Domingo de Ramos (14.04.2019)
Empieza la Semana del Amor
| Rufo González
Comentario: “reconocido como hombre...,se humilló a sí mismo”(Flp 2,6-11)
Un himno para cantar y vivir
Este himno, recogido por Pablo, lo cantaban las primeras comunidades. Compendia una inicial cristología: preexistencia, vida terrena y glorificación de Jesús. Los cinco primeros versículos, no leídos hoy, introducen el himno y explican su sentido. Sobre todo el versículo 5:“Tened entre vosotros los sentimientos propiosde Cristo Jesús”.
Literalmente: “esto sentid en vosotros,lo que tambiénen Cristo Jesús”. Dos modos de entenderlo: a) sentid como sintió Cristo; b) sentid como quien vive en Cristo. En el primer caso, Jesús sería modelo. En el segundo, Jesús actuaría en nuestro interior por medio de Espíritu. Este segundo parece más acorde con la teología paulina del “vivir en Cristo”, “estar habitado por el Espíritu de Cristo que gime en nuestro interior, nos hace llamar a Dios Padre”, etc. Tres veces aparece el verbo “froneo” en estos cinco versículos: en presente subjuntivo y en participio (v. 2) y en imperativo (v. 5). Viene del sustantivo “fren, frenós”: “membrana que envuelve un órgano: corazón, hígado, vísceras, entrañas...”. De aquí pasa a significar la envoltura (inmaterial) que da unidad al ser humano: el corazón, el alma, la inteligencia, la voluntad.. Esta envoltura unifica personal y comunitariamente. Aquí se refiere al Espíritu de Jesús, que nos unifica como cristiano y como comunidad. Por eso insiste en “lo mismo”, “el mismo amor”, “unidad de alma”, “una sola cosa”. El cristiano ha sido “bautizado” en el Espíritu de Jesús. El himno canta al Espíritu que envuelve la personalidad de Jesús: su mente, su sentir, su “vaciándose, su vivir como uno de tantos... hasta la muerte...”.
“El mismo ser de Jesús es visto como acto de humildad”
Así lo reconoce J. I. González Faus (“La humanidad nueva” I 3ª ed. Madrid 1976, p. 204-214). En la primera parte (vv. 6-8), el sujeto es Jesús: siendo “imagen de Dios” (“morfé”: forma, condición) no considera “presa” ser-como-Dios, “se vacía de su imagen” y se hace “siervo”, semejante a cualquiera, mostrándose como uno de tantos, “se abaja” hasta el final, hasta la muerte, y para colmo encuentra la muerte “en cruz”, uno de los más terribles inventos humanos.
En la segunda parte (vv. 9-11), el sujeto es Dios que ensalza a Jesús con el “Nombre-sobre-todo-nombre”, el nombre de “Señor”; el mismo nombre de Dios, para “gloria de Dios Padre”. Es “la Palabra” del Dios Amor a sus criaturas, respuesta manifestada en la vida, muerte y resurrección de Jesús. Tras la muerte física, el amor divino saciará los deseos humanos. Nuestros límites serán “saltados”, nuestras personas serán integradas al “nombre” de Jesús, “semejantes a Dios, porque le veremos tal cual es” (1Jn 3,2).
Oración: “reconocido como hombre...,se humilló a sí mismo”(Flp 2,6-11)
Jesús, señor y servidor del Amor:
parece una contradicción, pero no lo es;
tú eres “señor”, nosotros somos “señores”, dueños de nosotros mismos;
no podemos ser esclavos de nadie, porque el Creador nos ha hecho libres;
la libertad es un derecho humano original, fundamental;
la libertad, siguiendo tu camino, nos vincula al Amor,
visto y oído en ti, en tus obras y palabras;
tus entrañas quedaron al descubierto mientras “actuabas”
en aquella sociedad esclava de dinero, honores y poder;
te vemos acercarte a los que “apenas eran”:
enfermos, leprosos, niños, mujeres, descreídos, pecadores...;
contemplamos tu rostro “endurecido” frente a los causantes de la injusticia:
les consideras “sepulcros blanqueados” por aparente bondad;
desenmascaras su afán de cargar la conciencia de los demás;
ridiculizas sus vestimentas ostentosas y sus títulos vacíos.
Tú estás habitado por el Espíritu de Dios:
“que hace salir el sol y bajar la lluvia para justos e injustos” (Mt 5, 45),
que te lleva a construir una familia nueva desde el amor del Padre:
donde todos se sienten hijos y hermanos en el mismo Padre-Madre;
donde es posible superar las tentaciones convirtiendo
la riqueza en “pan nuestro”,
el prodigio del cielo en vida entregada a los hermanos,
el poder en servicio gratuito, ejemplar.
De este amor habla Pablo a los primeros cristianos europeos:
“Si queréis darme el consuelo de Cristo y aliviarme con vuestro amor,
si nos une el mismo Espíritu y tenéis entrañas compasivas,
dadme esta gran alegría:
manteneos unánimes y concordes con un mismo amor y un mismo sentir.
No obréis por rivalidad ni por ostentación,
considerando por la humildad a los demás superiores a vosotros.
No os encerréisen vuestros intereses,,
sino buscad todos el interés de los demás.
Tened entre vosotros los sentimientos propiosde Cristo Jesús” (2,1-5).
En tu amor, Cristo Jesús, no podemos hacer otra cosa que mirarte:
“Cristo Jesús, siendo de condición divina,
no retuvo ávidamente el ser igual a Dios;
al contrario, se despojó de sí mismo tomando la condición de esclavo,
hecho semejante a los hombres.
Y así, reconocido como hombre por su presencia,
se humilló a sí mismo,
hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz” (Flp 2, 6-8).
Dios Amor invita a seguirte en la cruz y en la gloria:
“Por eso Dios lo exaltó sobre todo
y le concedió el Nombre-sobre-todo-nombre;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre (Flp 2, 9-11).
Nuestra libertad ha quedado en-amorada:
nos sentimos más libres, más capaces de elegir lo mejor;
creemos en tu vida libremente dedicada al humanismo pleno;
admiramos a quienes buscan la libertad, la igualdad, la fraternidad;
aplaudimos al Padre del cielo por tu nombre glorificado.
Queremos seguir tus huellas de amor hasta el final:
compartiendo nuestra vida como “pan nuestro”, de todos;
prestigiando sólo el amor que libera y promociona la vida de todos;
no imponiendo nada, sino llamando a la puerta con amor;
“sirviendo y dando la vida para rescatar a muchos” (Mt 20,28):
del hambre, enfermedad, incultura, odio, desesperación...
Leganés, abril 2019.