Domingo 6º TO B (11.02.2018): “Dios no es nada religioso”

Introducción:Seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo” (1Cor 10, 31-11,1)
Leemos el resumen de la respuesta (iniciada en el c. 8) a los corintios sobre si es bueno comer carne sacrificada a los ídolos. Pablo responde que tenemos libertad, que debe ser guiada por el Amor. En este amor gratuito, conducta de Cristo, está la respuesta. Lo expresa de cuatro modos: “hacedlo todo para gloria de Dios (10, 31), no deis motivo de escándalo (10, 32), buscad siempre el bien de los demás (10, 33), seguid mi ejemplo como yo sigo el de Cristo” (11, 1).

1. “La gloria de Dios es el hombre viviendo”
El “hacedlo todo para gloria de Dios” (10, 31) equivale al texto de Colosenses (3,17): “Haced todo en nombre del señor Jesús”. Actuar en Cristo es actuar en su Espíritu de amor. Jesús da “gloria a Dios” dando vida a los hijos de Dios, a todo ser humano: dándoles salud, comida y fraternidad Ésta es la intención de la parábola del buen samaritano: “Haz esto y tendrás vida... Haz tú lo mismo” (Lc 10, 25-37). Este es el sentido de Mateo 25, 31ss.: “venid benditos de mi padre.., porque tuve hambre y me diste de comer… Apartaos de mí malditos…porque tuve hambre y no me distes de comer…Cada vez que lo hicisteis con mis hermanos conmigo lo hicisteis...”. San Ireneo, en el s. II, lo expresaba así: “La gloria de Dios es el hombre viviendo...; el obrar de Dios consiste en modelar al hombre..., con sus manos (el Verbo y la Sabiduría, el Hijo y el Espíritu)... para llegar a ser imagen y semejanza suya” (Adv. Haer., IV, 20, 1. 7; V, 15, 2). En la misma línea: “Estamos dispuestos para servir a los hombres como tales, no sólo a los católicos, a defender en primer lugar y ante todo los derechos de la persona humana y no sólo los de la Iglesia” (Pablo VI, en la clausura del Vaticano II). Y “el camino de la iglesia es la persona humana” (Juan Pablo II: RH 14).

2. Las obras de amor nunca deben escandalizar
No dar motivo de escándalo” (10, 32). Literalmente: “sin causar ofensa o daño”. “Dichoso quien no se escandalice de mí” (Mt 11, 6; Lc 7, 23), dice Jesús, tras realizar obras de amor a favor de los necesitados. Las obras de amor nunca deben ser causa de escándalo: no hacen daño. La ausencia de estas obras o la complicidad con quienes causan daño y sufrimiento, son causa real de escándalo. “Es inevitable que sucedan escándalos... Andaos con cuidado” (Lc 17,1-3), previene Jesús. La vanidad que busca grandeza y preeminencia escandaliza a los “pequeños”: “ese encumbrarse entre los hombres le repugna a Dios” (Lc 16,15). El Vaticano II pide a obispos y presbíteros evitar toda vanidad: “conducidos en el Espíritu del Señor... eviten todo lo que pueda apartar de cualquier modo a los pobres, removiendo en sus cosas cualquier apariencia de vanidad...” (PO 17).

3. “Buscar siempre el bien de los demás” (10, 33)
Así actúa Jesús. Es el mejor fruto del Espíritu, que Pablo retratará con caracteres personales: el amor es paciente, afable, sin envidia, sin presunción ni engreimiento, sin grosería, sin búsqueda de lo suyo, sin enfado, sin cuentas del mal, sin simpatía con la injusticia, amante de la verdad, lleno de comprensión, confiado, expectante siempre y resistente sin límite (1Cor 13, 4-7).

4. “Seguid mi ejemplo como yo sigo el de Cristo” (11, 1)
Literalmente: “haceos imitadores de mí como yo de Cristo”. Buscad el bien de los demás, como Dios y Jesús. “Dios no es nada `religioso´, porque, si la religión es pensar en Dios y servir a Dios, el Padre de Jesús no piensa en sí mismo ni busca ser servido. Él piensa en nosotros y busca nuestro bien exclusivamente: no quiere `siervos´ ni desea `incensarios´ que proclamen su gloria. Nos busca a nosotros, desea nuestra existencia y nuestra felicidad” (A. Torres Queiruga: “Recuperar la creación. Por una religión humanizadora”. Sal Terrae. Santander 1997, p. 74).

Oración:Seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo” (1Cor 10, 31-11,1)

Jesús, presencia humanizada de Dios:
Pablo ha recibido tu Espíritu y quiere vivir desde él;
intenta imitarte en lo sustancial, en lo decisivo, en lo definitivo;
tu vida histórica le ha seducido: lo que dices, lo que haces, lo que sufres...

Hoy leemos un resumen de la vida de Pablo:
hacedlo todo para gloria de Dios;
no deis motivo de escándalo;
buscad siempre el bien de los demás;
seguid mi ejemplo como yo sigo el de Cristo
” (1Cor 10, 31-11,1).

Tú, Jesús, glorificas a Dios realizando sus obras (Jn 17,4):
“la obra de Dios” es amar siempre a todo ser humano;
como el Dios “que hace salir el sol y bajar la lluvia sobre justos e injustos” (Mt 5, 45);
curas, escuchas, acoges, perdonas... a todos sin discriminar a nadie;
hasta al mismo Judas le das el pan, expresión de tu vida entregada;
este gesto de amor gratuito es para ti “gloria a Dios”:
ahora acaba de ser glorificado el Hijo del hombre,
y Dios ha sido glorificado en él
” (Jn 4,34; 13,31).

Tú, Jesús de Nazaret, no encontrabas la gloria de Dios:
en el templo y sus ceremonias, ni en el altar y sus sacrificios,
ni en los sacerdotes segregados y elevados,
ni en la fiel observancia de las normas y rituales de pureza sagrada.

Tú encontrabas a Dios:
en la soledad de tu oración “en descampado”;
en la cercanía a los enfermos, ignorantes, desvalidos, pecadores;
en el trato digno a las mujeres, a los niños, a la gente marginada...

Tú, Jesús, acoges a los que la religión rechaza:
bendices a los que la religión maldice;
defiendes a los que la religión ataca;
perdonas a los que la religión condena.
(J. M. Castillo: La Humanización de Dios. Ed. Trotta. 2ª ed. Madrid 2010; p. 263-267).

Tu modo de vida “no se identificó con ninguna religión determinada”:
confiabas en el Misterio al que invocabas tiernamente como “Padre”;
esta fe te lleva a amar a todos, incluso a los enemigos;
pones en común tus bienes con todo el que lo necesita;
formas una familia con quienes no la tienen;
rehaces a los que viven deshumanizados: enfermos, pobres, marginados...

En este amor pusiste tu relación fundamental con Dios:
no en la fidelidad a las normas, cultos, templos o liturgias de religión alguna;
toda religión organizada es creación nuestra;
intentamos llenarla de normas tan absolutas como nuestro egoísmo;
y por eso nos dividen y enfrentan.
Sólo tu amor gratuito explica la tolerancia de Pablo:
procuro contentar en todo a todos, no buscando mi propio bien,
sino el de ellos, para que todos se salven
” (1Cor 10, 33).

No es fácil, Jesús del amor, vivir el amor del Padre:
lo creías un camino estrecho, acechado siempre por el egoísmo;
procurar vida es la vocación primera a que nos llama el Misterio de la vida;
ahí te encontramos a Ti original y básico;
ahí podemos fundamentar toda actividad y relación;
ahí descubrimos tu amor más fuerte que la muerte;
ahí pueden anidar todas nuestras dimensiones, incluida la religiosa.

Que toda expresión religiosa exprese tu amor:
el amor sin medida del Padre y tuyo a toda persona;
el amor que no impone más cargas que “buscar el bien de los demás”;
el amor que no busca poder, riqueza ni honor;
el amor que busca la salvación (realización) de las personas.

Rufo González
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