Domingo 3º Cuaresma B 2ª lect. (04.03.2018): mirar la vida histórica de Jesús
Comentario: “Cristo crucificado, fuerza y sabiduría de Dios” (1Cor 1, 22-25)
El texto orienta sobre las discordias en Corinto (1,10-4,21) de las que Pablo sabe “por los de Cloe” (1, 11), personas de una comunidad doméstica. Les pide mirar la vida de Jesús. Su cruz soluciona divisiones, ambiciones, enfrentamientos, vanagloria... (Gál 3,1; 5,11; 6,12.14; Flp 2,1-8; 3,18).
Tentación humana muy generalizada
Nuestra ética está condicionada por nuestros intereses. A Jesús, a la Iglesia y a nosotros llega la misma tentación. “Sabios, letrados, estudiosos de este mundo, no han conocido a Dios a través de su saber” (1Cor 1,20-21). El evangelio de hoy (Jn 2,13-25) manifiesta un claro ejemplo de religión que comercializa y explota al hombre. “No convirtáis en un mercado la casa de mi Padre” (Jn 2, 16), les dice. A continuación sustituye el templo por “su cuerpo” (Jn 2, 21). Así lo entendieron los grupos cristianos: “el santuario de Dios sois vosotros”; “vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo” (1Cor 3,17; 6,19; 2Cor 6,16). La ética del Padre de Jesús es el amor gratuito.
La “fuerza y la sabiduría de Dios es Cristo crucificado”
La vida de Jesús es entrega a humanizar desde los más deshumanizados. Quedan así revalorizados el conocimiento y el progreso al servicio de la vida. Trabajar por la dicha humana: pan, vestido y salud, cobertizo y trabajo, familia y sociedad, libertad... es camino de Amor, camino de Jesús. Por curar, dar de comer, respetar y servir a todos como voluntad de Dios, le partieron la cara. Como en nuestros días se la han partido al obispo Romero, a Luis Espinal, a Ellacuría y compañeros...
Tragedia cristiana es estar en contra del progreso humanizador de la ciencia, de la democracia, de los derechos humanos. Avergüenza saber que “el papa León XII declaraba en 1829: `quienquiera que recurre a la vacuna deja de ser hijo de Dios... La viruela es un juicio de Dios... la vacuna es un desafío lanzado al cielo´. La vacuna fue suprimida en los Estados Pontificios en 1815, junto a otra innovación revolucionaria: ¡el alumbrado de las calles!”. O la encíclica “Mirari vos” de Gregorio XVI en 1832 contra la democracia y reforma de la Iglesia (González Faus: “La autoridad de la verdad. Momentos oscuros del magisterio eclesiástico”. Sal Terrae. Santander 2006. 2ª. P. 166-171).
El amor de Jesús se hace compañero nuestro
Trabajadores del saber humano están llamados a investigar y progresar para atemperar dolores y acrecer la felicidad. Jesús es la mejor noticia –eso significa “evangelio”-: gracias a él sabemos que trabajar por el bien de todos, aunque se encuentre la cruz y la muerte, es camino de realización, de resurrección, de vida sin fin. Ciencia y religión sin Amor enfrentan, dividen, mantienen en guerra. La vida de Jesús revela cuál es el “poder y sabiduría de Dios”. “Poder sin dominio” y “sabiduría sin lógica egoísta”. Su poder y su sabiduría es dar la vida, “pro-existencia” (“existencia en favor de”). “Crux sola nostra theologia”, decía Lutero. Divisiones, oposición, arrogancias... se curan aceptando la cruz del Amor. La cruz de Jesús nos da el mejor conocimiento -lógica- del Amor, que es Dios.
Homilía hecha oración (1Cor 1, 22-25)
Jesús crucificado, fuerza y sabiduría nuestra:
escuchamos hoy a Pablo desde su experiencia vital;
lleno de furioso egoísmo, combatió a los primeros cristianos;
había hecho un ídolo de sus tradiciones, de sus textos sagrados;
en el centro de su religión estaba el templo y la ley, realidades absolutas;
eran “lo sagrado”, lo inviolable, la realidad divina entre los hombres;
había que eliminar a quien se opusiera a “lo sagrado”;
eso habían hecho con Jesús las autoridades religiosas;
eso había que hacer con sus seguidores.
Descubrirte a ti, Jesús, en toda persona perseguida:
fue la conversión de Pablo, su caída del caballo soberbio que montaba;
sintió tu amor sin medida, como el amor del Padre;
tu Espíritu de amor le transformó la vida;
¿cómo perseguir y matar: - al Amado del Padre;
- a sus hijos, a cualquier ser humano...;
- a quien nada, ni vida ni muerte, puede separar del amor de Dios?
Tu Espíritu penetró en su alma como un huracán:
removió sus entrañas apegadas a sus tradiciones, normas, ritos...;
le condujo a una vida nueva, la vida en tu Amor;
su libertad e inteligencia “bautizadas con el Espíritu” produjeron en él:
- amor, alegría, paz, comprensión, servicio, bondad, lealtad, dominio de sí... (Gál 5, 22);
- abrazo de la cruz de trabajos, cárceles, castigos, naufragios, peligros... (2Cor 11, 23-29;
- liberación de esclavitudes: soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia, pereza... (Gál 5, 19-21).
En la lectura de hoy nos dice tajantemente:
“nosotros predicamos a Cristo crucificado:
escándalo para los judíos, necedad para los gentiles;
pero, para los llamados -judíos o griegos-, un Mesías
- que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios” (1Cor 1,23-24).
Tu camino, Señor, tu cruz es nuestro camino:
trabajar por la dicha humana con amor libre y desinteresado;
en esas tareas centraste tu religiosidad;
criticaste el templo y las leyes que no cuidan la igualdad;
te encaraste con sus dirigentes egoístas, que se creían representantes de Dios;
arriesgaste la vida y te partieron la cara;
como en nuestros días se la han partido al obispo Romero,
a Luis Espinal, a Ellacuría y compañeros,
y a tanto otros que han elegido la cruz del Amor.
Un poco antes, en la misma carta, tu apóstol nos previene:
“el mensaje (`logos´) de la cruz es necedad para los que se pierden,
pero para los que se salvan, para nosotros, es fuerza de Dios” (1Cor 1, 18).
“Perderse” es dejarse devorar por el egoísmo:
búsqueda de apariencia y dominio;
afán insaciable en tener y almacenar;
consumo alocado de sexo, comida o bebida, distracciones...;
“camino ancho” de envidia y comodidad perezosa...
“Salvarse” es ser uno mismo, realizarse como persona:
aceptar limitaciones y procurar que no dañen a nadie;
desarrollar nuestros talentos al servicio de la vida;
ayudar a los demás y procurar relaciones fraternales;
cultivar la dimensión espiritual, viviendo en verdad, justicia, solidaridad...
Para ti, Jesús, esta salvación es voluntad del Padre:
tú y el Padre trabajáis siempre por nuestra salvación (Jn 5, 17);
tú fuiste entregado a nuestra vida para revelar el amor del Padre;
tu vida es la verdad misteriosa de nuestra vida;
tu vida manifiesta el ser humano al ser humano (GS 22);
confiar en el amor del Padre es encontrar el sentido último de la vida.
Gracias, Jesús crucificado por amor:
tu vida, que no rehúsa la cruz, es nuestra fuerza y sabiduría;
en tu camino de cruz seguimos encontrando nuestra “salvación”.
Rufo González
El texto orienta sobre las discordias en Corinto (1,10-4,21) de las que Pablo sabe “por los de Cloe” (1, 11), personas de una comunidad doméstica. Les pide mirar la vida de Jesús. Su cruz soluciona divisiones, ambiciones, enfrentamientos, vanagloria... (Gál 3,1; 5,11; 6,12.14; Flp 2,1-8; 3,18).
Tentación humana muy generalizada
Nuestra ética está condicionada por nuestros intereses. A Jesús, a la Iglesia y a nosotros llega la misma tentación. “Sabios, letrados, estudiosos de este mundo, no han conocido a Dios a través de su saber” (1Cor 1,20-21). El evangelio de hoy (Jn 2,13-25) manifiesta un claro ejemplo de religión que comercializa y explota al hombre. “No convirtáis en un mercado la casa de mi Padre” (Jn 2, 16), les dice. A continuación sustituye el templo por “su cuerpo” (Jn 2, 21). Así lo entendieron los grupos cristianos: “el santuario de Dios sois vosotros”; “vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo” (1Cor 3,17; 6,19; 2Cor 6,16). La ética del Padre de Jesús es el amor gratuito.
La “fuerza y la sabiduría de Dios es Cristo crucificado”
La vida de Jesús es entrega a humanizar desde los más deshumanizados. Quedan así revalorizados el conocimiento y el progreso al servicio de la vida. Trabajar por la dicha humana: pan, vestido y salud, cobertizo y trabajo, familia y sociedad, libertad... es camino de Amor, camino de Jesús. Por curar, dar de comer, respetar y servir a todos como voluntad de Dios, le partieron la cara. Como en nuestros días se la han partido al obispo Romero, a Luis Espinal, a Ellacuría y compañeros...
Tragedia cristiana es estar en contra del progreso humanizador de la ciencia, de la democracia, de los derechos humanos. Avergüenza saber que “el papa León XII declaraba en 1829: `quienquiera que recurre a la vacuna deja de ser hijo de Dios... La viruela es un juicio de Dios... la vacuna es un desafío lanzado al cielo´. La vacuna fue suprimida en los Estados Pontificios en 1815, junto a otra innovación revolucionaria: ¡el alumbrado de las calles!”. O la encíclica “Mirari vos” de Gregorio XVI en 1832 contra la democracia y reforma de la Iglesia (González Faus: “La autoridad de la verdad. Momentos oscuros del magisterio eclesiástico”. Sal Terrae. Santander 2006. 2ª. P. 166-171).
El amor de Jesús se hace compañero nuestro
Trabajadores del saber humano están llamados a investigar y progresar para atemperar dolores y acrecer la felicidad. Jesús es la mejor noticia –eso significa “evangelio”-: gracias a él sabemos que trabajar por el bien de todos, aunque se encuentre la cruz y la muerte, es camino de realización, de resurrección, de vida sin fin. Ciencia y religión sin Amor enfrentan, dividen, mantienen en guerra. La vida de Jesús revela cuál es el “poder y sabiduría de Dios”. “Poder sin dominio” y “sabiduría sin lógica egoísta”. Su poder y su sabiduría es dar la vida, “pro-existencia” (“existencia en favor de”). “Crux sola nostra theologia”, decía Lutero. Divisiones, oposición, arrogancias... se curan aceptando la cruz del Amor. La cruz de Jesús nos da el mejor conocimiento -lógica- del Amor, que es Dios.
Homilía hecha oración (1Cor 1, 22-25)
Jesús crucificado, fuerza y sabiduría nuestra:
escuchamos hoy a Pablo desde su experiencia vital;
lleno de furioso egoísmo, combatió a los primeros cristianos;
había hecho un ídolo de sus tradiciones, de sus textos sagrados;
en el centro de su religión estaba el templo y la ley, realidades absolutas;
eran “lo sagrado”, lo inviolable, la realidad divina entre los hombres;
había que eliminar a quien se opusiera a “lo sagrado”;
eso habían hecho con Jesús las autoridades religiosas;
eso había que hacer con sus seguidores.
Descubrirte a ti, Jesús, en toda persona perseguida:
fue la conversión de Pablo, su caída del caballo soberbio que montaba;
sintió tu amor sin medida, como el amor del Padre;
tu Espíritu de amor le transformó la vida;
¿cómo perseguir y matar: - al Amado del Padre;
- a sus hijos, a cualquier ser humano...;
- a quien nada, ni vida ni muerte, puede separar del amor de Dios?
Tu Espíritu penetró en su alma como un huracán:
removió sus entrañas apegadas a sus tradiciones, normas, ritos...;
le condujo a una vida nueva, la vida en tu Amor;
su libertad e inteligencia “bautizadas con el Espíritu” produjeron en él:
- amor, alegría, paz, comprensión, servicio, bondad, lealtad, dominio de sí... (Gál 5, 22);
- abrazo de la cruz de trabajos, cárceles, castigos, naufragios, peligros... (2Cor 11, 23-29;
- liberación de esclavitudes: soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia, pereza... (Gál 5, 19-21).
En la lectura de hoy nos dice tajantemente:
“nosotros predicamos a Cristo crucificado:
escándalo para los judíos, necedad para los gentiles;
pero, para los llamados -judíos o griegos-, un Mesías
- que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios” (1Cor 1,23-24).
Tu camino, Señor, tu cruz es nuestro camino:
trabajar por la dicha humana con amor libre y desinteresado;
en esas tareas centraste tu religiosidad;
criticaste el templo y las leyes que no cuidan la igualdad;
te encaraste con sus dirigentes egoístas, que se creían representantes de Dios;
arriesgaste la vida y te partieron la cara;
como en nuestros días se la han partido al obispo Romero,
a Luis Espinal, a Ellacuría y compañeros,
y a tanto otros que han elegido la cruz del Amor.
Un poco antes, en la misma carta, tu apóstol nos previene:
“el mensaje (`logos´) de la cruz es necedad para los que se pierden,
pero para los que se salvan, para nosotros, es fuerza de Dios” (1Cor 1, 18).
“Perderse” es dejarse devorar por el egoísmo:
búsqueda de apariencia y dominio;
afán insaciable en tener y almacenar;
consumo alocado de sexo, comida o bebida, distracciones...;
“camino ancho” de envidia y comodidad perezosa...
“Salvarse” es ser uno mismo, realizarse como persona:
aceptar limitaciones y procurar que no dañen a nadie;
desarrollar nuestros talentos al servicio de la vida;
ayudar a los demás y procurar relaciones fraternales;
cultivar la dimensión espiritual, viviendo en verdad, justicia, solidaridad...
Para ti, Jesús, esta salvación es voluntad del Padre:
tú y el Padre trabajáis siempre por nuestra salvación (Jn 5, 17);
tú fuiste entregado a nuestra vida para revelar el amor del Padre;
tu vida es la verdad misteriosa de nuestra vida;
tu vida manifiesta el ser humano al ser humano (GS 22);
confiar en el amor del Padre es encontrar el sentido último de la vida.
Gracias, Jesús crucificado por amor:
tu vida, que no rehúsa la cruz, es nuestra fuerza y sabiduría;
en tu camino de cruz seguimos encontrando nuestra “salvación”.
Rufo González