Domingo 4º Adviento C 2ª lect. (23.12.2018): Santo es quien ama gratis
Comentario: “conforme a esa voluntad todos quedamos santificados” (Hb 10,5-10)
“Camino nuevo y vivo”
“Se ha manifestado la gracia de Dios, que trae la salvación para todos” (Tito 2, 11). Jesús nos revela al Padre-Madre y su plan de “perfección”. Hebreos lo dice así: “Teniendo libertad para entrar en el santuario, en virtud de la sangre de Jesús, contando con el camino nuevo y vivo que ha inaugurado para nosotros a través de la cortina, o sea, de su carne, y teniendo un gran sacerdote al frente de la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero y llenos de fe...” (10, 19-21). Jesús “inaugura” el camino de perfección. “Revela” su sentido de la vida y su “santuario” o vida perfecta, “descanso” tras esta vida (cf. 3,7-4, 11). La fe “atrae” al que está al frente de la casa de Dios, de nosotros (3,6); pues “habiendo sido probado en el sufrimiento, puede ayudar a los que se ven probados” (2,18).
Mentalidad que trae Jesús al venir a este mundo
Jesús, según Hebreos, hace suya la profecía del Salmo 40 (vv.7-9). Hoy leemos que viene a este mundo con esta mente: “Al entrar él en el mundo dice: `Tú no quisiste sacrificios ni ofrendas, pero me formaste un cuerpo; no aceptaste holocaustos ni víctimas expiatorias. Entonces yo dije: He aquí que vengo —pues así está escrito en el comienzo del libro acerca de mí— para hacer, ¡oh Dios!, tu voluntad´”. Primero dice: `Tú no quisiste sacrificios ni ofrendas, pero me formaste un cuerpo; no aceptaste holocaustos ni víctimas expiatorias´, que se ofrecen según la ley. Después añade: `He aquí que vengo para hacer tu voluntad´. Niega lo primero, para afirmar lo segundo” (Hebr 10,5-10).
Niega la religión cultual y afirma la relación fraternal
Claramente Jesús no pone la relación con Dios en los templos, ofrendas, expiaciones, los sacerdotes, los rituales, las ceremonias, la sumisión a los dirigentes religiosos. Los “hombres de la religión” le persiguieron, pidieron su muerte, consiguieron que lo asesinaran como un revoltoso social. Si Jesús volviera, no se reconocería en muchas iglesias cristianas. Jesús pone la relación con Dios en la vida, en la conducta. Para él, la vida “religiosa” es obediencia (escucha) al Dios, Padre-Madre, Dios Amor. Se siente su Hijo, lleno de su Espíritu, e intenta realizar su voluntad dando salud, alimentación, relación humana amorosa. Jesús es “guía y precursor” de este camino. Su vida es un sacrificio de solidaridad (13,16). Para vivir así necesita hacer “oraciones y súplicas” (5,7). La oración le vigoriza para exponer su propia “sangre” (9,14), su propio “cuerpo” (10,10), es decir, su vida en amor. Así revela la salvación a todos, “hermanos suyos, a quienes tuvo que asemejarse” (2, 17). Quienes le creen “mantienen firme la confesión de esta esperanza” (10, 23) y “corren en paciencia la carrera propuesta, fijos los ojos en el guía iniciador y consumador de la fe, Jesús” (12, 1-2).
La santidad es amar como como Jesús ama
Concluye el texto de hoy: “conforme a esa voluntad (“en la cual voluntad: `en ho zelemati´) todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre” (10, 10). Jesús, obedeciendo al Dios-Amor, nos muestra el camino de la “santidad”. Si hacemos la voluntad del Padre, su amor, nos perfeccionamos igual que él, “guía y precursor” (12,2). El verdadero sacrificio (hacer sagrado) es entregarse a cumplir la voluntad divina. Jesús, pues, no nos sustituye ni satisface o compensa ni expía por nosotros. Jesús nos “revela” el camino del amor de Dios, que nos perdona y da su Espíritu para que hagamos obras como “las suyas y aún mayores” (Jn 14,12). Comprometidos con su Espíritu, que nos habita, hacemos la “voluntad de Dios”: amamos gratis como él ama. Esa es la santidad.
Oración: “conforme a esa voluntad todos quedamos santificados” (Hb 10,5-10)
Jesús, “guía y precursor” de nuestra vida:
“tu alimento es hacer la voluntad del que te envió
y llevar a término su obra” (Jn 4, 34);
“no puedes haces nada por ti mismo;
según oyes, juzgas, y tu juicio es justo,
porque no buscas tu voluntad sino la voluntad del que te envió” (Jn 5,30).
Hoy hacemos nuestro tu corazón:
tu “Dios no quiere ni le agradan sacrificios y ofrendas,
ni holocaustos y víctimas expiatorias...”;
el culto repetitivo y externo es ineficaz, no libra del egoísmo;
al Padre no le sirven la pleitesía de las cosas y el dinero;
Al Padre sólo le agrada la vida en amor, pues él es Amor;
el reino de Dios, su gloria, es el hombre viviendo en amor;
“el reino de Dios es justicia, paz y alegría en el Espíritu Santo” (Rm 14,17);
esa es su voluntad en la tierra como en el cielo.
Celebrar la Navidad es identificarnos con tu Espíritu:
“aquí estoy para hacer su voluntad”;
tu existencia humana está centrada en la entrega de tu vida;
entrega inspirada en el amor que recibes de Dios;
durante años tu amor alienta el hogar y el trabajo material;
al final sales a los caminos a proclamar y realizar el Reino;
vives alegrías y amarguras consecuentes con tu vida;
“te encaminas a Jerusalén con semblante endurecido” (Lc 9,51; Mc 10,32);
sufres la cruz que la verdad de tu vida te acarreó;
proclamas la invalidez del templo, los sacerdotes y la ley;
ello te costó la vida que el Padre aceptó y resucitó;
tu “cuerpo de Jesús Mesías” es el “Verbo hecho carne” en Navidad;
es el “cuerpo entregado por nosotros”.
Tu Espíritu nos ha inspirado tu camino:
tenemos en nuestro corazón tu misma esperanza;
“hemos fijado los ojos en ti, Jesús, que inicias y completas nuestra fe” (Hebr 12,2);
queremos poner amor donde hay indiferencia, marginación, odio;
curamos las llagas del cuerpo y del espíritu;
infundimos esperanza de perfección y gloria;
“en esta voluntad amorosa somos santificados”;
es nuestra vida solidaria con los hermanos, que Dios nos ha dado.
No estamos solos en este camino de gloria y perfección:
nos has dado “tu autoridad”, es decir, tu Espíritu; (1)
tu Espíritu nos ayuda a “expulsar espíritus inmundos”;
nos libera de lo que subyuga y deshumaniza;
nos aporta conciencia de que somos hijos de Dios y hermanos de todos;
nos insta a la libertad, a la vida, a la paz, a la verdad...
Jesús que vienes a hacer la voluntad del Padre:
Tú eres la fuente, la inspiración, el original... de la evangelización;
sólo podemos evangelizar con tu Espíritu;
transfórmanos en tu evangelio, en la fuente verdadera, en tu vida;
danos coraje para eliminar bártulos, que no buscan la voluntad del Padre;
queremos buscar y hacer las obras del Padre y tuyas;
queremos sanar heridas, mitigar sufrimientos, perfeccionar vidas;
queremos despejar miedos, transmitir el amor divino que nos llena...
(1)Hace unos años encontré en Internet (04 julio 2012, 08:21) un “padrenuestro”, escrito por un misionero, que revela con humor los excesos en que podemos caer los católicos cuando ponemos la autoridad de los dirigentes o sus leyes por encima del Evangelio:
“Papa nuestro que estás en el Vaticano. Santificado sea Su Santidad. Venga con fuerza tu imperio.
Hágase tu voluntad como en la tierra, así en el cielo. Tu bendición de cada día dánosla hoy,
y perdónanos nuestras desobediencias, así como también nosotros les perdonamos a quienes no se nos someten. Y no nos dejes caer en la tentación de rebeldía, más líbranos del espíritu del Nazareno. Amen”.
Preces de los Fieles (D. 4º Adviento C 2ª lect. 23.12.2018): Santo es quien ama gratis
El mejor modo de preparar la Navidad es acentuar nuestro amor gratuito, sobre todo a los más necesitados. Así nos hacemos santos, como el Padre del cielo que hace bajar la lluvia y salir el sol para todos. Pidamos parecernos a él, diciendo: “queremos, Señor, hacer tu Amor”.
Por la Iglesia:
- que viva el amor de Jesús por dentro y por fuera;
- que no humille a nadie ni fuerce a cumplir leyes ajenas al evangelio.
Roguemos al Señor: “queremos, Señor, hacer tu Amor”.
Por los voluntarios sociales:
- que sirvan desinteresadamente a los necesitados;
- que sientan la alegría del esfuerzo desinteresado por los demás.
Roguemos al Señor: “queremos, Señor, hacer tu Amor”.
Por los partidos políticos:
- que sean organizaciones limpias, bien intencionadas...;
- que busquen a los mejores en saber y en honradez para el bien común.
Roguemos al Señor: “queremos, Señor, hacer tu Amor”.
Por nuestras familias:
- que nos llevemos bien, nos respetemos, nos ayudemos...;
- que seamos generosos con los más débiles.
Roguemos al Señor: “queremos, Señor, hacer tu Amor”.
Por quienes no tiene casa, los enfermos, refugiados...:
- que les acojamos, les cuidemos, les ayudemos...;
- que nuestro amor les haga sentir el amor de Dios.
Roguemos al Señor: “queremos, Señor, hacer tu Amor”.
Por esta celebración:
- que nos dé a sentir el amor gratuito, perdonador, del Padre-Madre;
- que tengamos experiencia de comunión fraterna.
Roguemos al Señor: “queremos, Señor, hacer tu Amor”.
Queremos, Señor Jesús, buscar y hacer las obras del Padre-Madre y tuyas: sanar heridas, mitigar sufrimientos, perfeccionar vidas; despejar miedos, transmitir el amor divino que nos traes con tu Navidad. Por los siglos de los siglos.
Amén.
Rufo González
Leganés, diciembre 2018
“Camino nuevo y vivo”
“Se ha manifestado la gracia de Dios, que trae la salvación para todos” (Tito 2, 11). Jesús nos revela al Padre-Madre y su plan de “perfección”. Hebreos lo dice así: “Teniendo libertad para entrar en el santuario, en virtud de la sangre de Jesús, contando con el camino nuevo y vivo que ha inaugurado para nosotros a través de la cortina, o sea, de su carne, y teniendo un gran sacerdote al frente de la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero y llenos de fe...” (10, 19-21). Jesús “inaugura” el camino de perfección. “Revela” su sentido de la vida y su “santuario” o vida perfecta, “descanso” tras esta vida (cf. 3,7-4, 11). La fe “atrae” al que está al frente de la casa de Dios, de nosotros (3,6); pues “habiendo sido probado en el sufrimiento, puede ayudar a los que se ven probados” (2,18).
Mentalidad que trae Jesús al venir a este mundo
Jesús, según Hebreos, hace suya la profecía del Salmo 40 (vv.7-9). Hoy leemos que viene a este mundo con esta mente: “Al entrar él en el mundo dice: `Tú no quisiste sacrificios ni ofrendas, pero me formaste un cuerpo; no aceptaste holocaustos ni víctimas expiatorias. Entonces yo dije: He aquí que vengo —pues así está escrito en el comienzo del libro acerca de mí— para hacer, ¡oh Dios!, tu voluntad´”. Primero dice: `Tú no quisiste sacrificios ni ofrendas, pero me formaste un cuerpo; no aceptaste holocaustos ni víctimas expiatorias´, que se ofrecen según la ley. Después añade: `He aquí que vengo para hacer tu voluntad´. Niega lo primero, para afirmar lo segundo” (Hebr 10,5-10).
Niega la religión cultual y afirma la relación fraternal
Claramente Jesús no pone la relación con Dios en los templos, ofrendas, expiaciones, los sacerdotes, los rituales, las ceremonias, la sumisión a los dirigentes religiosos. Los “hombres de la religión” le persiguieron, pidieron su muerte, consiguieron que lo asesinaran como un revoltoso social. Si Jesús volviera, no se reconocería en muchas iglesias cristianas. Jesús pone la relación con Dios en la vida, en la conducta. Para él, la vida “religiosa” es obediencia (escucha) al Dios, Padre-Madre, Dios Amor. Se siente su Hijo, lleno de su Espíritu, e intenta realizar su voluntad dando salud, alimentación, relación humana amorosa. Jesús es “guía y precursor” de este camino. Su vida es un sacrificio de solidaridad (13,16). Para vivir así necesita hacer “oraciones y súplicas” (5,7). La oración le vigoriza para exponer su propia “sangre” (9,14), su propio “cuerpo” (10,10), es decir, su vida en amor. Así revela la salvación a todos, “hermanos suyos, a quienes tuvo que asemejarse” (2, 17). Quienes le creen “mantienen firme la confesión de esta esperanza” (10, 23) y “corren en paciencia la carrera propuesta, fijos los ojos en el guía iniciador y consumador de la fe, Jesús” (12, 1-2).
La santidad es amar como como Jesús ama
Concluye el texto de hoy: “conforme a esa voluntad (“en la cual voluntad: `en ho zelemati´) todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre” (10, 10). Jesús, obedeciendo al Dios-Amor, nos muestra el camino de la “santidad”. Si hacemos la voluntad del Padre, su amor, nos perfeccionamos igual que él, “guía y precursor” (12,2). El verdadero sacrificio (hacer sagrado) es entregarse a cumplir la voluntad divina. Jesús, pues, no nos sustituye ni satisface o compensa ni expía por nosotros. Jesús nos “revela” el camino del amor de Dios, que nos perdona y da su Espíritu para que hagamos obras como “las suyas y aún mayores” (Jn 14,12). Comprometidos con su Espíritu, que nos habita, hacemos la “voluntad de Dios”: amamos gratis como él ama. Esa es la santidad.
Oración: “conforme a esa voluntad todos quedamos santificados” (Hb 10,5-10)
Jesús, “guía y precursor” de nuestra vida:
“tu alimento es hacer la voluntad del que te envió
y llevar a término su obra” (Jn 4, 34);
“no puedes haces nada por ti mismo;
según oyes, juzgas, y tu juicio es justo,
porque no buscas tu voluntad sino la voluntad del que te envió” (Jn 5,30).
Hoy hacemos nuestro tu corazón:
tu “Dios no quiere ni le agradan sacrificios y ofrendas,
ni holocaustos y víctimas expiatorias...”;
el culto repetitivo y externo es ineficaz, no libra del egoísmo;
al Padre no le sirven la pleitesía de las cosas y el dinero;
Al Padre sólo le agrada la vida en amor, pues él es Amor;
el reino de Dios, su gloria, es el hombre viviendo en amor;
“el reino de Dios es justicia, paz y alegría en el Espíritu Santo” (Rm 14,17);
esa es su voluntad en la tierra como en el cielo.
Celebrar la Navidad es identificarnos con tu Espíritu:
“aquí estoy para hacer su voluntad”;
tu existencia humana está centrada en la entrega de tu vida;
entrega inspirada en el amor que recibes de Dios;
durante años tu amor alienta el hogar y el trabajo material;
al final sales a los caminos a proclamar y realizar el Reino;
vives alegrías y amarguras consecuentes con tu vida;
“te encaminas a Jerusalén con semblante endurecido” (Lc 9,51; Mc 10,32);
sufres la cruz que la verdad de tu vida te acarreó;
proclamas la invalidez del templo, los sacerdotes y la ley;
ello te costó la vida que el Padre aceptó y resucitó;
tu “cuerpo de Jesús Mesías” es el “Verbo hecho carne” en Navidad;
es el “cuerpo entregado por nosotros”.
Tu Espíritu nos ha inspirado tu camino:
tenemos en nuestro corazón tu misma esperanza;
“hemos fijado los ojos en ti, Jesús, que inicias y completas nuestra fe” (Hebr 12,2);
queremos poner amor donde hay indiferencia, marginación, odio;
curamos las llagas del cuerpo y del espíritu;
infundimos esperanza de perfección y gloria;
“en esta voluntad amorosa somos santificados”;
es nuestra vida solidaria con los hermanos, que Dios nos ha dado.
No estamos solos en este camino de gloria y perfección:
nos has dado “tu autoridad”, es decir, tu Espíritu; (1)
tu Espíritu nos ayuda a “expulsar espíritus inmundos”;
nos libera de lo que subyuga y deshumaniza;
nos aporta conciencia de que somos hijos de Dios y hermanos de todos;
nos insta a la libertad, a la vida, a la paz, a la verdad...
Jesús que vienes a hacer la voluntad del Padre:
Tú eres la fuente, la inspiración, el original... de la evangelización;
sólo podemos evangelizar con tu Espíritu;
transfórmanos en tu evangelio, en la fuente verdadera, en tu vida;
danos coraje para eliminar bártulos, que no buscan la voluntad del Padre;
queremos buscar y hacer las obras del Padre y tuyas;
queremos sanar heridas, mitigar sufrimientos, perfeccionar vidas;
queremos despejar miedos, transmitir el amor divino que nos llena...
(1)Hace unos años encontré en Internet (04 julio 2012, 08:21) un “padrenuestro”, escrito por un misionero, que revela con humor los excesos en que podemos caer los católicos cuando ponemos la autoridad de los dirigentes o sus leyes por encima del Evangelio:
“Papa nuestro que estás en el Vaticano. Santificado sea Su Santidad. Venga con fuerza tu imperio.
Hágase tu voluntad como en la tierra, así en el cielo. Tu bendición de cada día dánosla hoy,
y perdónanos nuestras desobediencias, así como también nosotros les perdonamos a quienes no se nos someten. Y no nos dejes caer en la tentación de rebeldía, más líbranos del espíritu del Nazareno. Amen”.
Preces de los Fieles (D. 4º Adviento C 2ª lect. 23.12.2018): Santo es quien ama gratis
El mejor modo de preparar la Navidad es acentuar nuestro amor gratuito, sobre todo a los más necesitados. Así nos hacemos santos, como el Padre del cielo que hace bajar la lluvia y salir el sol para todos. Pidamos parecernos a él, diciendo: “queremos, Señor, hacer tu Amor”.
Por la Iglesia:
- que viva el amor de Jesús por dentro y por fuera;
- que no humille a nadie ni fuerce a cumplir leyes ajenas al evangelio.
Roguemos al Señor: “queremos, Señor, hacer tu Amor”.
Por los voluntarios sociales:
- que sirvan desinteresadamente a los necesitados;
- que sientan la alegría del esfuerzo desinteresado por los demás.
Roguemos al Señor: “queremos, Señor, hacer tu Amor”.
Por los partidos políticos:
- que sean organizaciones limpias, bien intencionadas...;
- que busquen a los mejores en saber y en honradez para el bien común.
Roguemos al Señor: “queremos, Señor, hacer tu Amor”.
Por nuestras familias:
- que nos llevemos bien, nos respetemos, nos ayudemos...;
- que seamos generosos con los más débiles.
Roguemos al Señor: “queremos, Señor, hacer tu Amor”.
Por quienes no tiene casa, los enfermos, refugiados...:
- que les acojamos, les cuidemos, les ayudemos...;
- que nuestro amor les haga sentir el amor de Dios.
Roguemos al Señor: “queremos, Señor, hacer tu Amor”.
Por esta celebración:
- que nos dé a sentir el amor gratuito, perdonador, del Padre-Madre;
- que tengamos experiencia de comunión fraterna.
Roguemos al Señor: “queremos, Señor, hacer tu Amor”.
Queremos, Señor Jesús, buscar y hacer las obras del Padre-Madre y tuyas: sanar heridas, mitigar sufrimientos, perfeccionar vidas; despejar miedos, transmitir el amor divino que nos traes con tu Navidad. Por los siglos de los siglos.
Amén.
Rufo González
Leganés, diciembre 2018