chiclayo y Juan Oliver de Requena.
Tenía amigos en todos los bandos, y tendía puentes. Ahora nos faltan este tipo de personas. Distinguía muy bien la persona de sus ideas. Y, a pesar de que muchas veces le machacaban, con más o menos razón, era un hombre libre.
La pastoral que comenté en su momento es un puro reflejo de su personalidad. Compleja, pero sencilla a la vez. Había transcurrido un año y escribió una carta pastoral titulada "Proseguir el camino con la mirada puesta en Jesucristo". Leyéndola atentamente se descubren algunas confesiones personales, salidas con toda certeza de su puño y letra.
Me parecía importante ofrecer otra mirada sobre este hombre, cuya imagen muchas veces ha sido distorsionada en los medios. Sus mismas palabras le definen. La Carta Pastoral la dejo para los que la quieran leer y meditar. Esta vez era el turno de la persona. Un hombre tan recio y sobrio como esa tierra de vino y ventisca de la Valencia castellana, su patria natal. esperemos que se recupere…Recemos.
Tenía amigos en todos los bandos, y tendía puentes. Ahora nos faltan este tipo de personas. Distinguía muy bien la persona de sus ideas. Y, a pesar de que muchas veces le machacaban, con más o menos razón, era un hombre libre.
La pastoral que comenté en su momento es un puro reflejo de su personalidad. Compleja, pero sencilla a la vez. Había transcurrido un año y escribió una carta pastoral titulada "Proseguir el camino con la mirada puesta en Jesucristo". Leyéndola atentamente se descubren algunas confesiones personales, salidas con toda certeza de su puño y letra.
Me parecía importante ofrecer otra mirada sobre este hombre, cuya imagen muchas veces ha sido distorsionada en los medios. Sus mismas palabras le definen. La Carta Pastoral la dejo para los que la quieran leer y meditar. Esta vez era el turno de la persona. Un hombre tan recio y sobrio como esa tierra de vino y ventisca de la Valencia castellana, su patria natal. esperemos que se recupere…Recemos.
Me parecía importante ofrecer otra mirada sobre este hombre, cuya imagen muchas veces ha sido distorsionada en los medios. Sus mismas palabras le definen. La Carta Pastoral la dejo para los que la quieran leer y meditar. Esta vez era el turno de la persona. Un hombre tan recio y sobrio como esa tierra de vino y ventisca de la Valencia castellana, su patria natal. esperemos que se recupere…Recemos.
| José Luis Ferrando Lada
Hace diez años, escribí un artículo sobre el Cardenal Cañizares, que me gustaría recordar de manera resumida en estos momentos, con mis mejores deseos de una recuperación, como nos pide Enrique Benavent, el Arzobispo de Valencia, que recemos por ello. En la foto de portada, Cañizares en Perú con los obispos Prevost, de Chiclayo, y Juan Oliver de Requena.
He tenido ocasión de conversar varias veces con él, y disfrutar de sus anécdotas, en Valencia y en Tierra Santa. Sin duda, España le debe mucho a su acción callada y discreta. Tenía amigos en todos los bandos, y tendía puentes. Ahora nos faltan este tipo de personas. Distinguía muy bien la persona de sus ideas. Y, a pesar de que muchas veces le machacaban, con más o menos razón, era un hombre libre. Mi última conversación telefónica con el fue a raíz de la muerte de nuestro amigo amigo común, Miguel Díaz, me recordó su gran amistad.
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La pastoral que comenté en su momento es un puro reflejo de su personalidad. Por eso me parece importante recordarla. Había transcurrido un año y escribió una carta pastoral titulada "Proseguir el camino con la mirada puesta en Jesucristo". Leyéndola atentamente se descubren algunas confesiones personales, salidas con toda certeza de su puño y letra. Una carta pastoral, probablemente, no es el género literario más adecuado para conocer de cerca al obispo que la redacta. Generalmente los prelados plasman sus ideas e iniciativas en torno a un tema, sin mucho espacio para proyectarse personalmente.
Sin embargo, subrayaremos algunas frases muy significativas: "Trascurridos estos doce meses iniciales, mi acción de gracias a la misericordia de Dios se ensancha todavía más, si cabe, que en aquellos primeros momentos. He empezado a ver y palpar vuestra realidad, a conoceros más y mejor, a saber más de vosotros, a sentirme cada día más entrañado en vuestra vida". Se adivina un tono afectivo y de cercanía, que hunde sus raíces en la "misericordia" de Dios. Un deseo profundo.

Y continúa casi en una conversación de tú a tú: "Han sido meses intensos. Apenas si he parado. La verdad es que me sentía urgido a meterme de lleno en la diócesis y ser uno de vosotros con vosotros, y entregarme así a todos como vuestro servidor y Pastor... Cómo me hubiese gustado hablar personal y sosegadamente con todos y cada uno de los sacerdotes, mis hermanos muy queridos, y conoceros en ese trato de tú a tú, y haber visitado todas las parroquias y comunidades de nuestra extensa diócesis!".
No estamos acostumbrados a ese tono, en muchos purpurados, que marcan distancias desde el primer momento. Y sigue una hermosa confesión de humildad muy paulina: "No ha sido así; seguramente no ha sido posible o no me he ordenado adecuadamente. Da lo mismo; la verdad es que lo siento y que os llevo a todos dentro de mí compartiendo vuestros gozos y esperanzas, vuestros sufrimientos e inquietudes. Como, sin duda, también lo sentís vosotros. Algunos, tal vez, hasta pueden sentirse defraudados por ello. Perdonadme, si así fuera; ya veis que tenéis un Obispo limitado y débil. Así se ve mejor que es Dios quien lleva a la Iglesia, y que Él nos da fuerza y actúa en nuestra debilidad".

Todavía va mas lejos un poco más adelante: "Perdonadme todos también porque, probablemente, no he sabido responder, o, sencillamente, no he respondido a las expectativas que quizá os habíais forjado sobre mi persona, tan sujeta a desaciertos y omisiones, fallos, errores, lentitudes, y pecados incluso, en el ejercicio de mi ministerio.". No suenan, por innecesarias, a palabras y frases estereotipadas...
Muy en la línea del papa Francisco afirma que "la tentación mundana es una enfermedad mortal. En la Iglesia no existe promoción humana, sino solamente la imitación del Hijo de Dios. Las satisfacciones de los salones eclesiásticos no son más que falsos oropeles. Con razón suele recordar (el Papa) Francisco "la mundanidad de Satanás"....Si lo referimos todo a Él, tenemos la humildad garantizada. El honor que entraña el ser cardenal y Arzobispo de Valencia sólo puede ser para gloria de Dios". Estas palabras reflejan su paso por la urbe romana. Esta ya de vuelta de todo eso de la "urbi". Se siente libre de las cosas que esclavizan a muchos. En estos momentos, su dedicación y preocupación fundamental es la Diócesis Valentina.
Me parecía importante ofrecer otra mirada sobre este hombre, cuya imagen muchas veces ha sido distorsionada en los medios. Sus mismas palabras le definen. La Carta Pastoral la dejo para los que la quieran leer y meditar. Esta vez era el turno de la persona. Un hombre tan recio y sobrio como esa tierra de vino y ventisca de la Valencia castellana, su patria natal. Esperemos que se recupere… Recemos.
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