Preces de los Fieles (Todos los Santos 01.11.2015)

Potencialmente todos somos “santos”. A través de Jesús hemos conocido el amor que Dios nos tiene: “nos llama hijos, y lo somos” (1Jn 3,1). Vivir este amor de hijos y hermanos es la santidad. “Esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación” (l Tes 4,3). “Dios nos ha elegido en la persona de Cristo para que fuéramos santos y sin defecto a sus ojos por el amor” (Ef 1,4). Hagamos nuestro el deseo de Dios, diciendo: Mirad qué amor os ha tenido el Padre” (1Jn 3,1).

Por la Iglesia en general:
- que reconozca y cuide mucho el amor entre las personas;
- que no tenga apego a la riqueza, a la vana gloria, a ornamentos inútiles...
Roguemos al Señor: “Mirad qué amor os ha tenido el Padre” (1Jn 3,1).

Por los desalmados: los que viven sin amor:
- que los queramos y les demostremos nuestro amor;
- que descubran que Alguién los quiere y los sostiene en la vida.
Roguemos al Señor: “Mirad qué amor os ha tenido el Padre” (1Jn 3,1).

Por los que tienen un corazón sin Dios:
- que sigan haciendo caso a su corazón, regalo de la Vida;
- que conozcan nuestra admiración, respeto, fraternidad...
Roguemos al Señor: “Mirad qué amor os ha tenido el Padre” (1Jn 3,1).

Por quienes visitan hoy y mañana los cementerios:
- que sientan el consuelo de los que “ya están viendo a Dios”;
- que se animen a perdonar, a ayudar, a vivir en mejor amor.
Roguemos al Señor: “Mirad qué amor os ha tenido el Padre” (1Jn 3,1).

Por los refugiados y emigrantes:
- que les acojamos como a Cristo forastero, desnudo, hambriento...;
- que colaboren con quienes les acogen y ayuda.
Roguemos al Señor: “Mirad qué amor os ha tenido el Padre” (1Jn 3,1).

Por esta celebración:
- que nos haga más dichosos, más santos, más vivos en el amor;
- que nos una más en la fraternidad de nuestra parroquia.
Roguemos al Señor: “Mirad qué amor os ha tenido el Padre” (1Jn 3,1).

Que “esta mesa de la Iglesia peregrina” nos mueva a vivir en santidad, es decir, en amor gratuito, universal, sin condiciones, como el amor que nos tiene el Padre, el Hijo y el Espíritu, que viven por los siglos de los siglos.

Amén.

Rufo González
Volver arriba