LOS SACERDOTES CASADOS, SIGNO DEL ESPÍRITU (X)

Los dirigentes eclesiales se han creído dueños de la voluntad de Dios


No hay solidez absoluta sobre celibato obligatorio ni en la Escritura ni en la teología
Leo un artículo (“Sacerdotes casados”) de J. Morán, procedente del Faro de Vigo (30 de septiembre de 2013), en el que se reflexiona sobre “tres hechos que hacen dudar de la solidez absoluta del celibato obligatorio”: los sacerdotes casados en las iglesias orientales católicas, anglicanos casados pasados a la comunión con Roma, diáconos permanentes casados. Me parece pusilánime concluir con sólo duda. Es sencillamente evidente que no existe tal solidez absoluta sobre “tal” celibato en el Evangelio ni en la teología. Baste recordar este texto del concilio Vaticano II: “el celibato no se exige ciertamente por la naturaleza misma del sacerdocio, como aparece por la práctica de la Iglesia primitiva y por la tradición de las Iglesias orientales, donde, además de aquellos que con todos los obispos escogen, por don de la gracia, la guarda del celibato, hay también presbíteros casados muy beneméritos” (PO 16).

Un Papa en solitario lo impuso
Igualmente me parece pusilánime asustarse por “el estruendo que causaría la transformación del celibato obligatorio en opcional”. ¿Por qué “una modificación así de la tradición de la Iglesia no podría ser proclamada por un Papa en solitario”? Pues un Papa en solitario la impuso. Además sin fundamento ni verdad. La cosa empezó con la nada realista, inhumana y, por tanto no cristiana, ley de “continencia”, promulgada por el Papa Siricio (384-399). Textos de la época habían amparado teóricamente esta ley, basándola en las más mohosa ignorancia y en ideas aberrantes sobre la sexualidad (ver mi post “los sacerdotes casados, signo del Espíritu” (V)). Con los conocimientos actuales y con la mentalidad social y de las bases de la misma Iglesia, el “estruendo” sería de alegría y de aplauso de que, por fin, la Iglesia ha actuado con sentido común y evangélico, humano y libre. Encuesta no reciente: “¿Debería la Iglesia Católica quitar la obligatoriedad del celibato sacerdotal? Creo que sí:(13.810) 84,3 %. Creo que no:(2.568)15,5 %”. Actualmente rondará el 90%. Ya en 2005 opinaban así los tradicionales curas polacos: “El 60 por ciento de los sacerdotes polacos quieren tener derecho a casarse y tener hijos, según los resultados de un estudio sobre la actitud de los curas frente al celibato... El celibato es la causa principal del abandono de los hábitos por la mayoría de los sacerdotes polacos que optan por renunciar a su vocación. El año pasado (2006) solo en tres diócesis colgaron los hábitos 60 sacerdotes que, seguidamente, formaron una familia”.

“Tradición nociva y gastada a la que debían poner fin los pastores”
Reproduzco parte del post aludido: “La iglesia persa reaccionó pronto a esta normativa contra el uso del matrimonio. En el concilio de Beth Edraï (486), rechazó la prohibición del matrimonio y su uso a los clérigos. Calificó esta norma como una de “esas tradiciones nocivas y gastadas a las que debían poner fin los pastores”. Adujeron “las fornicaciones, adulterios y graves desórdenes” a que daba ocasión en su territorio. Por ello, en su demarcación, anularon la ley de continencia conyugal, decretada un siglo antes por el Papa Siricio. Motivaron dicha anulación con textos bíblicos, demostrando la falsedad de la presunta “tradición apostólica”. Concluyeron que “el matrimonio legítimo y la procreación de los hijos, ya sea antes o después del sacerdocio, son buenos y aceptables a los ojos de Dios” (H. Crouzel: “Sacerdocio y Celibato”; AA. VV., Dir. J. Coppens, BAC 1971, p. 292-293). Ordenaron a sus obispos no imponerla al clero. Autorizaron el matrimonio a los ordenados célibes, el uso de matrimonio a los clérigos casados y la posibilidad de casarse a los enviudados tras la ordenación. Esta normativa se aplica a los clérigos, incluyendo al “Catolicós”, patriarca de las iglesias orientales desmembradas del Patriarcado de Antioquía”.

Si el Papa quiere...
Si el Papa quiere, no necesita un sínodo, y menos un concilio. Ni siquiera “un largo periodo de reflexión y de aclimatación mental... encabezada por los teólogos”. Porque esto ya se ha dado y se está dando. Al autor del citado artículo se le escapa otro hecho que bien merece una catequesis: el hecho de los sacerdotes católicos casados. Miles en el mundo. Heridos al borde del camino, por el que pasan y “dan un rodeo sacerdotes y clérigos” (Lc 10, 31-32). Su único delito ha sido oponerse a una ley eclesiástica que humanamente les destruía. Los pastores de la Iglesia occidental, en vez de actuar como los de la Iglesia oriental, han preferido “pasar de largo”, imponer la ley en vez de curar y evitar la causa de tanto mal. Se han creído dueños de la voluntad de Dios, y no les ha importado el sufrimiento, “las fornicaciones, adulterios y graves desórdenes” (mujeres invisibles, niños sin padre, etc.), que una ley “innecesaria”, no exigida por la Revelación, ha venido sembrando a través de los siglos. Alguien la comparó a una señal de tráfico innecesaria, que produce accidentes. Nadie duda que el celibato por el Reino de Dios puede ser bueno para algunas personas, y producir bienes. Pero por ser celibato “opcional”, no “obligatorio”. Éste sin duda produce muchos males.

Sí hay teólogos y profetas, pero no los escuchan
“¿Dónde están hoy los teólogos? No existen teólogos de gran nivel”, dice el autor del artículo citado. No estoy de acuerdo. El drama de los últimos Papas es no escuchar nada más que a los que “glosan los documentos pontificios, el magisterio ya establecido”. Los grandes teólogos están marginados en general; algunos han sido desposeídos de sus cátedras, silenciados, amedrentados, no se atreven a levantar la voz. Sólo en España tenemos un buen grupo de primeras figuras: González Faus, Martín Velasco, R. Aguirre, J. M. Castillo, Torres Queiruga, Javier Vitoria, Jon Sobrino, J.J. Tamayo, García Roca, González Carvajal, Jesús Espeja, Juan Antonio Estrada, X. Pikaza.... Todos estos y muchísimos más se han pronunciado a favor del celibato opcional. Pero...

Llamemos todos al Espíritu Santo
Él nos enseñará a leer a la realidad, toda realidad: los sacerdotes casados orientales católicos, anglicanos pasados a la comunión con Roma, diáconos permanentes casados, los sacerdotes occidentales católicos casados, la cultura de la sexualidad, de la libertad, de las comunidades cristianas, etc. etc. La realidad del sacerdote canario, Sergio Afonso Miranda, que publicó el martes 15 de octubre de 2013, un artículo en la Web de MOCEOP: “20 años de cura, pero no como clero: no soy célibe, no trabajo profesionalmente como cura, no cobro ni dependo del Obispo, no estoy en nómina en la diócesis. Soy cura casado. Soy cura comunitario”. ¿No es esta realidad un signo del Espíritu Santo?

“Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo”
Necesitamos, Jesús de todos, mucho tu Espíritu
para reconocer que estamos vueltos hacia nosotros mismos:
hacia nuestras instituciones e intereses,
hacia nuestras normas y tradiciones,
hacia nuestro egoísmo y prestigio...

Necesitamos, Jesús de todos, mucho tu Espíritu:
para que nos recuerde el amor del Padre sin medida, creativo;
para que busquemos a sus hijos más necesitados (“padre de los pobres”);
para entusiasmarnos por el reino que Dios quiere;
para trabajar por los derechos humanos en la sociedad y en la Iglesia;
para sentirnos llamados a la libertad, no del egoísmo,
sino del amor, que nos pone al servicio de los demás (Gál 5,13).

Rufo González
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