Se ha encerrado al Espíritu de Jesús en instituciones, leyes, ritos, cargos... ¡Hay que recuperar el protagonismo de la Comunidad Cristiana!

Las periferias, lugar teológico donde oír también la inspiración del Espíritu

La degeneración de la Iglesia, tras la libertad dada por los emperadores romanos, Constantino y Teodosio, ha llegado a nosotros sobre todo en el protagonismo absoluto del clero y en la indiferencia mayoritaria de los cristianos. Bautizada la mayoría sin consentimiento personal, sin conversión al Evangelio, es lógico que la multitud se sienta receptiva del mensaje, del culto y de orientaciones morales para la vida. Como los asistentes a una obra de teatro: asisten, oyen mensajes, sacan conclusiones válidas para sus vidas. Pero no son la compañía teatral. Pagan la entrada aportando en la colecta o por participar en algún espectáculo más personal o familiar.

El sistema de monarquía absoluta, legitimado por la teología, impide la sinodalidad en la Iglesia. Reproducido en tres niveles, Papa, obispo y párroco, tienen la última palabra en sus respectivas congregaciones. Por ello, la Iglesia, en todos los niveles, vive en contradicción constante: quienes defienden el poder absoluto del Papa, obispo o párroco, cuando no comparten sus decisiones, les atacan sin misericordia. No tiene sentido un Papa, infalible y plenipotenciario, cediendo a pretensiones de los súbditos. Es la contradicción de todo poder absoluto, y más el concentrado en una sola persona. 

Se ha encerrado al Espíritu de Jesús en instituciones, leyes, ritos, cargos..., y en la ignorancia y pasividad de los bautizados, lejos de la vida de Jesús y de su comunidad. Instituciones organizadas digitalmente, sin control comunitario alguno, con carácter vitalicio, se convierten en fuente de abusos y prepotencia. Este es el triste espectáculo de las Curias Vaticana, Diocesana y Parroquial. La libertad y dignidad, de origen evangélico, reivindicadas por algunos cristianos, están abriendo los ojos a la Iglesia. El abandono de muchos cristianos tiene su origen, tal vez sin clara conciencia, en la comprensión de los derechos y deberes humanos, no respetados por la Iglesia. Son muchos los encandilados por el Evangelio, pero desengañados por una Iglesia que se niega a evolucionar aceptando los avances científicos y las conquistas de derechos humanos, compatibles perfectamente con el mensaje de Jesús.

El poder absoluto del clero no es evangélico. No basta que el Papa sea una persona sencilla, sobria, dialogante. El modelo clerical, donde todo el poder desciende del papa, baja a los obispos, a los presbíteros... imposibilita el cambio evangélico. Sólo ellos tienen poder decisorio (legislativo, judicial, ejecutivo) en la Iglesia. El pueblo estará a merced del Papa, del obispo, del párroco de turno.

El Evangelio no quita a las comunidades la libertad de elegir a quienes mejor desempeñen las funciones evangélicas. Y menos la cooperación en la misión. Lo entendieron y lo practicaron los primeros cristianos (He 6, 3; 15, 22ss). Al cielo clama que aún haya parroquias sin Consejos de Pastoral y Economía. Lo denunciaba un amigo, muy activo mientras le dejaron los párrocos: “Me sorprende, Rufo, que esperes “gestos sorprendentes” de la Jerarquía... Hablas de los Consejos Parroquiales. ¡¡¡Qué pena!! Llevo 38 años como feligrés de la parroquia que tú impulsaste y animaste durante doce años. A partir del año 1978, tuvimos Consejo Parroquial presidido y orientado por los diversos párrocos y sacerdotes que desde entonces habéis pasado por la parroquia. Tú bien conoces la activa participación de los seglares en las diversas áreas de la pastoral. Y bien conoces también el efecto destructor del párroco que te sucedió en la parroquia. En un año, su falta de visión pastoral, su autosuficiencia y jactancia, unidas a su autoritarismo, han dado al traste con los Consejos. Y la parroquia ha quedado simplemente como un “supermercado de sacramentos”. Llegó a decir en uno de los últimos Consejos: “La parroquia es una empresa y yo soy el jefe”. Hago esta reseña no para ti, que bien la conoces, sino para los lectores de tu blog. Que conozcan de primera mano lo que ocurre cuando en una parroquia falta la “comunión” entre sacerdotes y seglares. Sí que sería un “gesto sorprendente” que los nuevos párrocos restauraran los Consejos de la parroquia. Pero lo dudo... En dos años no han movido ni un dedo... (Comentario de Pepe Mallo en el Blog “Atrévete a orar”, de Religión Digital 20.02.2016). Son los “nuevos” clérigos.

El Espíritu sopla donde quiere (Jn 3, 8). También en las periferias. La Federación Latinoamericana y Europea del Movimiento pro Celibato Opcional (MOCEOP), en 20015 (29 octubre-1 noviembre), celebró un congreso en Guadarrama (Madrid), bajo el lema “Curas en unas comunidades adultas”. En comunicado “al Pueblo de Dios”, contaron su experiencia y convicciones. Fruto de creyentes obligados por ley a dejar su ministerio oficial en la Iglesia. Su conciencia, “núcleo más secreto y sagrario del ser humano...” (GS16), les movió “a integrarse en grupos comunitarios, buscando sentido a sus vidas y ayudando a quienes han encontrado a descubrir su dignidad como seres humanos y como hijos de nuestro Padre-Madre Dios”. Pueden ser un lugar teológico donde oír la inspiración del Espíritu para reformar la Iglesia:

1.- Estamos convencidos... de que el modelo de cristianismo mayoritariamente imperante está desfasado. Lejos de ayudar a la implantación del Reinado de Dios y su justicia, es con frecuencia un obstáculo para la vivencia de los valores evangélicos...

2.- El eje del nuevo modelo de iglesia debe ser la vida comunitaria de los creyentes en Jesús. Sin esos grupos vivos que comparten su vida y su fe..., no hay Iglesia... 

3.- Para la renovación de la Iglesia y las comunidades creyentes hacia un modelo activamente comunitario del Pueblo de Dios, es preciso un cambio estructural... 

4.- Nuestro recorrido nos ha hecho experimentar y comprender que el motor de transformación está en el interior de las mismas comunidades: sólo comunidades adultas, maduras, pueden realizar esa transformación estructural necesaria y urgente... 

5.- También hemos comprendido y experimentado que los curas -célibes o no- no pueden seguir concentrando todo y asumir todas las tareas. Su misma identidad y la calidad de su servicio imponen una evolución hacia una mayor participación y hacia un pluralismo de modelos en función de las comunidades.

6.- Esas comunidades adultas existen ya, ignoradas o perseguidas. Es necesario incentivarlas. Sus componentes comparten, viven la igualdad, la corresponsabilidad, la fraternidad y sororidad. Hay que seguir luchando por ese estilo de comunidades.

7.- Esa adultez, mayoría de edad, les permite adaptarse a las exigencias culturales del mundo cambiante, vivir y formular la fe en lenguajes comprensibles y organizarse dentro según sus necesidades. Son libres y ejercen la libertad de los hijos e hijas de Dios... Su referencia no es la obediencia, sino la creatividad desde la fe...

8.- Resulta contradictoria e injusta la situación de las mujeres, apartadas de las tareas de estudio, responsabilidad y gobierno. No existe fundamento para mantener esta discriminación... Se puede razonablemente esperar que su presencia cambiará las estructuras de animación y de gobierno a mejores, más justas y más equilibradas.

9.- Es preciso reconocer a estas comunidades el derecho a encomendar las tareas, servicios y ministerios a las personas que consideren más preparadas y adecuadas, sin distinción de sexo ni estado. Serán comunidades abiertas, inclusivas, plurales...

Que el Espíritu de Jesús nos dé humildad para reconocerle en esta invitación con que termina el “comunicado al todo el Pueblo de Dios”: “Invitamos a todos los creyentes en Jesús a ser valientes y adentrarse en estas sendas de creatividad, adultez y libertad, para hacer cada día más real el Evangelio de la misericordia y de la responsabilidad ante los seres humanos y ante nuestra Madre Tierra”.

Jaén, 3 de septiembre de 2021

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