PEDERASTIA, PALABRA ECLESIAL DEL AÑO

Escribe Pepe Mallo
“Microplástico” ha sido elegida palabra del año 2018 en el vocabulario periodístico. Este vocablo da nombre a los pequeños fragmentos de plástico que se han convertido en una de las principales amenazas para el medioambiente y la salud de los seres humanos, y hace referencia a la toma de conciencia en torno a uno de los grandes y graves problemas medioambientales y a su erradicación.
¿Cuál sería la palabra destacada en la prensa religiosa y profana referente a la Iglesia durante el año 2018? ¿Pederastia, encubrimiento, negacionismo…?

Pederastia a nivel industrial
En poco tiempo, cientos de sacerdotes y eclesiásticos han sido condenados judicialmente por cometer delitos sexuales contra menores y un buen número de obispos han cesado de sus cargos al hacerse públicas sus conductas pederastas.  A lo largo de este año pasado 2018, se han ido destapando casos y casos de abusos y agresiones, han salido a la luz sorprendentes publicaciones y turbadoras revelaciones, se han producido denuncias y querellas y se han abierto procesos judiciales. Parece que el abuso a niños ha constituido una práctica generalizada, institucionalizada. Pederastia a nivel industrial. Ya no se puede disimular. Ya no valen groseros eufemismos para enmascarar crímenes abominables y alevosos de personas crueles y depravadas. “Conducta sexual inapropiada” ¡Qué ironía más burda, ofensiva para cualquier delicada sensibilidad! Traduzcamos “conducta inapropiada” por “brutal trato degradante y vejatorio”.
El papa Francisco, como empeño preferente de su programa para este año 2019, ha calificado como “un crimen vil” y “una de las plagas de nuestro tiempo” los abusos sexuales a menores: “No puedo callar ante una de las plagas de nuestro tiempo, que, por desgracia ha visto implicados también a varios miembros del clero. El abuso contra los menores es uno de los peores y más viles crímenes posibles.” (7 enero 2019)
Esta toma de conciencia ante tal abrumadora realidad, que se ha convertido en una de las principales amenazas para la credibilidad de la Iglesia, exige, como el vocablo “microplástico”, una toma de conciencia en torno a los graves problemas eclesiales y su erradicación.

Encubrimiento
Vocablo ligado a pederastia en la conducta de la Iglesia a varios niveles, incluida la cúpula vaticana. Sorprendente bombazo que abrió los noticiarios de este año: “El Vaticano ocultó durante 63 años la pederastia de Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, según ha reconocido el prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada, el cardenal Joao Braz de Aviz.” “Evitar el escándalo público” era la consigna. El mismo cardenal Aviz aseguró que una mafia dentro del Vaticano encubrió los casos de pederastia de Maciel. Otras revelaciones han dejado al descubierto algo que para muchos era un secreto a voces: que durante décadas la Iglesia no solo ha ignorado la gravedad de los casos de abusos sexuales por parte de sacerdotes, sino que en varias ocasiones se han prodigado esfuerzos para encubrir a jerarcas con el fin de evitar los escándalos, con abusivo desamparo hacia las víctimas.
Francisco en el discurso de año nuevo aseguró que la Santa Sede y toda la Iglesia «están trabajando para combatir y prevenir tales crímenes y su ocultamiento».
Relacionada con este vocablo, podríamos proponer también la palabra “secretismo”.

Negacionismo
El Negacionismo se presenta como una ideología reaccionaria con su abusivo autoritarismo, su lenguaje sutil y su neoverdad. Últimamente se propagan ya grandes mentiras que conforman su ideología. Se llega a negar hasta lo más evidente. Se niega el “holocausto”, se niega el cambio climático, se niega la violencia de género… Error óptico de muchas dioptrías. Sabemos que esta ideología suele encubrir machismo, clasismo, xenofobia y burla de las minorías más vulnerables, posee la estrategia de poder y dominio, de control de las mentes y tiene unos intereses que defender.
En la Iglesia la tentación de proteger el aura de la casta consagrada ha sido y es demasiado grande. Por eso se ha agarrado fuertemente a esta filosofía. No solo es válido el silencio y el camuflaje sino que el negacionismo se muestra más eficaz. Calificar los hechos de falsos es una estratagema de ocultación motivada por la inquietud y el desasosiego.

Presidentes de las conferencias episcopales llamados a Roma
El papa Francisco, empeñado en limpiar la imagen de la Iglesia, ha convocado para febrero una cumbre con los presidentes de las conferencias episcopales de todo el mundo donde abordará el problema de los abusos a menores. Ha comprendido la importancia que tiene la gestión de este asunto para la credibilidad y el futuro de la Iglesia. En su mensaje, el Papa critica las actitudes defensivas y hasta hostiles con las que ciertas jerarquías eclesiales, entre ellas la española, han reaccionado. A diferencia de otros países, la Conferencia Episcopal Española se ha negado a realizar un informe para sacar a la luz los casos de abusos cometidos en su seno en las últimas décadas. Sí ha creado una “comisión reservada”, pero solo en el aspecto jurídico, la limita a altos funcionarios eclesiásticos. En el equipo no aparecen afectados ni técnicos que aporten una visión más amplia y fidedigna. Las Órdenes religiosas sí han hecho sus deberes y, reconocen la “gravedad y la culpabilidad” de estos delitos y “el tratamiento de ocultación que se les ha dado”. Por otra parte, han surgido comentarios y homilías que intentan echar un negro velo sobre estos abusos. Por nombrar alguno, José María Gil Tamayo, ex secretario general y exportavoz de la Conferencia Episcopal Española, durante su primera alocución como obispo de Ávila, ha afirmado que “se quiere extender injustamente un velo de sospecha sobre la multitud inmensa de sacerdotes con las recientes publicaciones sobre los casos de pederastia que se han cometido y silenciado dentro de la Iglesia en las últimas décadas.” Buen comienzo episcopal. ¿Habrá sufrido una “opuscación”?
¿El empeño de Francisco ante esta plaga será eficiente o solo un lavado de cara, una ducha rápida, sin más consecuencias que las buenas intenciones?
Otras palabras a elegir podrían ser: insensibilidad, negligencia, despreocupación, irresponsabilidad, impunidad… ¿Qué vocablo de este elenco será elegido como “palabra eclesial del año”? Se admiten propuestas.
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