"Sembradores de paz y esperanza en nuestra vida cotidiana" "Comprometidos con la creación"

"Cada primero de septiembre, la Iglesia celebra la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, este año, el lema es muy sugerente: 'Semillas de paz y de esperanza'"
"Siempre decimos que una imagen vale más que mil palabras. Lo que representa la palabra «semilla» es un gran ejemplo de esta afirmación: pequeña, casi insignificante, tiene el poder excepcional de crear vida y esperanza"
"Así también ocurre con nuestros gestos que tal vez sean pequeños, pero tienen una fuerza transformadora que puede convertirnos en sembradores de paz y esperanza"
"Así también ocurre con nuestros gestos que tal vez sean pequeños, pero tienen una fuerza transformadora que puede convertirnos en sembradores de paz y esperanza"
Cada primero de septiembre, la Iglesia celebra la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, una buena oportunidad para recordar que nuestra fe cristiana nos compromete con la casa común que Dios nos ha confiado. Este año, el lema es muy sugerente: «Semillas de paz y de esperanza». Un lema escogido por el papa Francisco en el contexto del año jubilar que estamos viviendo. Esta Jornada marca el inicio del Tiempo de la Creación, una iniciativa ecuménica que une a cristianos de todo el mundo entre el 1 de septiembre y el 4 de octubre, festividad de san Francisco de Asís.
Este lema nos invita a reflexionar sobre el sentido profundo de nuestro compromiso con la creación, no solo desde un punto de vista estrictamente ecológico, sino también desde una mirada profundamente espiritual y social, tal como destaca el papa León XIV en su mensaje, inspirado en el pasaje bíblico de Isaías 32,15-18, en el cual Dios nos promete que habitaremos en un vergel donde reinarán la justicia y la paz.
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Siempre decimos que una imagen vale más que mil palabras. Lo que representa la palabra «semilla» es un gran ejemplo de esta afirmación. Una semilla pequeña, casi insignificante, tiene el poder excepcional de crear vida y esperanza. No vemos el fruto de inmediato, pero si somos capaces de esperar con confianza, con el tiempo, brotará la vida. Así también ocurre con nuestros gestos: tal vez sean pequeños, tal vez parezcan insignificantes, pero tienen una fuerza transformadora que puede convertirnos en sembradores de paz y esperanza.
"Una semilla pequeña, casi insignificante, tiene el poder excepcional de crear vida y esperanza. No vemos el fruto de inmediato, pero si somos capaces de esperar con confianza, con el tiempo, brotará la vida. Así también ocurre con nuestros gestos"
Este 2025 celebramos también el décimo aniversario de la publicación de la encíclica Laudato si’, un texto que ha sido luz y guía para muchos cristianos y personas de buena voluntad a la hora de entender el vínculo profundo entre la fe y el mundo natural, poniendo siempre en el centro a la persona.
La creación es la casa común, la casa de todos. Dios nos la regala para que disfrutemos de sus frutos, pero también para que la cuidemos (cf. Gen 2,15), con el fin de asegurar que todas las personas puedan vivir en ella con dignidad. No somos propietarios de esta casa, somos sus administradores. El afán de dominar la creación en beneficio propio es el origen de muchos conflictos y de la pobreza en el mundo.
"La creación es la casa común, la casa de todos. Dios nos la regala para que disfrutemos de sus frutos, pero también para que la cuidemos (cf. Gen 2,15)"
Os invito a vivir este Tiempo de la Creación como una oportunidad espiritual para renovar nuestra relación con Dios. Seamos sembradores de paz y esperanza, empezando por nuestra vida cotidiana: con actitudes de gratitud, de sencillez, de respeto y de amor por todo lo que nos rodea.
Queridos hermanos y hermanas, agradezcamos y cuidemos el don de la creación que el Señor nos ha confiado mientras caminamos hacia un cielo nuevo y una tierra nueva que nos ha prometido. Y no olvidemos que entre todos los seres creados el ser humano es el centro. Sí, cualquier persona merece ser respetada y valorada desde su concepción hasta su muerte. Respetemos la casa común que Dios nos ha regalado.

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