El capitalismo según Moore, una fórmula repetida pero sugerente con guiños al Evangelio


Estamos ante un análisis periodístico de la crisis del capitalismo que sintetiza los temas habituales de Moore acompañados por el formato tradicional: presencia del cineasta como provocador o notario de la realidad, entrevistas testimoniales, imágenes de archivo, secuencias de películas, montaje en cascada de argumentos y música con bandas sonoras de distintos films. La invitación a la rebelión también se apoya, en este caso, en referencias a la figura de Jesús y a la Iglesia Católica.

Como director Michael Moore ha logrado llevar con éxito el documental a la sala cinematográfica con esta fórmula que logró la Palma de Oro en Cannes, con Fahrenheit 9/11, y el Oscar en el 2002, con Bowling for Columbine. Ahora repite en un momento nuevo, donde la época Obama marca un cambio de perspectiva aunque permanecen los antagonistas: Bush, el partido republicano y las grandes corporaciones.

Partiendo la imagen de la caída del Imperio Romano el director analiza la crisis financiera como una crisis del sistema que exige una renovación en profundidad y que plantea un cambio de postura de los ciudadanos. Dentro de una perspectiva dirigida esencialmente al público estadounidense y con un argumento general en consonancia con algunas opciones del partido demócrata -defiende a Carter o olvida a Clinton- nos ofrece una serie de hechos concretos que se nos presentan como demostración de la corrupción y el agotamiento del capitalismo.


Escucharemos las víctimas de los desahucios hipotecarios, el desmantelamiento de la industria productiva, la corrupción de la iniciativa privada cuando suple a la responsabilidad pública en los asuntos sociales, la inseguridad aérea como fruto de la precariedad laboral de los pilotos, la corrupción de los seguros de vida cobrados por las empresas, el soborno a políticos responsables de la regulación financiera y el uso político del miedo como argumento. En la parte final asistiremos a un llamamiento a la rebelión partiendo de algunos pequeños ejemplos de resistencia al desahucio por parte de los vecinos o de la toma de una pequeña fábrica por los trabajadores. Y todo ello en sintonía con el nuevo momento Obama y la reivindicación de los derechos sociales proclamados por Franklin D. Roosevelt.

Sin embargo, el deseo de convencer y de toma de partido cae por momentos en la molesta sensación de manipulación simplificadora. Probablemente un tratamiento menos espectacular haría ganar veracidad a los argumentos a la vez que ofrecería más confianza a la propuesta. Lo que no quita ningún valor a las denuncias de injusticias, desenmascaramientos de responsables y descubrimiento de las redes ocultas.


Que la crítica al capitalismo se argumente desde la perspectiva cristiana subrayando la tergiversación del mensaje de Jesús y proponiendo el Evangelio de las bienaventuranzas es un indicador que la cuestión no es exclusivamente económica sino esencialmente ética y de sentido vital. La presencia de algunos obispos, que como el de Chicago señalando que “está justificado desafiar lo que es injusto”, son indicadores de la urgencia de un cambio fundamental al que el documental de Moore únicamente apunta con bastante falta de profundidad.

Como afirma Benedicto XVI en Caritas in veritate “el gran desafío que tenemos, planteado por las dificultades del desarrollo en este tiempo de globalización y agravado por la crisis económico-financiera actual, es mostrar, tanto en el orden de las ideas como de los comportamientos, que no sólo no se pueden olvidar o debilitar los principios tradicionales de la ética social, como la trasparencia, la honestidad y la responsabilidad, sino que en las relaciones mercantiles el principio de gratuidad y la lógica del don, como expresiones de fraternidad, pueden y deben tener espacio en la actividad económica ordinaria”. Este documental promueve esta inquietud aunque sin duda queda mucho por cambiar interior y personalmente, social y estructuralmente.

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