DOMINGO 5º DE PASCUA C (24.04.2016): el amor es signo cristiano indiscutible

Introducción:Ahora es glorificado el Hijo del Hombre” (Jn 13,31-33a.34-35)
Estamos en el comienzo del “primer discurso de despedida” (13,31-14,31). Jesús, sabiendo que “ha llegado la hora de pasar de este mundo al Padre..., ama a los suyos hasta el extremo” (13,1). Les ha lavado los pies, y ha instado a Judas a “hacer rápido lo que tenga que hacer” (13,27). Hasta el último instante le ha invitado a aceptar su persona: le ha ofrecido su amistad en el gesto de darle un bocado. Jesús, como el Padre, ama a amigos y a enemigos, responde con amor al odio. Judas elige la “noche”, el dominio de las tinieblas.

Cambio radical de perspectiva: identificación entre “gloria” y “amor”
Al salir Judas, Jesús se queda a solas con el grupo que quiere sacar de la institución religiosa judía. Les abre el corazón. Primero interpreta la salida de Judas: “ahora es glorificado el Hijo del Hombre y Dios es glorificado en él”. Para Jesús la “gloria” es lo mismo que el “amor”. Cuando se ama como Dios ama, se participa de su misma gloria. El amor (gloria) mayor es el que llega a “dar la vida por los amigos”. A través de Judas, Jesús pone su vida en mano de los enemigos. Ellos se han hecho enemigos. Para Jesús son amigos, objetos de amor (gloria). En la cruz culminará la glorificación: hasta ahí llega su capacidad de amar. “Dios es glorificado en él” porque en Jesús se ha manifestado el amor (gloria) de Dios. Identificar “gloria” y “amor” es un cambio radical de perspectiva. Aún la Iglesia no ha hecho este cambio. Ejemplo, la selección de salmos, cuyos textos han sido superados por el Evangelio. El lunes de la semana segunda de Liturgia de las Horas rezamos en el cántico: “infunde tu terror a todas las naciones, amenaza con tu mano al pueblo extranjero, para que sienta tu poder. Como les mostraste tu santidad al castigarnos, muéstranos así tu gloria castigándolos a ellos...” (Eclo 36,1-7). Avergüenza rezar estos textos cristianamente disparatados.

La resurrección será la glorificación plena de Jesús
Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará”. Jesús, en el lavatorio de los pies, les ha manifestado su gloria, su amor. Igual que lo ha manifestado en el trato a Judas. Amor que le llevará a la muerte. Muerte convertida en manifestación de amor, de gloria. Gloria que acaba en la plenitud del Espíritu. La resurrección será la glorificación de Jesús, en la que ha sido hecho “espíritu de vida” (1 Cor 15, 45), “dador de vida” amorosa. Así participamos nosotros de su gloria (amor), al darnos su Espíritu; así podemos amar como Jesús y el Padre.

Un amor nuevo, siempre nuevo
Hijos míos” (lit.: “hijitos, niños”). Único texto evangélico donde les llama así. Como Juan a los suyos (1Jn 2,1). Expresa la ternura y la emoción que siente al despedirse. Les da la norma básica común: amaos... como yo os he amado. Lo llama “nuevo”, por incluir una nueva alianza, tan nueva como el amor del Padre, que revela Jesús. Es el amor gratuito, amor de antemano, nuevo, que no responde a amor previo, agradecido. Es el amor que crea constantemente el Espíritu creador. No dice: “ama al otro como a ti mismo” (Lv 19,18), sino “ama como ama el Hijo único de Dios, lleno del Espíritu”. Nosotros, al aceptar a Jesús, recibimos su Espíritu, la fuerza de amor de Dios mismo. Por eso no pide amar a Dios, sino al hombre con la fuerza del amor divino, que tenemos en nosotros, “con y como” Dios ama, “con y como” Jesús ama. Es la nueva alianza en el Espíritu que nos habita.

Distintivo de los cristianos
Señal por la que conocerán que sois mis discípulos”. El amor como el de Jesús, derramado en el corazón, donde habita el Espíritu, es el distintivo del cristiano. Nadie critica este signo. “Por este camino, en todo el mundo, los hombres serán despertados a una esperanza viva, que es don del Espíritu Santo” (GS 93), reconoce solemnemente el concilio Vaticano II. Los demás (sacramentos, imágenes, hábitos, arte, monumentos, ceremonias, leyes, clero...) son más ambiguos.

Oración:Ahora es glorificado el Hijo del Hombre” (Jn 13,31-33a .34-35)

Jesús resucitado:
el evangelio leído hoy nos introduce en una reunión íntima tuya:
- acabas de ofrecer tu amistad a Judas;
- les has dado un bocado de tu mesa, de tu vida;
- fanatizado, no ha comprendido tu amor y se interna “en la noche”.

Cuando sale, proclamas “tu gloria” a los que siguen contigo:
- “ahora es glorificado el Hijo del Hombre”, les dices;
ha brillado tu amor sin medida, se ha hecho gloria tuya;
has puesto tu vida en mano de los enemigos;
hasta ahí llega tu capacidad de amar;
has amado a “justos e injustos”, como hace Dios;
“Dios es glorificado en ti”, porque en ti se ha manifestado su amor, su gloria.

Jesús glorificado:
¡Qué lejos estamos de poner la “gloria” en el amor sin medida!
Es verdad que admiramos a las personas que dan la vida por amor:
bajan a los infiernos de nuestro mundo;
curan y levantan a infinidad de crucificados por tanto mal;
comparten la lucha por la justicia y la dignidad humanas...

¿Son ellos el rostro “glorificado” de la Iglesia?
Para mucha gente, sí: reconocen en ellos tu gloria, tu evangelio, tu vida.
Si ellos fueran la Iglesia “celebrante y representativa”,
la que preside y organiza la vida comunitaria eclesial...,
no habría duda sobre su credibilidad;
su “gloria” sería la misma que la tuya: el amor incondicional.

¿Quién no ve, Jesús del amor, la contradicción?
Tu amor incondicional no puede celebrarse:
- enmarcado en mármoles brillantes y arte primoroso;
- presidido por discípulos con brocados y adornos únicos;
- con ceremonias pomposas y músicas cotizadas;
- con jerarquías escalonadas de poder absoluto y sumisión sin voz...
Aunque el Papa actual viste con más sencillez, el marco institucional sigue igual.
Así lo notariaba un cristiano asistente a una misa en el Vaticano:
“Porque era espeluznante el choque entre las palabras del Papa hablando de pobreza –la de Jesús que hay que imitar y la de los pobres de verdad que hay que socorrer– y el oro que abarrotaba cada imagen... Mientras le escuchaba me preguntaba: ¿Puede haber más falta de sentido de realidad y de la comunicación que éste? ¿No tiene ninguna vergüenza de hablar de pobreza rodeado y revestido todo de oro hasta la coronilla? Todo oro o dorado: la mitra, los candelabros, todos los adornos de la basílica incluida la gloria de Bernini, hasta el angelito que sujeta el libro de la Palabra de Dios y los pañales del Niño Jesús…” (Hablar de pobreza recubierto de oro, Antonio Duato; 13-enero-2009; Atrio).


Tu amor “glorificado” en la cruz no puede ejercerse:
- revestido de poderes divinizados, avasalladores...;
- con títulos huecos, besamanos, genuflexiones...;
- recabando obediencia servil y fervorosa;
- “con mano tendida hacia posturas lindantes con la extrema derecha autoritaria
(aunque sean infieles al evangelio e incluso ateas);
- con golpes inmisericordes contra todas las posturas afines a la libertad evangélica,
a la fraternidad cristiana y a la igualdad entre todos los hijos e hijas de Dios,
tan clamorosamente negada hoy” (Manifiesto “Ante la crisis eclesial” firmado por cientos de católicos españoles, encabezado por Juan Antonio Estrada. ECLESIALIA, 20/04/2008);
- con silencios y miedo a los enemigos de la libertad y los derechos humanos;
- manteniendo leyes innecesarias que impiden carismas y vida eclesial plena...

Tu amor crucificado tiene expresión indiscutible en la vida entregada:
- por la igualdad y la libertad humanas;
- por la vida digna y sana de todos;
- por la atención a los que más sufren;
- por la reforma de estructuras que impiden los derechos humanos;
- por el respeto y desarrollo de personas y comunidades adultas...

Que acojamos siempre, Jesús glorificado, tu amor, tu gloria.

Rufo González
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