Este domingo celebramos la Jornada Mundial de de los Abuelos y de las Personas Mayores "Una etapa de gracia"

"San Joaquín y santa Ana aparecen solo en los evangelios apócrifos. La Iglesia, en su liturgia, ha venerado a los padres de María, porque de su unión nacería la santa Madre de Jesús"
"Ellos son los abuelos de Jesús. Precisamente en su memoria, este fin de semana celebramos la Jornada Mundial de los Abuelos y de las Personas Mayores, promovida por el papa Francisco desde el año 2021"
"Llegar a mayores, a ancianos, es un verdadero privilegio … Como decía el papa Francisco, los ancianos son nuestras raíces, la memoria de la humanidad, porque ellos atesoran cultura, fe y experiencia. Son los testigos de la historia"
"Y es que la vejez, digan lo que digan, debemos acogerla con alegría, porque es un tiempo precioso para comprender el camino que hemos hecho, reconciliarnos y dirigir la mirada hacia dónde vamos"
"Llegar a mayores, a ancianos, es un verdadero privilegio … Como decía el papa Francisco, los ancianos son nuestras raíces, la memoria de la humanidad, porque ellos atesoran cultura, fe y experiencia. Son los testigos de la historia"
"Y es que la vejez, digan lo que digan, debemos acogerla con alegría, porque es un tiempo precioso para comprender el camino que hemos hecho, reconciliarnos y dirigir la mirada hacia dónde vamos"
Los dos días que han precedido a este domingo la Iglesia ha celebrado a tres santos, todos ellos muy relacionados con la figura de Jesús. El viernes 25 celebramos la solemnidad de Santiago apóstol, patrón de España, y el sábado conmemoramos a los santos Joaquín y Ana, padres de la bienaventurada Virgen María.
El apóstol Santiago recibió la llamada de Jesús y lo dejó todo para seguirlo. Fue testigo de la transfiguración de Jesús en el monte Tabor y de la agonía del Señor en el huerto de Getsemaní. Formó parte del grupo de los discípulos más cercanos al Señor. Su cuerpo se venera en Santiago de Compostela, destino de miles de peregrinos llegados de todo el mundo.
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San Joaquín y Santa Ana aparecen solo en los evangelios apócrifos. La Iglesia, en su liturgia, ha venerado a los padres de María, porque de su unión nacería la santa Madre de Jesús. Ellos son los abuelos de Jesús. Precisamente en su memoria, este fin de semana celebramos la Jornada Mundial de los Abuelos y de las Personas Mayores, promovida por el papa Francisco desde el año 2021. Él hablaba a menudo de la importancia que tiene para el mundo la memoria y el respeto por los antepasados, por los ancianos.

Avanzar en el ciclo de la vida y llegar a mayores, a ancianos, es un verdadero privilegio. Jacques Leclercq, en su libro La alegría de envejecer, ve la vejez como una altura, como una cima a la que se llega con esfuerzo, pero desde la cual se contempla la inmensidad de los horizontes y se puede encontrar el silencio, la paz. Esa es la recompensa. Es un tiempo precioso para cultivar el alma.
"Sin duda, el futuro del mundo depende del trabajo de los jóvenes, pero no olvidemos que se nutren de la experiencia de los mayores"
Como decía el papa Francisco, los ancianos son nuestras raíces, la memoria de la humanidad, porque ellos atesoran cultura, fe y experiencia. Son los testigos de la historia. A menudo se dice que los jóvenes son el futuro. Sin duda, el futuro del mundo depende del trabajo de los jóvenes, pero no olvidemos que se nutren de la experiencia de los mayores. Las personas mayores nos llevan ventaja, siempre irán por delante de nosotros, han tenido más tiempo para caminar, correr, caer y levantarse y, por eso, pueden mostrarnos mejor que nadie lo que es esencial en la vida: la ternura, el diálogo y el encuentro con el otro, la escucha atenta, la paciencia. Muchas veces olvidamos esto por las prisas, por la dispersión y por las distracciones en las que vivimos. No debemos olvidar nuestras raíces; reguémoslas con amor. Visitemos a nuestros abuelos, escuchemos sus historias, dediquémosles tiempo.
La vejez es un tiempo de gracia, porque en la vejez seguiremos dando fruto (cf. Sal 92,15). Esto lo prometió Dios a su pueblo. Y es que la vejez, digan lo que digan, debemos acogerla con alegría, porque es un tiempo precioso para comprender el camino que hemos hecho, reconciliarnos y dirigir la mirada hacia dónde vamos: el encuentro con Dios, paciente y misericordioso.
Queridos hermanos y hermanas, recemos por las personas mayores, testigos de experiencia y legado de tradición y sabiduría. Ahora y siempre, cuidemos a nuestros abuelos y abuelas.
